Mamá, Papá...¿Me olvidaron? [En Pausa]

🐱Capítulo 3🐱

Durante la noche, Lenya no pudo descansar del todo. Yuuri y Viktor estaban muy preocupados debido al estado de olvidó que tenian sus amigos mas jóvenes, después de todo ellos amaban a Yurio como si fuese su hijo.

—Lenya, debes dormir, son las dos de la mañana.— Explicó Yuuri mientras lo observaba caminaba de un lado a otro buscando cosas y pintando algunos dibujos.— Lenya...

—¡Debo hacer esto, abuelita!.— Exclamó mientras sujetaba sobre su pecho un pequeño muñeco que habia hecho su madre para él antes de que naciera y que hasta ahora atesoraba por sobre todo en el mundo.— ¡Quizás si le muestro a mis papis lo que hacíamos podrian recordarme!.

El corazón del azabache dio un duro vuelco mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos color chocolate, ese pequeño...su inocencia.

—Lenya...mi pequeño.— Sollozo el mayor mientras se acercaba rapidamente para abrazarlo.— Seguro que tus padres te recordaran mi niño, estoy seguro...

—Porfavor no llores abuelita.— consolo el mas pequeño al japonés mientras se separaba para sonreírle y secarle sus lágrimas.— A mamá no le gusta verte llorar.

—Tienes razón, a Yurio no le gustaría verme asi, ¿No?.— las lágrimas dejaron de fluir mientras el rubio limpiaba sus mejillas, tomo las manitos del chiquillo y beso su frente.— Tus padres te aman mucho, Lenya.

—Lo se abuelita, por eso debo ayudarlos a recordar.— Y cumpliría con esas palabras, era igual de testarudo que cierto gatito ruso.

—No lo olvides Lenya, solo puedes verlos un rato.— Explicó Yuuri después de llevarlo hasta el hospital donde sus padres ya hacían internados, el pequeño asintió mientras sujetaba su cuaderno de dibujos contra su pecho, sin dudas esa emoción de querer ayudar a sus padres recordar era muy adorable.

—Lo se abuelita, prometo hacer que mamá y papá me recuerden, asi que no llores, ¿Si?.— Propuso alegre el rubio mientras tomaba las manos del mayor frente a él.— Ellos me quieren mucho, no pueden olvidarme para siempre.

Dicho esto, la enfermera se acercó hasta ellos y les indicó que la siguieran. Caminaron por los pasillos hasta llegar a la habitación que el día anterior habian visitado, donde se encontraba Yuri Plisetsky.

—Esperen aquí, le daré el aviso de su visita.— Mientras le dedicaba una sonrisa abrió la puerta con cuidado, encontrandose con un adormilado Yurio.— Señor Plisetsky, tiene visitas.

—¿Visitas?.— pregunto desde dentro el ruso, a la vez que el pequeño entraba con timidez ante la mirada de su madre.

—Hola...— Susurró el pequeño mientras se acercaba cabizbajo, aunque se detuvo antes de poder llegar a la camilla, esperando un regaño.

—¿Que sucede?.— Preguntó la enfermera curiosamente mientras Yurio se mantenía en silencio, el pequeño suspiró y se cubrió el rostro con su cuaderno.— Ya veo...Debe estar asustado, ayer tuvieron una pequeña discusión ¿No es asi, Señor Plisetsky?.