Capítulo 5: Segundo día

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Voy de camino al pequeño teatro del que me habló Clara, en Uber. Se encuentra en la colonia Roma, pero el problema es que no hay lugar para estacionarse, por lo tanto no pude llevar el auto de mamá esta vez. De todas maneras viajar en Uber me parece más seguro que un taxi normal. Aunque, siendo realista, no falta mucho para que metan corrupción también en este medio. Todos pasan en algún momento por lo mismo, y por eso hay que aprovechar antes de que valga madres.

El camino es corto. Me pregunto si el dichoso teatro sea tan pequeño como los del Centro Cultural, que están en Cuautemoc. O tal vez un poco más grande. Tengo mis expectativas lo más neutral posible. No es como si Clara fuera una gran estrella de teatro, pero tampoco como si actuar fuera cualquier cosa. Esa gente hace un gran trabajo por mentirle a los demás, porque finalmente eso es la actuación, volver muy parecida una mentira a la realidad. Por eso no me gusta ver novelas, a pesar de que a mi madre le encantan. O en realidad sólo las ve para criticar la psicología de cada personaje.

El Uber me deja en la dirección que me dio Clara por whatsapp, aunque estoy desconcertado, porque lo único que veo es una enorme casa o un pequeño edificio color azul. Verifico de nuevo que sea la dirección correcta, y lo es. El lugar no tiene nada de pinta de ser un teatro, ni una escuela de actuación. Sólo parece una casa enorme con unas ventanas muy retros. Salgo del Uber y me dirijo a la puerta con el número que marca en los datos. Toco el timbre con recelo y una pequeña puertita con barrotes situada en el portón se abre. Aparece el rostro de una mujer de media edad.

–Perdón, joven. El teatro está cerrado.– Dice la señora. >¿En serio este es el puto teatro?<, pienso.

–Soy amigo de Clara Medina.– Le informo. –Me dijo que la vería aquí y que me dejarían pasar.

–Oh, vienes con Clara. Discúlpeme, joven.– La señora cierra la puertilla y se escucha por dentro los ruidos de las cerraduras que se abren junto con el tintineo de unas llaves, hasta que al final, la señora abre el por fin el portón. –Por favor pase en silencio. Todos están ensayando.

Me adentro por el portón y paso junto a la señora de cabello cano y la piel ligeramente arrugada. La luz no favorece mucho, y tampoco el color de las paredes. Hacen que se vea muy oscuro, asique mis ojos tardan unos segundos en acostumbrarse. Me detengo frente a un escritorio justo del lado derecho de una puerta. Miro el escritorio. Hay una computadora, una carpeta abierta con varias notas, folletos y posters, –todos son para promocionar la obra– que llevan a los actores para interpretar a la Bella y la Bestia, de fondo están el candelabro, el reloj, la tacita, (actores con botargas) y por último, está clara con su disfraz de la señora Potts, mirando con alegría a los protagonistas.

Tomo uno de los folletos y lo abro con curiosidad. Están anotados los nombres de los actores, el director, los temas musicales, fotografías de escenografía y vestuarios. No entiendo que tiene de especial la película de La Bella y La Bestia. Sólo es uno de los tantos clásicos de Disney. De niño me gustaban esas películas, pero ahora con tanta innovación en el cine, ¿quién necesita una película en 2D? En mi opinión están sobrevalorando este clásico.

La señora de la puerta aparece por un lado de mí y se sitúa detrás del escritorio. Apunta algunas cosas en la carpeta y luego la cierra, para después dirigirme la mirada. Dejo el folleto en su lugar y la señora me ofrece una amable sonrisa.

–Pasa por esa puerta, pero recuerda que en silencio.– Se sienta, apila los folletos y los guarda en un cajón del escritorio.

–Gracias.– Contesto cortésmente.

Paso por la puerta y me encuentro con una enorme habitación aún más oscura. De nuevo mis ojos tardan unos segundos en acostumbrarse, hasta que mi visión se vuelve más nítida. Alrededor veo escasos asientos, luces tenues en las pareces y en el centro, las luces brillantes apuntan hacia el escenario. El teatro es muchísimo más chico que el Centro Cultural de Cuautemoc. Es del tamaño de 3 salones de clase a lo mucho. Pero bueno. Me adentro por la orilla hasta que encuentro un lugar hasta atrás. Afortunadamente en la parte de los asientos hay bastante oscuridad, por lo tanto, ninguno de los actores se han dado cuenta de mi presencia.

7 días para ConquistarlaWhere stories live. Discover now