Capítulo Vlll

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Gota a gota, gotas que parecen lágrimas, lágrimas que caen al suelo, un suelo que es reflejo del cielo.

Llovía, caía una fina lluvia, pero había truenos y relámpagos, el cielo gritaba con agonía, una agonía que sentía también el corazón de Serena.

Parecía como si el cielo fuera un reflejo del alma de la princesa.

Truenos que reflejaban su furia, relámpagos que reflejaban su dolor y lluvia que reflejaba su tristeza.

El camino a la Fortaleza se estaba haciendo tedioso y pesado por la lluvia, los caminos se encontraban embarrados y el carruaje tenía que ir más lento de lo normal.

El ambiente se respiraba tenso y cargado y eso no ayudaba a Sammy, ya que los niños pequeños se inquietan al sentir ese ambiente, un ambiente cargado de penurias, ella cogió a su hermano, y le acostó en su pecho para que Sammy pudiera oír el ritmo de su corazón y se pudiera calmar.

Al cabo de un momento, Sammy se relajo y durmió. Serena al sentir la respiración pausada de su hermano, sonrió; su hermano era su vida, solo por verlo tranquilo, por ver esa sonrisa, merecía la pena todo, merecía la pena ser de Él.

A unos metros de allí, a la cabeza del pelotón iba el Demonio, calado hasta los huesos, mas no parecía importarle, para él que había pasado por verdaderos torrenciales de agua, esta fina llovía lo único que hacía era impacientarlo.

Tendrían que haber llegado a la fortaleza hace 3 tres horas y todavía les faltaba por lo menos 3 horas más de viaje.

El Demonio tenía poca paciencia, y ahora mismo su paciencia estaba en el límite. Su cuerpo le pedía a gritos estar con Serena, su cuerpo se lo exigía, después de los besos de la pasada noche, su cuerpo le pedía con exigencia que estuviera con ella.

En cuanto estuvieran en la Fortaleza se encerraría con la Princesa en una habitación y no saldrían en una semana

" una maravillosa semana"

Una sonrisa cruzó la cara del Demonio ante ese pensamiento.

Al cabo de cuatro horas de viaje,llegaron
a la Fortaleza.

La Fortaleza estaba rodeada de una gran muralla de granito y en el centro de ésta había una gran puerta con una enorme cerradura.

El Demonio bajó de su caballo y cogió la llave que pendía de su cuello y la colocó sobre la cerradura, le dio 3 vueltas a la derecha, cinco a la izquierda y una vuelta entera, la retiró y se la volvió a colgar en el cuello.

La puerta se abrió con un fuerte estallido.

El Demonio se subió de nuevo a su caballo y con un movimiento de su mano, todos los soldados empezaron a
entrar dentro.

Dentro de la muralla solo estaba la Fortaleza rodeada de un campo poblado con pequeñas casas.

A cada lado de la muralla había más soldados, todos ellos con sus espadas
envainadas y con la mirada al frente, las espadas brillaban por las gotas que caían en ellas.

Esos soldados que estaban ahí eran los que cuidaban la Fortaleza mientras el Demonio luchaba y los encargados de entrenar a los soldados que llegaban de todos los reinos conquistados.

El Demonio se bajó de caballo y todos los soldados le imitaron.

Fue hacia el carruaje, abrió la puerta y
se encontró a Serena dormida junto al hombro de su criada, la Princesa tenía en sus manos al pequeño.

El Demonio sintió unos celos horribles de Sammy, ese pequeño crio estaba en sus brazos siempre, ese crio podía dormir siempre con ella y él no, pero eso se acabaría hoy, ahora ella siempre sería suya.

En Manos del DemonioWhere stories live. Discover now