Capítulo 17: Daño irreparable

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Y aquí vamos de nuevo. Tomo el mismo camino en el transporte público hasta Bellas Artes, pero esta vez me invade la melancolía y la preocupación. Siento un deja-vu. El metro va casi vacío. Lo típico del domingo, y sin embargo, mientras para los demás es un día de descanso, para mi es uno muy importante.

El plan es convencer a mis amigos de guardar el secreto, antes o después de que llegue Clara. Depende de qué tan puntual sea. Lo más conveniente para mi, sería que fuera antes de que ella llegue, así las probabilidades de meter la pata, son menores. No me importan las burlas por parte de Jessica, ni de ninguno de mis amigos. Lo único que me interesa, es mantener a Clara fuera de la zona de peligro, en la que se entere de que sólo me acerqué a ella para ganar una estúpida apuesta.

En la mañana, mamá quiso hacerme muchas preguntas con respecto a lo que hablamos ayer, pero yo no quise responder a nada. Me limité a decirle que haría lo posible por que todo saliera bien. Es increíble que en toda esta semana, no sólo he logrado cambiar mi forma de pensar, sino que logré hacer una conexión que jamás había tenido con mi madre, e incluso le agradezco sus pláticas. Gracias a ella me di cuenta de que Clara es la chica perfecta para mí. No necesito de Amelia, ni de ninguna otra chica. Nadie me hará sentir lo mismo que logro sentir por ella.

Camino de la estación del metro hasta el Cielito Querido. Parece como si hubiera estado aquí hace siglos. Mis pasos son flojos, como si mis piernas pesaran una tonelada al caminar; las manos se me han congelado por el aire fresco matutino y el pelo se me ha alborotado. La alameda central también está muy tranquila; hay unas cuantas personas que salen a correr, otras que sacan a pasear a sus mascotas y, por supuesto, las parejas amorosas.

Resoplo. Trago saliva en cuanto estoy frente a la cafetería. Respiro hondo, exhalo despacio y entro por fin.

Miro alrededor en busca de Clara y para mi fortuna, no ha llegado todavía. Al fondo me encuentro con la mesa que solemos usar mis amigos y yo. Todos llegaron sin falta; Tyler, Alan Louis, y atrás del mostrador, atendiendo a los clientes, Jessica. Mis amigos me hacen señas y yo fuerzo una sonrisa, pero no me acerco. En lugar de ello, paso directamente al mostrador y me formo en la fila.

Jessica me ve entre la gente y se apresura por atender a todos para tener contacto conmigo. No tardo ni 5 minutos en encontrarme con esa sonrisa amistosa que todos los sábados me regala. Ni siquiera hace falta que le diga nada, cuando llego hasta ella, se aleja a las cafeteras y me prepara lo de siempre. El silencio me mantiene cómodo y tranquilo, aunque me voy preparando psicológicamente para el bombardeo de preguntas que seguro me hará sobre los últimos "7 días".

Me entrega mi café y yo le pago al momento.

–¿Gerente?– Pregunto.

Jessica mira por detrás de su hombro, hacia la pared y ambos miramos la fotografía enmarcada de Jessica, con una pequeña placa en la base que dice; "Gerente del personal". Vuelve a mirarme y sonríe orgullosa de su nuevo puesto. Se encoge en hombros.

–Oh, no me había dado cuenta.– Su tono es juguetón.

–Lo tienes muy merecido. ¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?

–Casi dos años.– Responde con entusiasmo.

Mira el reloj que está a su espalda.

–Terminó mi turno.– Me informa. –Dame 5 minutos para marcar mi salida y me reúno con ustedes.– Levanta una ceja y ahora me dedica una sonrisa perversa. –Estoy ansiosa por escuchar qué tal estuvo tu semana.

Aprieto la mandíbula y sostengo con fuerza mi vaso de café.

Sin más qué decir, me dirijo a la mesa donde se encuentran mis amigos. De ellos no tengo idea de qué esperar. Tengo algunas teorías, pero unas son más probables que otras. Nada en concreto me hace pensar con seguridad de que van a estar de preguntones o simplemente esperarán a que sea yo quien hable.

7 días para ConquistarlaWhere stories live. Discover now