Capítulo 29

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Ámber no me quitó la mirada, no parpadeó cuando levanté el arma. No se asustó cuando disparé.

Sus ojos no vieron a un maldito asesino a sangre fría. Vieron al Daemon que siempre la amó, vieron a su eterno enamorado.

El esbirro cayó con un golpe en sordo. Ámber corrió hacia mí con fuerza mientras otro esbirro la seguía.

La adrenalina me consumía mientras intentaba apuntarle al maldito que la seguía.

Alguien me empujó mientras disparaba, derribándome. ¡No,maldita sea! 

—¡¿Acaso te quieres morir, desgraciado infeliz?!—Gritó Andy después que una bala pasara por donde había estado mi cabeza segundos antes.

—¡Ya casi... ¡te asesinaban! —Me interrumpió. Gruñí corriendo a cubrirme tras el auto.

Respiré profundo, calmándome. Tengo que resistir por ella, tengo que volver a besarla.

Tengo que hacerla mía finalmente.

Los esbirros se dispersaron con rapidez arrastrándola con ellos.

Miré a Charlie a la lejanía, él sonreía como un maniático excitado. Asintió, mirándome.

Miré a Ámber, todos mis reflejos estaban en ella. Disparé a uno de los hombres en el hombro, alejándole de ella.

Fruncí el ceño al ver como solo dos hombres quedaban tras ella, escondiéndose tras los árboles.

Observé el lugar con calma mientras más hombres aparecían.

Tres personas salieron por el extremo del edificio, sin nadie los notase. Sentí como la furia me carcomía el verlos. ¡Se iban a ir y no le importaba dejarla en medio de un fuego cruzado!

El hombre al que protegían giró la cabeza dejándome ver una cicatriz a lo largo del rostro.

Corrí tras el maldito culpable del asesinato de mis padres.

Otro grito vibró en mis oídos. ¡Maldición, Ámber!

Me encontraba en una encrucijada, solo tenía segundos para decidir.

¡¿Ámber o aquel hijo de puta?!

Esta podría ser la única vez que tuviera la oportunidad de asesinar a aquél maldito que tanto busqué...

Un grito de frustración me desgarró la garganta mientras miraba a Andy y asentía. Él inmediatamente entendió al verme correr en dirección opuesta, adentrándome en el bosque.

Mi corazón latía, mis piernas ardían y mi alma gritaba.

Me tiré en el suelo con fuerza mientras una explosión iluminaba lugar. El calor me abrazó, pero no me hirió. El suelo vibró ante la fuerza.

La explosión terminó con al menos seis esbirros. Quedaban ocho más.

Me levanté tambaleante, pero sonriendo. Y me adentré en el bosque buscando la mirada gris plata de mi chica.

Pero lo que me encontré fue peor.

¡Maldición, mi pequeña!

Ver la imagen de Ámber tirada en el suelo y cubierta de sangre, nuevamente, terminó de romperme en pedazos.

Me escondí tras un árbol y respiré profundo los esbirros disparaban a la lejanía a mis hombres.

Me incliné lentamente cogiendo una piedra.

Las ganas que tenía de asesinarles con mis propias manos, de sentirlos exhalando su último aliento, de desgarrarles su piel  me asfixiaban. Y lo hubiera hecho de no estar Ámber en medio de nosotros.

Cualquier paso en falso y eran capaces de asesinarla.

Lancé la piedra lo más lejos que pude, llamando su atención.

Ambos esbirros dirigieron su mirada hacia ese lugar. Con precaución caminaron, observando el lugar.

Me acerqué lentamente tras uno de ellos. Saqué mi cuchilla con rapidez.  Dos ojos grises me miraron atentos, aturdidos.

Clavé el puñal en el cuello del esbirro sin dejar de verla. No más temor, no más mentiras. Este es el verdadero Daemon Petrov. Sentí como se desgarraba su piel y retorcí el puñal dentro de él.

¿Ámber me seguirá amando después de verme disfrutar del sufrimiento ajeno?

Su gemido de dolor alertó al otro esbirro. Inmediatamente saqué el puñal y se lo lancé con fuerza a aquél hombre de ojos azules clavándose en su frente, entre ceja y ceja.

Miré a Ámber, más calmado.

—Eres... Uno de ellos—No eres una pregunta, era una afirmación. Asentí.

—Secuestras, asesinas...—Dijo aturdida.

—También salvo damiselas en apuro—Bromeé

—¿Y las asesinas después?

—No, las como a besos.—Gruñí lanzándome sobre sus labios. Ámber me respondió al instante, ya habrá tiempo para peleas, para recriminaciones. Un estremecimiento recorrió mi vientre. 

—¡Ya habrá tiempo para que forniquen, vamos, vamos, vamos! —Gritó Charlie empujándonos contra el suelo al tiempo que otra explosión engullía el lugar. Cubrí a Ámber con mi cuerpo, a pesar que estábamos lejos, sentí el calor hirviendo en mis brazos.

Salimos corriendo en dirección a la camioneta. Ya tenía a mi Ámber, no me importaba quien quedaba. Ya no tenía nada que hacer aquí.

—¡No, Andy!—Grité al verle caer a la lejanía—¡Desgraciados! 

¡No, él no puede morir! ¡Malditos infelices!

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HOLA HOLA!! Ya tienen a su bella Ámber!!! Los capítulos a partir de aquí serán más kaksksksja , espero les haya gustado!!

Voten y comenten que les leo!! Pronto comenzará la verdadera acción!!

Bai, os quiero!! pd; Pasense por mi otra historia "El peligro de amarnos" ❤❤

Daemon PetrovWhere stories live. Discover now