Es hora de irme

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«Correr, mantener la fuerza, respira, tranquilo, no mires atrás, ignora los llamados de aquellos locos» esos pensamientos iban y venían a su cabeza «Ignora la oscuridad, ten presente el sonido de las ramas rotas, mantén la vista al frente, tengo que pasar de lejos el frío, el dolor de mis pies descalzos sobre la tierra, rocas y ramas rotas y por sobre todas las cosas el miedo... ¡No! ¡Concéntrate!» se reprendió, intentando ignorar el miedo a todos aquellos que gritaban su nombre.

Hinata pudo apreciar la mansión Sakamaki de lejos, no dudo en acelerar su paso, se cayó más de una vez, debido a la lluvia y el barro, y más de una vez se cortó la piel. La sangre era un rastro que no podía evitar dejar, aún con las posibles infecciones en sus heridas abiertas no iba a parar. Aún recordaba cómo llegó a esa situación.

El sonido del viento silbando entre las cortinas de la mansión de los Mukamis formaba una tenue melodía, que Kou disfrutaba mientras silbaba, el rubio acariciaba con mucho cuidado el hermoso cabello del menor mientras miraba la luna por la ventana de su habitación.

—Mmmm—Hinata empezó a buscar calor,  pues sentía el viento fresco chocar contra su piel «Mi cabeza me duele» fue el primer pensamiento que se le vino cuando empezó a abrir los ojos. Con la vista un poco desenfocada pudo distinguir que no estaba en su cuarto «Maldición, ¿Ahora dónde demonios estoy?» Cuando intentó levantarse fue detenido por una mano en su hombro.

—Conejito-chan estas muy dañado podrías lastimarte más—la voz de Kou se hizo presente y sus palabras retumbaron en sus oídos.

—¿Estoy.... Herido?— preguntó con vos calma Hinata, el rubio solo sonrió mientras le daba pequeñas caricias por su pecho desnudo.

—Estabas, pero ahora estás bien, te curas bastante rápido la verdad.—aclaró el rubio, mientras se alejaba—No has comido nada ¿Verdad? Vamos a comer juntos—comentó mientras veía al de cabellos lilas asentir suavemente— estás bien, voy a preparar las cosas para ti—dijo—y para tu estadía—susurró mientras se ponía de pie y cerraba la puerta con una sonrisa, el rubio tenía la intención de perderse en los extensos pasillos de su casa, claro que todo intento de eso dejo de funcionarle, debido a que después de dar un par de pasos a la izquierda una voz conocida lo interrumpió.

—¿A ti que demonios te pasa?—preguntó Yuma mirándolo serio.

—Nada que sea importante—dijo Kou restando importancia.

—Tu...pareces...muy...feliz—la voz de Azusa logró hacer que el rubio mirada al frente— ¿Algo...pasó?— preguntó mientras jugaba con su daga de plata.

—¿Qué están haciendo?—preguntó Ruki serio mientras levantaba la vista de su libro.

 Azusa se encontraba al frente del rubio, del lado derecho estaba en una silla el mayor de los Mukamis, Yuma se estaba dirigiendo a su huerta.

—Ruki-kun, tenemos un invitado especial en casa, así que debemos estar bien presentados ¿Verdad?—dijo antes de intentar desaparecer por el pasillo, pero una mano en su pecho logró evitar cualquier movimiento, Ruki tenía una mirada no muy amistosa, estaba enojado pero como ex-aristocrático sabía cómo mantener las apariencias, incluso frente a sus hermanos.

—¿Invitado...especial?—preguntó Azusa algo confundido, mientras inclinaba su cabeza a un lado. Yuma solo ignoro eso y se fijó en la mirada seria de Ruki. Azusa se quedó callado mirando sus vendas por un tiempo.

—No olvides cuál es nuestro objetivo—dijo serio mientras caminaba a su lado, cuando llevaba ya unos pasos de distancia, aun dándole la espalda al rubio, volvió a hablar—debemos convertirnos en Adán—dijo fríamente.

—Jamás olvidaría eso, Ruki-kun—contesto Kou con su ojos derecho brillante.

—Entonces deberías aprender a demostrar tu interés en nuestros planes, en vez de estar perdiendo el tiempo intimidando al menor de los Sakamakis—comentó mientras caminaba y desaparecía por los pasillos de la mansión.

el séptimo SakamakiWhere stories live. Discover now