Capítulo 3 "Oportuno Resfriado"

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Cuando llegué a mi casa en la tarde, supe que mi día fue algo extraño. Aun no podía creer que había salido con el príncipe Louis. Aunque se que simplemente es una amistad de mi parte, no lo creo totalmente de Louis, o tal vez estoy imaginando todo. Suspiré con frustración. Lo mejor era no pensar en eso. Louis y yo solo seremos amigos. Algo más allá de eso, está fuera de planes. Mi único amor se llamó Mario y fue enterrado con él.

Me preparé un té, mientras mi mamá veía las noticias. Al terminarlo, subí con él a mi habitación. Me senté en mi cama y me bebí mi té despacio. Hoy fue un día extraño. Comenzó mal, pero terminó bien. Sin poder evitarlo, estuve pensando en Louis toda la tarde. En cada parte de su rostro, en cada palabra pronunciada, en cada pensamiento y chiste gracioso. Él era un hombre increíble. La futura esposa de ese hombre será la mujer más afortunada del mundo. Un leve sentimiento de tristeza se apoderó de mi corazón, pero lo aparté de inmediato. "Nada de felicidad y tristeza Janni Gómez".

***

El cuerpo me temblaba de frío, aunque por dentro moría de calor. La cabeza me daba vueltas y me dolía el cuerpo. Tenía un fuerte resfriado. "Que horrible" pensé enferma. Ese día saldría con Louis, pero ya no se podría. Tosí varias veces. Mi madre se encargaba de bajar mi fiebre con pañitos fríos. Además de atiborrarme de pastillas. Varias veces mi mente se iba lejos y volaba por las praderas del Tibet, el lugar que más deseaba conocer. Otras veces veía a Mario sonriéndome, mientras caminábamos por las calles de Montreal. Él era tan especial. La persona que más admiraba en la vida. Sin embargo, la imagen de Mario la veía borrosa, mientras que la de Louis la podía ver más nítidamente. Su sonrisa era especial. Era inevitable devolverle la sonrisa. Sentirse bien con él. En mis sueños, Louis acariciaba mi rostro y yo me sentía en paz.

Abrí los ojos de golpe porque sentía que acariciaban mis cabellos. Me sorprendí ver el rostro de Louis tan cerca de mi. Estaba sentado a mi lado. Sujetaba con delicadeza una de mis manos y con la otra acariciaba mi cabello. Tenía un semblante preocupado, pero al ver que despertaba sonrió levemente.

- Hola Janni ¿cómo te sientes?

- Fatal---respondí con escalofríos--- pero la fiebre ha bajado, o eso es lo que dice mamá ¿qué haces aquí Louis? te puedes contagiar con mi resfriado.

- Vine a buscarte, pero tus padres me dijeron que estabas resfriada, así que estuve un rato hablando con ellos, hasta que la vecina que te iba a cuidar mientras ellos iban a la cita con el cardiólogo de tu padre, llamó y dijo que no podía venir porque uno de sus hijos se cayó de las escaleras y estaba en el hospital, así que me ofrecí voluntario para cuidarte.

- ¿Y mis padres te dejaron sólo conmigo?---pregunté incrédula. Ellos eran tan chapados a la antigua.

- Si ¿por qué?---preguntó él curioso

- Porque mis padres son conservadores

- Si, me di cuenta, pero les prometí que no tenía ningun sentimiento deshonroso hacia su hija, que la cuidaría como una porcelana---contestó él sonriendo

- Definitivamente eres especial---dije sonriendo levemente--- ningún hombre habría convencido a mis padres.

- Si, pero tu sabes que yo soy único---él guiñó un ojo y sonrió. Yo le correspondí igual hasta que me dió un ataque de tos. Louis me dio le vaso de agua que tenía en la mesita de noche. Cuando me alivié, Louis me ayudó a acostarme--- ¿mejor?

- Si, un poco

- Tienes una biblioteca magnifica---comentó él revisando mi habitación. Una media pared llenaba algunos de mis libros.

- Es pequeña, pero gracias-- dije con una media sonrisa--- en mi casa tengo una más grande. Es una habitación completa.

- Algún día me llevaras a conocerla--- contestó él con una sonrisa--- amo las biblotecas ¿Puedo revisar?--- asentí y él se levantó a observar los títulos de los libros. Estuvo un rato así, hasta que sacó uno pequeño. Lo reconocí enseguida y me sorprendí. Louis se volvió hacia mi y se sentó para leer lo que contenía le libro.

- ¿Te gustan los cuentos?

- Si---respondió Louis pasando las páginas--- de pequeño me gustaba que me leyeran cuentos. Al crecer, los papeles cambiaron y yo les leía los cuentos a los niños del palacio. Ahora no tengo tiempo, pero me gusta mucho--- nos quedamos en silencio. Cada día me sorprendo más con él, pero era fácil imaginarse a Louis leyendole a unos pequeños niños. Era una imagen enternecedora.

- Louis---él desvió sus ojos hacia mi y me miró interrogativo--- ¿puedes leerme un cuento?--- el rosto de él fue como un libro abierto. La alegría inundaban sus facciones.

- Con mucho gusto princesa mía---me sorprendí por su apelativo, pero no dije nada. Louis comenzó a leer con su dulce voz. Era fácil envolverse en su melodiosa voz. Dejarse llevar por cada palabra pronunciada. Como si fueran parte de ti. Su voz me transportaba a un lugar tranquilo, en paz. Algo que desde hace tiempo no sentía. A lo lejos sentí las alarmas prenderse, pero las ignoré. Louis era para mi alma como un salvavidas. Seguí escuchando sus palabras y me dejé llevar por la paz que transmitía. Ya después solucionaría los sentimientos conflictivos que estaba creando Louis en mi interior, sin darse cuenta.

***

Observé el rostro durmiente de Janni, y gozo no cabía dentro de mi. No pensé que en algún momento tan cercano la vería durmiendo. Los últimos meses me la imaginé, pero la realidad supera la imaginación. Es tan bella que mis ojos aun no se lo creen. Si pudiera decir que la perfección existe, la pondría a ella como ejemplo. Y se que algún día, ella será mi esposa. Es un camino largo, pero no imposible.

Al hablar con sus padres, supe que Janni había abandonado su carrera profesional y que estaba a punto de caer en depresión y que si no lo ha hecho es porque ignora la realidad. Ellos me confesaron que estaban muy preocupados. Su Janni se había transformado en esa mujer ojerosa, apática y sin ganas de vivir. Me mostraron fotos de ella cuando era pequeña y durante sus estudios universitarios. Pude ver a una joven Janni sonriente y llena de vida. Sus ojos mostraban sueños y esperanzas. Cosa que ya no se veían, porque estaba rota por dentro.

A los padres de Janni, les prometí cuidarla y protegerla porque estaba enamorado de ella. La amaba más que a mi vida misma. Se sorprendieron de mi declaración y claro esta que me preguntaron quien era yo y que hacía. Al decirles, su sorpresa fue aun mayor, pero les volví a decir que eso no me valía nada en comparación con estar con Janni. Se que ella no me ama, pero el tiempo cura las heridas y yo la ayudaré a sanarlas. Miré otra vez su rostro y acaricié su mejilla. Besé los nudillos de su mano "Te cuidaré siempre Janni Gómez".

Conquistando Tu Amor- Serie Amigos de la Realeza N°3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora