Parte 3

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Anna me observaba con una expresión indescriptible, miré a mi alrededor... una fina capa de fría nieve cubría la habitación, no supe que hacer, lo único que pasó por mi mente fue huir, salí de la habitación de mi hermana y corrí a encerrarme en la mía como antaño.

­­─ ¡Elsa! ¡Elsa, espera! ─ Anna me había seguido y golpeaba la puerta insistentemente ─ déjame entrar por favor, me sorprendió un poco lo que me dijiste, pero no es nada tan grave, anda, abre ya.

Demonios, demonios, demonios. ¿Qué rayos fue eso? ¿Es que estoy demente? Demonios. Me tranquilicé lo más que pude, esperé a que la escarcha que había cubierto mi habitación se disipara y abrí.

─ ¿Estás bien? ─ me preguntó Anna preocupada, yo asentí un par de veces ─ vale, tenemos que hablar de lo que acaba de pasar. ¿Amor prohibido? ¿No correspondido? Elsa... la persona de la que estás enamorada es... ¿Una chica?

─ ¿Cómo... cómo lo has sabido? ─ pregunté nerviosa, temerosa de que mi secreto se viera revelado tan temprano y sin haber hecho ningún avance.

─ Soy tu hermana, te conozco mejor de lo que crees, Elsa ─ me dijo muy seria ─ nunca te vi interesada por ningún chico, cuando papá llegaba a mencionar algo sobre el príncipe con el que te casarías al crecer, te cambiaba la expresión y sólo asentías con amabilidad, y lo que acabas de decir sólo confirma mi teoría, así que... ¿Quién es la afortunada? ¿Quién le robó el corazón a la reina de hielo?

─ Anna, ¿Eres consciente de la gravedad del asunto? ─ le pregunté sorprendida por su reacción tan positiva, y aliviada de que mi secreto siguiera a salvo ─ ¿Has sabido de un reino en el que rijan dos reinas? "Elsa, la reina homosexual" dirán por todos lados. ¿Y si el reino no lo toma bien? ¿Y si eso nos trae problemas?

─ Elsa, amas a esa chica, no cabe duda, jamás escuché discurso tan emotivo acerca del amor, ni siquiera yo, que estoy por casarme, siento algo tan intenso como lo que describes, cualquier amor tan grande como ese merece respeto y admiración, no importa si ambas son chicas. ¡Lucha por ella! ─ mi hermana me envolvió en un abrazo, pero en mi cabeza sólo resonaba "ni siquiera yo siento algo tan intenso", ¿Qué tan intenso era su amor por Kristoff?

─ ¡Anna! ¡Anna! ─ mi futuro cuñado gritaba por el pasillo en busca de mi hermana, que deshizo el abrazo y salió a encontrarlo, había visto cientos de veces como papá y mamá se miraban, había visto muchas parejas en el pueblo, había presenciado miles de expresiones de amor que me habían emocionado, sin embargo Kristoff y Anna no eran protagonistas de ninguna de ellas, tal vez eran sólo mis incontrolables celos, pero jamás los vi mirarse como todas esas parejas, la mirada de mi hermana era la misma que ponía al ver un vestido nuevo o los preparativos de una fiesta, Kristoff... era difícil saber lo que ese rubio desaliñado pensaba, intercambiaron algunas palabras en susurros mientras yo fingía no prestar atención.

─ Elsa, tengo que ir con Kristoff, parece que debe ausentarse unos días, regresará apenas con tiempo para la boda ─ Anna evitaba mirarme a los ojos.

─ Reina Elsa, lamento los inconvenientes que esto le causa ─ se excusaba Kristoff apenado ─ aunque Anna no puede acompañarme, ya he tratado de explicárselo, pero no quiere hacerme caso, debe quedarse a supervisar todos los preparativos, y la misión que me aguarda es un asunto familiar que preferiría atender sólo.

─ Anna, estoy de acuerdo con Kristoff, no podré encargarme de todo yo sola ─ claro que podría encargarme, pero no iba a desperdiciar tan grande oportunidad.

─ Está bien... ─ respondió mi hermana desanimada, tomó la mano de Kristoff y lo sacó de la habitación sin siquiera darle de tiempo de despedirse.

Limpié la habitación y me llevé todo a la cocina, pese a la interrupción, fue un excelente primer paso, si olvidamos mi explosión emocional, y las preguntas de Anna, ¿Qué le iba a responder? Es Anna, no podría quedarse con la duda, es tan insistente cuando quiere averiguar algo...

─ ¡Elsa! ─ la voz de Olaf detrás de mí me sacó de mis pensamientos ─ ¿Y bien? ¿Cómo te fue?

─ Yo... no lo sé... vamos, te contaré ─ le respondí caminando a mi habitación ─ fue un desastre, y a la vez me fue bien, es que... creo que hablé de más...

Le conté a Olaf todo lo que había pasado, las reacciones de Anna, la interrupción de Kristoff, todo lo que sentí, él lo meditó unos momentos, caminaba por la habitación, me miraba, seguía pensando, hasta que finalmente habló.

─ Es la oportunidad perfecta sin duda, con Kristoff fuera tienes a Anna libre todo el tiempo, la cuestión es... ¿Estás completamente segura de esto? ─ nunca lo había visto tan serio ─ no dudo de tu amor por Anna, es evidente que es fuerte e inquebrantable, pero tú misma pensaste en ello... ¿Podrás enfrentar los comentarios, el rechazo, los cuestionamientos de todo aquel que se oponga? ¿Estás dispuesta a arriesgarlo todo por estar con ella? ¿Harás lo que sea necesario para defender su amor?

Me quedé callada, no sabía bien que responder, la cabeza me daba vueltas, claro que mi amor por Anna era fuerte e inmenso, pero ¿Qué pasaría si el reino no estaba dispuesto a ser gobernado por dos reinas? ¿Qué pasaría si los otros reinos nos tomaban por una burla y cancelaban sus tratos comerciales con nosotras? ¿Y si, pese a todos mis esfuerzos, Anna se casaba con Kristoff?

No pude controlarme, me solté a llorar, y con ello la habitación se fue llenando de hielo, una escena similar se había suscitado años atrás, pero esta vez el llanto no era de tristeza, eran muchas cosas más, era frustración, incertidumbre, amor, duda, esperanza, dolor, ilusión, confusión, indecisión, tantas cosas pasaban por mi cabeza, tantos sentimientos bombardeándome el corazón, sentí la pequeña mano de Olaf palmeándome la espalda, no me dijo que parara, no trató de animarme, simplemente me dejó llorar, lloré tanto que mis ojos se habían hinchado y enrojecido, y no había en la habitación ni un milímetro que no estuviera cubierto de hielo.

─ Lo haré ─ dije una vez que me había tranquilizado un poco ─ Haré lo que sea necesario y enfrentaré cualquier obstáculo, y asumiré cualquier consecuencia, y si ella no me elije respetaré su decisión.

─ Me parece una sabía decisión ─ dijo Olaf mirando por la ventana ─ ¿Entonces le dirás quién es la chica de la que estás enamorada? ─ lo miré asustada ─ Anna quiere saber quién es la chica que te robó el corazón...

─ Demonios, no pensé en eso. ¿Qué le voy a decir? No puedo decirle que es ella, eso arruinaría todo mi plan.

─ Me temo que tendrás que mentirle, dile que es alguien que no conoce, alguien que conociste en tu último viaje ─ Olaf sí que es muy listo en estas cosas, después de todo sí debe ser un experto en el amor ─ Anda, ve a buscarla y cuéntale una pequeña mentira, en ciertas ocasiones es necesario mentir, pero al final la verdad sale a la luz, esperemos que en tu caso seas tú quien ilumine esa verdad.

─ Gracias Olaf, realmente no sé qué sería de mí si no te hubiera creado ─ lo abracé con cuidado y salí de mi habitación.

La habitación de Anna no estaba bien cerrada, una pequeña rendija permitía asomarse a su interior, y lo que vi a través de esa rendija me congeló el corazón. Mi hermana en ropa interior, besando efusivamente a Kristoff, que estaba en calzoncillos y cuyas manos recorrían todo el cuerpo de mi hermana. Quise irme, fingir que no había visto nada, pero la disminución drástica de la temperatura y la escarcha que empezaba a formarse me delató, Kristoff se cubrió de inmediato con las sabanas, mientras mi hermana, sumamente sonrojada salió de su habitación... 

Tormenta DesatadaWhere stories live. Discover now