Capítulo 4: Pelirroja extraña

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Clara en definitiva es pésima patinando, pero he de admitir que ha hecho un gran esfuerzo. Logró mantenerse de pie por su cuenta unas pocas veces, pero en cuanto se confió como para patinar al igual que los demás, tropezó de sentón y su ropa está un poco húmeda por el hielo. Dijo la verdad cuando mencionó que no se le daban los deportes, y aunque ya cayó un chingo de veces, no ha dejado de reírse en cada una de ellas y volver a intentarlo. Al principio patinaba con miedo a tropezar, pero parece que ahora le da igual caerse o no.

-¿De verdad te da igual quedar en ridículo?- La miro mientras ella hace lo posible por pararse. Debería ayudarla, pero después de tanto hacerlo, ella misma me pidió que la dejara levantarse sola.

-Bueno, de algo me tengo que reír cuando sea viejita, ¿no lo crees?- Se sostiene de la barda y con una mano se soba el trasero.- Aunque el dolor de pompis será el único mal recuerdo.

Me río un poco.

-Yo no tengo la necesidad de hacer ridiculeces, con las tuyas tendré suficiente para contarle a mis nietos.

-¡Oye! Cuidadito. No querrás conocerme enojada.- Frunce el ceño con una sonrisa maliciosa.

Le devuelvo la sonrisa y analizo su rostro. Sus mejillas están tremendamente rojas de tanto esfuerzo que ha hecho por patinar mejor, su cabello se ha esponjado un poco de las sacudidas, la frente le gotea un poco y los lentes se le resbalan a cada rato por el puente de su nariz. A pesar de lo fatal que se ve, no deja de sonreír y divertirse.

-¿Hay alguna ridiculez de la que te arrepientas?- La tomo del brazo y la ayudo de nuevo a recobrar el equilibrio.

-Emmm... hubo una vez en la que me caí en las escaleras de la Friki Plaza.- Contesta mientras se aferra a mi brazo.

-¿Y por qué te arrepientes de ello?

-No fue por la ridiculez, sino porque me esguince la rodilla con la caída.

-Auch...- Pongo expresión de dolor, arrugando la nariz y entornando un ojo.

-Te digo que mis piernas son muy torpes. Las únicas cicatrices que tengo, son las que llevan mis rodillas.

-Entonces siempre metes la pata.- Ella asiente con la cabeza y luego se bota de la risa.

Patinamos juntos por un rato más. Clara sigue tropezando y yo hago lo posible por no poner los ojos en blanco, aunque debo admitir que sus caídas me han sacado una que otra sonrisa. Las bocinas de la pista sueltan un chirrido ensordecedor y luego habla la voz de una mujer, avisando que la pista de hielo será cerrada para que la puedan pulir, con la enorme máquina que tiene pinta de tractor. No recuerdo como se llamaba esa cosa.

Nos reunimos con las demás personas y salimos de la pista. De repente la sala para cambiarse los zapatos está a reventar. Esta vez Clara se ofrece para ir a recoger nuestros zapatos y le toca la buena suerte de ser atendida por otro chico del servicio, no él pendejo que no tenía idea de lo que hacía. Ella se acerca a mí con los pies descalzos y me percato de que lleva unos calcetines de Angry Birds. ¿Cuándo dejará de sorprenderme? No van ni 24 horas de conocerla.

Clara se sienta junto a mí y nos ponemos nuestros zapatos.

-¿En serio? ¿Calcetines de Angry Birds?- Levanto las cejas y me abrocho las agujetas.

-¿Qué tienen de malo?- Se detiene antes de ponerse el tenis derecho y levanta el pie para mostrármelo mejor. -Son divertidas.

-Normalmente todos las usan de un solo color, con excepción de los niños.

-Como digas. A mí me gusta mucho tener calcetines de caricaturas.- Se pone su tenis. -Tengo también de Piolín, Pucca, My Little Pony, Minions, Bob Esponja y demás.

7 días para ConquistarlaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt