Capítulo Xll

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Alumbraba.

El sol de la mañana siguiente alumbraba la habitación con sus pequeños pero fuertes rayos de luz.

El Demonio hacia apenas unos segundos que se había despertado y se dedicaba a acariciar la espalda desnuda de Serena.

Su Serena.

La felicidad que Diamante sentía le hacia parecer que estaba en un sueño, nunca en su vida se había sentido colmado de tanta dicha, pero ahí, al estar con ella en sus brazos, se sentía pletórico.

Unos pasos que se escuchaban alrededor de la puerta de la habitación sacaron de sus pensamientos a
Diamante que con desgana salió de la cama, besando la frente de Serena y arropándola para que su delicada figura no pasara frío, cogió unos pantalones que se encontraban en una silla y abrió la puerta justo cuando un nervioso Andrew estaba a punto de tocar la puerta.

-Mas vale que sea importante.- dijo Diamante con furia.- Porque si no lo es, tu cabeza corre peligro de acabar en el suelo.

-Es importante Señor, el ejercito del Norte esta en el Valle Dorado.- dijo Andrew con rapidez.

vio como el cuerpo de Diamante se tensaba, como sus puños se flexionaban y como sus ojos brillaban de una
manera peligrosa.

-Prepara a los hombres, partiremos al atardecer para sorprenderlos en la madrugada.Nadie se mete con lo que es mío.- dijo Diamante furioso.

Andrew corrió por el pasillo dando la voz de alerta de que pronto tendrían que partir, mientras que Diamante intentaba calmarse antes de entrar en la habitación.

" Me las pagaran, aquellos que hayan
osado entrar en mis tierras en este día, me las pagaran, no habrá piedad para ellos"

En el centro del antiguo reino, rodeado de ruinas, un muchacho se entrenaba con firmeza con varios hombres a la vez, su rostro era inexpresivo y sus estocadas precisas.

En ese momento él era un lobo y estaba esperando a que su presa viniera, porque él sabía que vendría y cuando lo tuviera en frente lo mataría con todas sus fuerzas, por matar al amor de su vida, por matar a un ángel.

"Te estoy esperando Demonio, te estoy esperando"

Serena sentía como unos dedos largos y ásperos acariciaban su espalda y una sonrisa involuntaria surcó su rostro.

El dueño de esos dedos se percató de esa sonrisa y siguió acariciándola por los brazos desnudos una y otra vez, hasta que ella se dio la vuelta y se encontró con los ojos purpuras de Diamante
que la miraba fijamente.

Serena se incorporó cogiendo con fuerza la sabana para no dejar ver su cuerpo
desnudo ya que le daba vergüenza que él la viera de esa manera.

Diamante se inclinó y depositó un beso dulce en sus labios mientras acariciaba el pelo y la nuca de ella

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Diamante se inclinó y depositó un beso dulce en sus labios mientras acariciaba el pelo y la nuca de ella.

-Buenos días mi reina.- dijo Diamante separando un milímetro su boca de la boca de ella.

En Manos del DemonioWhere stories live. Discover now