7 días para Conquistarla

Capítulo 15: Último día

Capítulo dedicado a: @CakieCupcakePastel, @Red_Books y @hermione112799DK

Jamás creí sentirme tan angustiado en toda mi vida. Mi habitación se ha convertido en un maratón de caminata, por los nervios que me recorren todo el cuerpo y la cabeza me pulsa. De nuevo vienen aquellas voces de mi conciencia y no se detienen con nada. Se podría decir que estoy entre la espada y la pared.

– Tengo que decírselo.– Me jalo el pelo desde la raíz. –O sólo me odiará más.

Probablemente me estoy volviendo loco. Estoy hablando solo y mi cabeza se debate entre decirle todo a Clara, o evitar que se entere. Me aterroriza lo que pueda pasar cuando lo sepa. ¿Y si ya no quiere volver a verme? ¿Y si no me perdona? ¿Y si me odia el resto de su vida? Esas preguntas me retumban en la cabeza junto con el miedo reflejado en el dolor de estómago y mis piernas tiemblan, al igual que mis manos. Por un momento pienso que podría darme párkinson.

Al principio todo estaba calculado. Tenía que enamorar a Clara para ganar la apuesta, sabía que de no me afectaría porque no creí que de verdad me llegara a importar. Pero es demasiado tarde y ahora no me hago a la idea de perderla. A pesar de que sólo han sido pocos días, le dediqué cada hora, minuto y segundo. Ella ha convertido los últimos días en los mejores de mi vida. No importa si no es esbelta y bonita, para mi es perfecta. No necesita todo lo aquello que tiene Amelia, Clara es única y especial. En cambio Amelia, es una chica típica y muy apegada a los estereotipos. Es fácil adivinar sus movimientos por lo predecible que es. Pero mi Clara no es así.

–Tengo que decírselo hoy, no queda otra alternativa.

En estos momentos me importa un carajo jamás volver a entrar a la cafetería en la que trabaja Jessica, o disculparme con todas las chicas con las que he jugado. Todo lo que quiero es que Clara me dé la oportunidad de permanecer a su lado, sin ninguna apuesta de por medio. Me muerdo el interior de la mejilla, buscando la opción más viable. Quizá si soy honesto con ella, pueda perdonarme en poco tiempo, pero soy un cobarde. No sé qué hacer.

Miro la hora en el reloj colgado arriba de mi cama. Son apenas las 11 de la mañana. Anoche que Clara se fue con su familia a casa, quedamos de mandarnos mensajes, y lo hicimos, pero me advirtió que probablemente se despertaría hasta tarde por lo cansada que quedó de la fiesta y por ello no puedo ir a visitarla temprano como había estado haciendo estos últimos días.

Es un martirio, porque cuando no estoy con ella, el tiempo se pasa más lento. Toda una tortura. Incluso puedo oír resonar en mi cabeza el movimiento de la manecilla de los segundos de mi reloj. Tic, tac, tic, tac. Me taladran en los oídos.

Por una parte, mi cerebro se aferra a la cruda realidad. "Clara no va a perdonarme y yo me arrepentiré el resto de mi vida". Me niego a creerlo o aceptarlo. Pero debo ser realista. La peor parte de que se enoje conmigo, es que le romperé el corazón inevitablemente. ¿En serio al principio eso no me preocupaba? Dios, soy un monstruo. Clara no tiene la culpa de esa estúpida apuesta y ahora justamente ella será la que pague las consecuencias, al igual que yo al no recibir su perdón. Soy consciente de que su odio lo merecería, pero mi corazón se destrozaría en cuanto viera esa mirada llena de furia –la misma con la que habla de su padre–. ¿Tan bajo he caído? ¿Ahora me parezco a su padre? ¿Tenerla al borde de la felicidad, para luego pisotearla? Soy un pendejo. Debí saber que esto ocurriría, desde el momento en que me empecé a sentir extraño con ella.

Salgo de mi habitación con la esperanza de encontrar una distracción. Me estoy torturando a mí mismo. Entro a la cocina y me encuentro con mamá, sentada en la diminuta mesilla que permanece allí cuando no usamos el comedor. Intento actuar de forma natural. Saco de la alacena un platón, cereal y leche del refrigerador. Luego de ello, me tumbo frente a mamá en la mesilla, fingiendo que es un día como cualquier otro.