Somos tu familia.

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—¿Qué te dije sobre salir de la mansión sin avisar? ¿Dónde están tus modales Laito? Y ¿Por qué estas lleno de cenizas y hueles a humo?— Reiji miraba a su hermano menor entrar a la mansión lleno de tierra y con alguien entre brazos.

— Mira lo que encontré en el bosque Reiji— dijo mostrando a un chico de cabello violeta en la raíz y que se iba degradando hasta llegar a blanco en sus puntas—al principio creí que era una linda chica, pero resultó ser un chico muy herido— susurró con las mejillas rojas a centímetros del rostro del inconsciente.

—Deja tus obscenidades para tu habitación— contestó el pelinegro mientras se acomodaba sus lentes— Además devuelvelo, no necesitamos huéspedes indeseables—

—Te interesara cuando veas esto— dijo el de cabello marrón rojizo mientras sostenía entre su dedo anular y el mayor una billetera de cuero negra. 

—¿Qué está pasando aquí? Ore-sama exige saber— Ayato estaba entrando a la sala cuando vio a su hermano sosteniendo a un extraño— ¡¿Qué hace otro humano aquí?! ¡Ya basta con chichinashi!— argumentó enojado.

—¿Por qué hacen tanto ruido?— el mayor de los Sakamakis, Shuu, se levantaba de la siesta en su sillón cuando escucho las voces de sus otros hermanos— Son muy ruidosos—  

Laito, mientras esperaba que todos sus hermanos aparecieran, para ver sus caras al revelarles la noticia, dejó al pequeño humano recostado en un sillón para dos personas, mientras guardaba la billetera en el bolsillo de su pantalón. 

—Nee~ ¿Quién es este nuevo humano?— preguntó Kanato extrañado, mientras se agachaba para quedar a escasos centímetros del rostro de aquel humano—a Teddy le agrada— susurró.

 —Tks... qué molestos son—Subaru, había escuchado todo desde el costado derecho de la escalera, le parecía molesto el ver como Laito acariciaba el rostro de ese humano, con tanta familiaridad.

—fufufufu~ ¿Será que él nos tiene algo que decir?— preguntó de repente Laito consiguiendo la mirada de todos sus hermanos.

—¿A qué te refieres?— preguntó Ayato, mientras se ponía frente a frente con su hermano mayor. Antes de que el mencionado pueda contestar, unos sonidos que avisaban el despertar de Hinata se hicieron presentes.

—Creo que debemos atender las heridas de nuestro nuevo invitado— Dijo Reiji mientras tomaba a Hinata y caminaba escaleras arriba.

—Creo que voy por sus cosas— comentó el de sombrero, mientras caminaba a la salida aún con la billetera en su poder. Cuando iba a abrir la puerta, se cerró de repente gracias  a la patada del menor de los hermanos, quien tenía una mirada de poco amigo.

—¿Qué demonios estas ocultado? Y ¿Por qué trajiste a ese mocoso?— dijo mirando la billetera, que formaba un bulto en el bolsillo, donde el mayor tenía oculta su mano.

—mmmmm, Esto se debe decir en presencia de todos— y así fue como, con una sonrisa, abandonó la mansión para ir por el equipaje de su pequeño humano—esto será muy interesante— susurró mientras sentía las gotas de la lluvia empezar a caer y chocar contra su sombrero y su piel. 

En la última  habitación del segundo piso, Hinata estaba siendo curado y cambiado por Reiji, el olor a sangre que emanaba ese humano era extrañamente agridulce, en momentos era dulce y en otros amargo, el de lentes no entendía como un simple humano puede tener ese poder sobre él de destruir su autocontrol de forma casi inmediata. De no ser por la presencia del olor a tierra en su cuerpo no habría dudado en tomar su sangre. 

Ayato, Kanato, Shuu y Subaru estaban en la sala, esperando junto con Yui, quien al ser la recién llegada, no entendía que desconcertaba a los chicos.

el séptimo SakamakiWhere stories live. Discover now