Capítulo 18: Al final del camino

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–Matt. En serio debes salir de esa cama.– Escucho la dulce voz de mamá. Suelto un gruñido y me pongo la almohada en la cara.

–Déjame en paz.

No tengo ganas de hacer nada. Desde que perdí a Clara no he hecho más que encerrarme en la oscuridad de mi habitación y escribir muchos correos, pidiéndoles disculpas a muchas chicas. No me tomó más de dos días, lo cual fue de poca ayuda para mantener mi mente ocupada. Mamá trató de ayudarme con sus cosas de loquera, pero no me sirvieron de nada.

Es increíble que ya pasara una semana y mi corazón todavía siente el putazo como la primera vez. Intenté llamarle a Clara, e incluso fui a su casa, pero su familia también se enteró de todo y nadie me recibe o me ayuda para que me escuche y me dé una segunda oportunidad. Ni se diga de los mensajes, perdí la cuenta, al igual que con las llamadas. Suena y suena, pero nunca contesta, ni siquiera para decirme que no le llame o para pedirme que la deje en paz. Es una completa tortura que me consume poco a poco.

La cama se hunde por una de las orillas. Seguro que mamá se acaba de sentar a mi lado. En respuesta, me pongo la cobija hasta la cabeza, con la esperanza de que me deje solo y pueda seguir lamentándome en silencio.

–Hijo, no me gusta verte así. Tienes que levantarte.– Susurra. –Estoy muy preocupada. Apenas comes y te la pasas todo el día acostado en la oscuridad.

Vuelvo a gruñir.

–¿Qué caso tiene?– Me quejo. –No va perdonarme.

–Pero la vida sigue, y estoy segura de que encontrarás a otra chica que...

Me quito la cobija de un tirón y me incorporo, interrumpiéndola con furia y dolor.

–¡Jamás encontraré a nadie como ella!– Y de nuevo, las lágrimas me resbalan por las mejillas, pero no sollozo. Estoy demasiado furioso conmigo mismo. –¡La chica perfecta no aparece dos veces en la vida! ¡Soy un imbécil por haber hecho esa maldita apuesta o tal vez cometí el error de enamorarme de ella, cuando se supone que no debía hacerlo!

Me siento en la orilla del lado contrario y le doy la espalda. Me paso las manos por mi pelo alborotado, jalándome desde la raíz. Las heridas tardan mucho en cicatrizar, pero yo no siento lo más mínimo porque ese momento llegue.

La voz de mamá habla en susurros.

–Cometiste un error.– Reafirma lo obvio. –Pero si no hubieras hecho esa apuesta...– Me acaricia el hombro con su mano. –jamás la habrías conocido.

Levanto la mirada, mirando la pared frente a mí. Es cierto. Sin la apuesta, jamás habría conocido a Clara. Todo lo de la apuesta pudo ser una señal o alguna mierda parecida.

–Hay alguien que quiere verte.– Me informa mamá. –Estaré afuera. Por favor, sal de aquí para que puedas atender a tu visita, que al perecer tiene algo importarte que decirte.– Me acaricia el pelo y se acerca a darme un maternal beso en la coronilla. Luego se eso, se baja de la cama y sale de mi habitación, cerrando la puerta tras ella.

¿Quién querría verme ahora? Sinceramente no me importa ver a nadie que no sea Clara. Estoy hecho un asco, física y mentalmente. Nunca pensé verme así algún momento de mi vida. A mis 20 años, sufriendo por perder a una chica de 17 años, que extrañamente es todo lo contrario a mi ideal de chica perfecta, y aún así, estoy loco por ella.

Miro el mueble que está junto a mi cama. En él está el brazalete que le había regalado a Clara. Todo lo que ella es y representa, está en esos pequeños dijes; su personalidad, gustos y esencia, en una sola pieza. Estiro mi brazo y tomo cuidadosamente el brazalete, para luego acariciar con ternura cada dije. Las imágenes de Clara, vienen a mi mente, y aunque es doloroso, me aferro fácilmente. Suelto un suspiro y me pongo el brazalete. Quizá Clara se olvide de mi, pero este brazalete se encargará de que yo jamás me olvide de ella.

7 días para ConquistarlaWhere stories live. Discover now