Castigo

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Las gotas de la llovizna nocturna chocaban con su cuerpo, Hinata estaba afuera sentado sobre un balcón mirando a la nada. De pronto el sonido de la puerta de su habitación abriéndose llamó su atención. Yui se había preocupado mucho por él, después de todas esas declaraciones en el pasillo lograron dejarlo pensando, con la luz de la luna se podía apreciar las vendas en el cuello de Hinata, la herida que tenía en el cuello era bastante profunda.

—Hinata-kun—llamó y en segundo tenía la atenta mirada del mencionado—Reiji-san me mandó a traer esto—en las manos de la rubia había una bandeja con comida recién hecha y unas cajas de jugo de arándano.

—Gracias, pero ¿Para qué el jugo ese?—preguntó mientras entraba por la ventana.

—Es para tu sangre.—Hinata miraba fijamente a Yui mientras ella intentaba esquivar la penetrante mirada violácea—Bueno, me voy—antes de que Yui pudiera retirarse fue tomaba de la muñeca.

—Puedes... ¿Puedes quedarte aquí?—preguntó con un tono de súplica. El corazón se le aceleró y las mejillas se le calentaron, Yui estaba muy nerviosa. Desde que Hinata la había defendido de su castigo por parte de Reiji, su corazón empezaba a palpitar de una manera tranquila, y sentía que podía conectar con alguien, cada vez que veía al menor de los hermanos.

—Claro—contestó con la voz un poco temblorosa, casi sus piernas no reaccionan. Hinata necesitaba hablar con alguien sobre lo que le pasaba y según su lógica, Yui le podría ayudar a entender lo que le habían dicho.

—Yui, no tengas miedo, yo... Jamás haría algo para lastimarte—contestó mientras se sentaba en su cama, eh invitaba a Yui a tomar asiento junto a él. 

El silencio era algo muy incomodo para Yui, pero para Hinata era lo más necesario—¿Tu puedes ayudarme a entender todo esto?—preguntó mirando a su techo, reprimiendo una mueca de dolor, por el movimiento aunque casi imperceptible.

—¿Qué necesitas saber? Hinata-kun—Yui aunque se sentía un poco incomoda, ver la pequeña sonrisa de su acompañante casi le descolocó el corazón. Desde su llegada a la mansión Sakamaki, le fui muy difícil adaptarse, pero ahora con Hinata, ella sentía que podía contar con otra persona con la cual hablar.

—Yo... Bueno..... ¿Quién es Eva?—Hinata había escuchado a Azusa quejarse de que sus supuestos hermanos tenían a Eva, entonces ellos se quedarían con él, no entendió nada de lo que empezaron a discutir, hasta que intentó mover su cuello,  no resitio más el dolor y gimió por la herida en su cuello. Al recordar eso, Hinata instintivamente llevó su mano en su cuello sintiendo las vendas contra su piel.

—La verdad, no se como explicártelo, pero se puede decir que Eva soy... yo— contestó, la verdad no quería hablar sobre el tema de Adán y Eva, porque ella apenas si entendía lo que sucedía. 

—Creo que lo entiendo, a pesar de tu expresión desanimada, veo que tu no sabes más de lo que yo sé—contestó con una sonrisa—sabes, me alegra poder pasar tiempo con alguien como yo- suspiro, y ante la mirada curiosa de la rubio decidió explicarse mejor—Digo, en el sentido de que ambos somos humanos- contestó con una sonrisa—bueno, yo se que no eres humana ahora, pero antes lo eras, y eso es lo que me reconforta... Tener alguien con quien hablar es tan reconfortante—Hinata se sonrojo un poco por la declaración, pero se acostó en su cama y medito por unos segundos, Yui miraba atentamente como los rizos de Hinata se desarmaban y se enredaban con otros mechones en la cama, de pronto se levantó de forma rápida- bueno... ¿Qué te parece si somos amigos? Claro, sino te molesta—preguntó con los ojos brillosos llenos de emoción.

—Claro... si quiero ser tu amiga— contestó con emoción.

Después de eso, todo se dio con naturalidad, la conversación era muy amena y alegre en algunas ocasiones, se pasaron las horas hablando entre ellos, hasta que simplemente perdieron la noción del tiempo. 

—Nunca tuve amigos, bueno nunca logré encajar muy bien en un grupo de personas—expresó Hinata mientras se recostaba en la cama, Yui no pudo contestar porque la voz del segundo Hijo los interrumpió.

—Una dama, no debería estar en el cuarto de un joven hasta estas horas—comentó Reiji mientras miraba el reloj de oro que tenía de bolsillo, Yui solo pudo contestar un "lo siento" y se retiró.

La rubia no esperaba ver a Laito frente a la puerta de Hinata—Bitch-chan tengo que hablar algo contigo—habló mientras se acercaba a ella con una sonrisa algo cínica. Tomo el brazo de Yui y la llevó a una de las habitaciones abandonadas de la mansión, una vez dentro miró con cierto enojo a la rubia logrando que ella se estremezca del miedo. Agarró su muñeca y la estampo contra un librero causando que varios libros cayeran al piso.

—Laito- kun, e-eso duele—se quejo al sentir el fuerte agarre en su hombro, si el tercer hermano apretaba más su agarre podría destrozarle en hombro.

—Are are, bitch-chan, no quiero romperte, porque tu sangre es de primera calidad. Pero tampoco permitiré que te acerques a mi pequeño, ¿Entiendes?—preguntó con una sonrisa torcida.

—¿Por qué haces esto?—preguntó, pero de manera casi instantánea fue azotada contra el librero otra vez.

—Porque él es mío, y no permitiré que una simple mortal me quite el lugar ¡Que por derecho me pertenece!—gritó y Yui solo se asusto e intento cubrirse—are are, bitch-chan me puse celoso por tu culpa, entonces debería castigarte por hacerme sentir así—comento mientras estiraba el cuello de la remera a rayas que tenía, dejando en descubierto su blanca piel—¿No crees bitch-chan?—preguntó mirando su rostro, sus ojos estaban cerrados y su mandíbula temblaba por el miedo. 

Laito la agarro el mentón de Yui y la obligó a mirar a la derecha, dejando todo su cuello expuesto, no espero un solo segundo y clavó sin piedad alguna sus colmillos, cuando intentó tranquilizarse, pero a su cabeza vino la imagen de su pequeño siendo mordido por ese Mukami y no pudo evitar sobrepasar el límite, no midió la fuerza contra la que apretaba la piel de Yui. Cuando reacciono, tenía a una rubia desmayada del dolor entre sus brazos—ah, yo quería seguir jugando. Bien, eso le enseñara a no meterse con lo que es mío—el tercer hijo de los Sakamakis camino hasta la ventana que daba al jardín trasero, luego miró a la chica inconsciente en el piso—creo que entendió el mensaje, pero no puedo dejarte aquí—susurró con algo de molestia.

el séptimo SakamakiWhere stories live. Discover now