Louis caminaba con un grupo de escoltas, todos hombres grandes y fuertes, nada parecido a su pequeña figura. Se sintió intimidado pero sabían que no podían hacerle daño.
—Aún no me han dicho para que los mando mi papi— repetía el niño malcriado mientras llegaban a una camioneta grande y negra
—Deja las preguntas y solo entra al auto— demandó el mas grandote
—No subiré una mierda, ustedes no son los que trabajan para papi! ¿Donde esta Richard!? Diganme, mugrientos muertos de hambr— el hombre lo tomó por el cuello y lo empujó hacia el suelo, al cual estaba lleno de pequeñas piedras. El niño mimado se retorció del dolor. El hombre grande y fuerte se acercó hasta él, cuando estuvo a punto de golpearlo, un disparo le atravesó el pecho, manchando la cara y ropa del menor bajo él. Cuando calló a un costado de Louis, un hombre alto de pelo largo y camisa negra desabotonada empuñaba el arma homicida
—Que eso quede como evidencia de que nadie se queda con mis presas— habló. Louis no podia respirar, aún no sabía por que, si por la adrenalina o por lo verde de sus ojos
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