Capítulo N°5: "Primeras Palabras"

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#NARRA Atenna#

Entró y cerró la puerta detrás de él. Gabriela, Sofía y yo nos congelamos, yo sólo podía ver como él abajaba las escaleras con el bastón en la mano.
Se detuvo cuando vio como estaba aquel sótano, quedó sorprendido mientras miraba cada rincón.

No se las demás, pero eso me hace una idea de que ese sótano nunca se había limpiado...

– Tú... — Me señaló con el bastón. — Ven aquí.

Temblando me levanté y caminé con temor hasta quedar a un metro de distancia.

– Ven conmigo. — Me indicó y yo comencé a subir las escaleras con él detrás.

Abrió la puerta y salí, con cada paso que daba sentía que las piernas me iban a fallar y terminaría en el suelo. Terminamos en una habitación de paredes blancas, había una mesa con 4 sillas, tres estaban en la mesa y la otra en un rincón. Me empujó y entré, me sentó en la silla que estaba sola.
Quedé frente a las otras dos, y en la esquina derecha detrás de mí estaba la otra.

– No te muevas de aquí. — Dijo y después salió.

Apoyé mis codos en la mesa y mi barbilla en mis manos, ya sólo me tocaba esperar a ver que me iba a hacer.
Extrañaba a mi padre, mi hogar, mis cosas, mi vida... Sin embargo estaba en quien sabe donde con quien sabe quien...

La puerta se abrió y entraron los tres hombres, el más alto y el de lentes frente a mi, y el chicos de ojos miel, que había entrado con la miraba baja, se sentó en la silla de la esquina detrás de mi.

Tragué saliva con dificultad, ver a esos tres hombres serios me entraba temor. ¿Quién era yo a comparación de ellos? Nadie, me ganaban física y psicológicamente.

El más alto dejó un cuaderno sobre la mesa junto con un bolígrafo, el cuaderno tenía la portada azul oscuro.

– Hermosa... — Dijo llamando mi atención. Fruncí el ceño, no me gustaba que me llamara así. — Disculpa, ¿Te ha molestado? — Preguntó con burla e ironía.

– Si, no me llames así, ni tu, ni nadie. — Respondí molesta.

– ¿Y cómo mierda quieres que te llame? — Preguntó con el mismo tono. — ¿Perra?

– Tengo nombre y apellido, utiliza cual gustes. — Le dije, más que como una sugerencia, una orden.

– Bien, “Signorina Atenna D'angelo”. — Dijo haciendo comillas. — Hay dos maneras de hacer esto; a lo fácil, sin dolor, sin sufrimiento... O a lo difícil. ¿Cuál gustas?

– Todo depende para lo que se vaya a llevar a cabo. — Respondí seca y alzando la mirada. ¿Tenía miedo? Por supuesto, pero no iba a demostarlo ya de ninguna manera, además, la furia se estaba apoderando de mí.

– Queremos las claves de tus tarjetas, no es difícil, ¿O sí? — Dijo el chico de las gafas.

¿Querían dinero? ¿Eso es todo?

– ¿Lo único que quieren es el maldito dinero? — Pregunté molesta, no era necesario todo este maldito secuestro a mitad de la nada para eso, ofrecí todo para que me dejaran en paz y aún así estoy aquí.

– Es lo principal. — Respondió con una sonrisa macabra y pícara, viéndome de arriba, me estaba comiendo con la mirada.

Que maldito asco, es un morboso de mierda.

¿Secuestrada? - Gianluca GinobleWhere stories live. Discover now