Capítulo 16: Tiempo agotado

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-¿Qué cosa?- Despega su frente de la mía y me mira con recelo.

Abro la boca, dispuesto a confesar la verdad, cuando las palabras se me quedan en la garganta al ser interrumpido por una voz familiar.

-¡Clara!- Grita el director. -Es el último ensayo de las canciones. Apresúrate.

Los demás chicos se reúnen junto al director con los guiones en mano y se empiezan a escuchar los instrumentales, resonando en el pequeño teatro. Realmente me sorprende que en un espacio tan pequeño se puedan realizar obras. En cierta forma, podría ser complicado, ya que tendrían que actuar todos demasiado apretados.

Clara me mira apretando los labios y se encoge en hombros.

-Ya lo oíste. Tengo que ir.- Se libera de mis brazos y se reúne con sus compañeros, sin darme la oportunidad de decir nada.

Me invade la melancolía y de nuevo el miedo. Entre más prolongado sea el tiempo para decirle la verdad, más se complicarán las cosas. Aunque, pensándolo detenidamente, podría mantenerlo en secreto. Mañana podría convencer a mis amigos de que cierren el puto hocico y así no tendré que romperle el corazón a Clara. No estoy seguro de lo que sienta ella por mí, así que estoy preparado para aceptar el castigo acordado.

Es increíble que sólo hayan pasado 7 días y yo tengo la impresión de que han sido meses. A estas alturas, creo que es injusto que la semana haya terminado. Pude haber aprovechado mejor mis tiempos, si tan sólo hubiera conocido antes a Clara.

Ya no me siento el mismo chico que era apenas el sábado pasado y viéndolo desde la perspectiva de los demás, daba pena ajena. Cómo me arrepiento de todo. Fui un asco. Lo sigo siendo.

♥♥♥♥♥

El resto del ensayo, me la pasé sentado en los asientos para el público. Disfruté de los excelentes números musicales. Honestamente, los chicos que interpretarán al reloj y el candelabro, tienen mucho talento. Lo que más me sorprendió, fue la facilidad con la que el chico candelabro imitó casi a la perfección el acento francés. El chico con el papel de bestia supo manejar muy bien la brusquedad con la ternura. De la tal Cecilia... no estuvo tan mal, pero tampoco tan bien. Y de mi Clara ni se diga. Sus interpretaciones fueron impecables y hermosas. Y no lo digo sólo porque esté enamorado de ella.

Creo que me la puedo imaginar con esa botarga de tetera, y aún así, me seguiría gustando. Pensada que jamás podría ver atractivo en una chica como ella, pero incluso la subestimé. Cuando la vi por primera vez, imaginé encontrarme con una chica gorda y tímida. De esas que todo el tiempo se hacen menos así mismas. Eso era lo que más me molestaba pensar. Lidiar con una chica insegura, porque entonces, tendría que forrarla de mentiras. Pero Clara fue todo lo contrario a lo que pensaba. Casi no necesité piropos innecesarios.

Conduzco hacia un restaurante que está en Vallejo. El tráfico está tranquilo y a nuestro lado izquierdo, circula el metrobus. Tengo el estómago revuelto, pero no me importa con tal de llevar a Clara a cenar. Ya me la puedo imaginar quejarse de alguna cosa allá. Quizá de lo elegantes que vayan las personas, la decoración, el servicio. No lo sé. Dejemos detrás de que no es tímida; sino lo imprudente que puede ser. No le importa expresar sus pensamientos, por muy pesimistas o crueles que sean.

Cuando llegamos al establecimiento, la guío fuera del auto hasta la entrada del restaurante. Es un lugar informal, para que Clara se sienta cómoda y si mal no recuerdo, el servicio es rápido y de muy buena calidad. A estos lugares le gustaba traerme mamá y papá cuando era pequeño. Cómodo, familiar y acogedor, fueron las palabras con las que mi madre describió el lugar.

La suave música se escucha por todo el restaurante y es un toque agradable. Clara y yo tomamos una mesa justo al fondo junto a la ventana y esperamos a ser atendidos. Intento analizar su expresión, pero no hay nada fuera de lo común. Sólo está... muy indiferente con la elección de restaurante.

7 días para ConquistarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora