Capítulo Xl

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Felicidad, si Serena tuviera que describir las dos semanas siguientes que pasó en la Fortaleza con Diamante, sin lugar a dudas diría felicidad.

Cada día era diferente para ella, cada día encontraba una faceta diferente en el, facetas que le encantaban y que hacían que su corazón tuviera pálpitos de amor,
un amor que florecía como un capullo en primavera, sin parar.

Diamante era siempre tan amable y tan
atento con ella, tenía siempre algún detalle con ella.

Cada mañana, Diamante la levantaba pasándole fresías por el rostro y por el cuerpo.

Al principio, ella, se sentía como una intrusa, no sabía de dónde venía esa sensación, pero sentía como si no fuera de ese lugar, como si no encajara, cada vez que la miraba un soldado, aunque solo fuera para saludarla., una furia surgía de su interior, una furia para la
cual no tenia explicación y que al final decidió ignorar.

En esas dos semanas, ella solamente veía a Diamante por las mañanas y por las noches, ya que por la tarde, Diamante estaba con sus soldados encerrado en el despacho hablando de asuntos, que según Diamante eran decisivos que estuvieran bien atados antes de la boda.

Boda.

Serena ya tenía su vestido de boda, el mismo que usó su madre por lo que le dijo Molly ya que era tradición de la familia, llevar el vestido de novia de la madre.

El vestido era sencillo, de color blanco con ribetes dorados por los bajos,
era de manga larga, pero las mangas eran de seda transparente y con escote en forma de "v" tenía una cola enorme, de por lo menos 5 metros.

Serena estaba mirando por la ventana, viendo el atardecer, un atardecer que siempre le relajaba, y que ahora intentaba plasmar en un cuadro, había descubierto que la pintura era uno de sus pasatiempos favoritos y lo que más le gustaba pintar era atardeceres, pero por más que pintaba no podía pintar el
atardecer que veía desde su ventana sino otro atardecer, un atardecer que se reflejaba en su mente.

Con un suspiro ahogado, dejó los pinceles y depositó el cuadro acabado en un extremo de la habitación para
que se secara.

Al momento de hacer eso, Molly junto con Sammy entró en la habitación.

Ella sonrió, ver a su hermano, siempre le llenaba de calidez, una calidez diferente a la que sentía a cuando estaba con
Diamante, pero no por ello menos hermosa, simplemente era una calidez que no podía explicar, sino sentir.

Abrió los brazos, y Sammy con sus pasitos cortos se dirigió a ella con una gran sonrisa, esa sonrisa que solo le regalaba a ella.

En otra habitación, concretamente en el despacho del Demonio, el estaba dando los últimos toques para tenerlo todo listo para su boda con Serena.

La ceremonia se celebraría en la Fortaleza, donde sus hombres habían construido una capilla pequeña para el enlace.

Sus hombres de confianza partirían a la
mañana siguiente de su boda a las diferentes villas para gobernarlas en su nombre.

Todo estaba saliendo según sus planes.
Al anochecer, Diamante dio por concluida la reunión y se dirigió a la habitación que compartía con Serena, tenía grandes noticias para darle y no cabía en sí mismo de la emoción que lo embargaba.

Cuando abrió la puerta, vio a Serena escribiendo en unas hojas, sabía lo que estaba escribiendo:

su día de hoy.

Serena tenía miedo de volver a perder de nuevo la memoria y por eso cada día escribía en unas hojas todo lo que pasaba y todo lo que sentía, en una especie de diario personal que Diamante tenía prohibido leer, aunque él lo había leído, la curiosidad que sintió fue mayor.

En Manos del Demonioحيث تعيش القصص. اكتشف الآن