Capítulo XlV -final

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Miedo, confusión, amor, locura, rabia, tristeza.

Todas esas emociones rodeaban el frágil cuerpo de Serena que a duras penas podía seguir el beso demandante de Diamante.

Un beso en el que él demostraba una vez más el amor que sentía por ella y que ella era suya.

Suya.

Era suya en toda la extensión de la palabra, no solo porque se había casado con ella y habían hecho el amor, sino que también, el corazón de Serena había sucumbido a sus encantos.

Su corazón había caído en manos del demonio pero no así su mente.

La mente racional y cuerda de Serena, esa mente que le decía a gritos que se separara de él, que Diamante era un demonio, que la había utilizado para sus propios fines, que no había tenido consideración con ella.

Esa mente ganó esta batalla y con
un gran esfuerzo, ella quitó sus labios de los de Diamante y se retiró de él.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué abusaste de mí de esa manera? Estaba enferma, no recordaba nada, ¡te aprovechaste de mí!- gritó ella mientras intentaba alejarse de el aunque inútilmente ya que éste la tenía bien cogida del brazo para impedir que se fuera de su lado.

-Era lo mejor, te demostré mi amor de la manera más adecuada, así tenía que haber sido y se me dio la oportunidad de conquistarte. Ahora tu me amas.- dijo El mientras acariciaba la mejilla de la chica.

-Yo no te amo.- dijo ella, aunque en su interior sabía que era mentira.

Lo amaba y odiaba amarlo.

- Me amas, sé que me amas, es tu mente la que habla por ti y no tu corazón. Pero seré paciente querida pero no mucho, mi carácter a veces es demasiado ansioso.- dijo Diamante mientras le besaba el dorso de la mano con dulzura y caminaba hacia la puerta.- Además, no olvides que puedes estar embarazada.

Dicho esto Diamante se fue de la habitación dejando a una Serena confundida.

Se llevó sus manos a su vientre pensando en las palabras de Diamante.

Podía estar embarazada, todavía era pronto, pero cabía esa posibilidad, él dejo su semilla en ella y aunque solo lo habían hecho la noche de su boda, puede que él la hubiera dejado embarazada.

Lo amaba, era duro admitirlo para sí misma, pero lo amaba. ¿Cuándo, cómo por qué? Esas preguntas no
tenias respuesta, cada una de ellas no podían ser respondidas.

¿Dónde quedó su deseo de venganza?
Diamante caminaba de un lado hacia otro con furia por su despacho.

Sus pensamientos eran un remolino de emociones y todos ellos tenían un denominador común:

Serena.

La última semana había sido la mejor para él, su Serena estaba encantada, estaba enamorada de él y lo
expresaba sin miedo y con ahínco, hacerle el amor esa primera vez había sido como beber el maná del cielo y ahora vuelta a empezar con ella.

Sabía que ella lo amaba podía notarlo en sus ojos que aunque todavía había ese miedo e incluso ese deseo de venganza, notaba en ella el amor.

Ese amor que desde hacía semanas lo había acompañado.

Y él no estaba dispuesto a perderlo.

Volvió de nuevo a la habitación, para encontrarse con una Serena mirando el cielo con una mirada ausente.

Ella se giró lentamente cuando vio a Diamante sentarse en la cama con un gesto de preocupación.

-Quiero ver a Darien.-dijo ella volviéndose a él.

En Manos del DemonioWhere stories live. Discover now