007.

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Sus dedos estaban adheridos a la piel de mis caderas y su palpitante miembro, el cual se rozaba contra la tela de mi centro, estaba atrapado entre mis piernas.

Su respiración contra la mía era entrecortada y se mezclaba entre mis labios, separados de los suyos por una distancia relevante. Frustrante. Desesperante.

Él no se movía y su peso contra el mío tampoco me lo permitía. Se sentía tan bien, su abdomen contra el mío y la piel de sus yemas en la mía removiendo hasta la mínima partícula de mi cuerpo.

Estaba pasando de verdad.

Sus manos se adentraron aún más en mi suéter hacia mi cintura y exhalé con temblor ante la sensación. Sus ojos estaban inquietos y no dejaban de mirar mis labios.

Quería que él lo hiciera; la distancia que quedaba entre ambos estaba volviéndome loca. Pero él sólo se encontraba estudiando mi rostro con esa oscura mirada indescifrable.

Me removí cuando su dedo delineó la línea de mi cuello y su mirada subió a la mía otra vez haciendo que la guerra hormonal que estaba teniendo en mis bragas aumentara. Llegó hacia mi clavícula y estiró la tela de mi suéter hacia abajo dándome aún más escalofríos y mi cuerpo se tensó al sentir su abundante pelo dando cosquillas en mi mejilla cuando se inclinó en dirección a mi cuello.

La imaginación de sus labios sobre mi piel me hizo jadear; la ansiedad de que me saboreara me estaba comiendo viva. Pero lo único que sentí fue su aliento.

- Quiero que digas qué es lo que estás pensando -su voz ronca chocó contra mi oído y mi respiración se volvió aún más superficial.

Respiró sobre mi mandíbula y me relamí los labios. Lo escuché gruñir antes de que las yemas de sus manos se dirigieran está vez a mis mejillas obligándome a mirarlo: su mirada provocó el aumento de calor dentro de mí y mis rodillas temblaron cuando su miembro se apretó aún más contra mi zona.

Gemí sin poder controlarlo más y vi cómo sus dientes se apretaron cuando acercó mi boca a la suya.

- ¡Amor, ya tenemos que irnos!

Quisiera decir que la sangre se me heló de inmediato y que el pánico inundó cada uno de mis sentidos cuando los tacones de aquella mujer resonaron incluso en la cocina, haciendo inaudible la acelerada respiración de ambos. Pero no fue así.

Yo no me moví. Él tampoco lo hizo.

Su mirada no dejó la mía ni un momento, con aquél reflejo inquieto que intentó esconder mientras su agarre se suavizaba de a poco y retrocedía dos pasos.

Me tomó un momento estabilizarse, tratando de calmar aquél fuego que había crecido en mí ser con sólo esos segundos de tacto. Pero, en cuanto vi por el rabillo del ojo cómo el brillante cabello de la mujer se hacía notar, tomé el plato de ramen detrás de mí y empecé a comerlo nuevamente pasando de ambos sin levantar la mirada una sola vez.

- Te esperaremos en el carro -vociferó aquél hombre, con su voz totalmente restaurada. Como si nada hubiese pasado.

Me incliné suavemente como asentimiento y él, aprovechando que la despistada mirada de su prometida estaba también en mí, me guiñó un ojo volviendo a enviar escalofríos por más que mi espina dorsal.

Pero no fue hasta que llegué a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí que caí en cuenta de lo que verdad había sucedido.

DIRTY | MIN YOON GI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora