Laito Sakamaki.

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—Bueno.... No, nadie estaba aparte de mi. Lo-lo juro—dijo Mientras intentaba levantarse. Pero alguien agarró su hombro.

—¿Por qué nos mientes?— preguntó Ayato mientras apretaba su agarre.

—Yo...— no pudo contestar porque sintió dos manos en su cuello.

—¿A quien estas intentando proteger?— preguntó Laito con el rostro serio.

—A mi— contestó Shuu Mientras se acomodaba en la bañera— simplemente me bañe con él. Por eso está así— explicó sin abrir los ojos.

—Eso es bastante vulgar debido a sus edades— comentó Reiji mientras abandonaba el lugar.

—¿Qué dices Teddy? Yo también pienso que esto es una traición— comentó Kanato— deberíamos castigar a nuestro pequeño títere— susurró para el mientras salía del lugar.

—Bueno, me tengo que cambiar— anunció Hinata mientras se levantaba y salía del baño, mientras creía que sus hermanos ya se habían ido— ¿Qué demonios les pasa a estos? Rayos, cada día son más raros. Hasta creo que me acosan— murmuraba en voz baja mientras se pasaba una toalla mediana por su cabello. Hinata se sentó en una silla frente a un espejo, cerca de su cama prácticamente al lado de ella, era un tocador de mujer, pero a este no le molestaba mientras pudiera ver si su cabello estaba seco.

—Si, tienes algo que decirnos— Laito le apareció detrás y le  soplo la oreja izquierda. Hinata se quedó rojo y evitó la mirada verdosa— vamos— alentó con una sonrisa— no tengas miedo— dijo mientras abrazaba por la cintura a su hermano— mmmmm.  Todavía no te cambias la ropa ¿Me estabas esperando para ayudarte?— preguntó mientras metía sus manos frías por debajo de la camisa de seda y tocaba el pecho.

—La-Laito—murmuró sonrojado. Hinata se levantó rápido. Camino hasta su cama, donde estaba su cambio de ropa, el menor agradeció internamente a Reiji, sabia que el de cabellos negros era el único que se tomaba el tiempo de hacer algo así, y de forma repentina se sintió atrapado entre el cuerpo del castaño y la cama—¿Qué haces? Somos hermanos— intento hablar, pero  el aliento tibio del castaño mayor contra su cuello lo hizo estremecer.

—Me encanta tu olor— dijo olfateando el cuello de su hermano mayor, pudo ver como el tragaba saliva  nervioso, tomo cada muñeca con sus manos así impedía cualquier intento de escape—Solo vamos a irnos juntos al infierno— contestó mientras se levantaba, despegando un poco sus cuerpos, la imagen para el tercer hermano era exquisita, la remera medio levantada dejando ver un abdomen delgado y completamente blanco, su cara enrojecida por la vergüenza, su respiración agitada y el odio, miedo y pena combinada en sus ojos, solo podía calentar de sobremanera al castaño.

—Basta Laito.. Ahh— gimió cuando sentía la lengua de su hermano tocar su cuello, el mayor no dudaba en sentir la piel del su querido hermanito mientras bajaba pasando su lengua por el largo de su cuello, llegando al limite de la ropa, cosa que empezó a frustrarlo. Laito quería contacto entre ambos cuerpo,  tan metido estaba en su frustración que soltó una de las muñecas de Hinata dejando ver las marcas de dedos en la piel de esta.

Hinata no tardo en empujar a su hermano y salir prácticamente corriendo, mientras buscaba en plena desesperación un lugar para esconderse llego a una habitación abierta y no dudo en entrar, cosa por la cual empezaría a arrepentirse, estaba oscuro, pero no le dificultaba ver por la ligera luz de luna que se colaba en el cuarto y de la nada sintió a alguien vendarle los ojos.

—Te lo dije— susurró en su oído— tu y yo vamos a probar el mejor de todos los pecados— volvió a hablar. Laito no estaba para nada contestó, así que no tardo en amarrar las manos de su hermano  con una cinta roja y después tirarlo a su cama— cometiste un error al dejarte tocar por alguien mas que no sea yo —volvió a hablar mientras se sentaba sobre el pecho de el menor— ¿Cómo pudiste dejar que te hiciera esa marca?— preguntó mas en un tono juguetón que de molestia—Si no te importa, te haré entender que él único que puede dejarte marcas en ese delicioso cuerpo soy yo... ¿Sabes por qué?— preguntó con una sonrisa y las mejillas rojas, el castaño contemplaba como el pecho de su hermanito subía y bajaba debido a la presión que estaba haciendo en el—Eres mío— dijo antes de arrancar ese pedazo de tela de seda y dejar en descubierto el pecho del menor— nunca lo he echo con un hombre... Pero creo que eso puedo cambiar— dijo mientras volvía a sentir ese delicioso olor que tenia la piel de Hinata.

—Por favor— dijo antes de sentir los labios fríos de Laito en medio de su pecho, el castaño había cambiado su lugar y se sentó sobre la pelvis del menor— basta Laito, esto no es gracioso— dijo con dificultad, no podía seguir convenciendo al castaño puesto que sus labios fueron cerrados con fuerza. Laito lo besaba con tanto desespero que a Hinata le costaba seguir el paso, escucho un gruñido de su contrario y en pocos segundo sintió una mordida en su clavícula, fuerte sin los colmillos enterrándose en la piel del contrario, solo dos hileras de dientes mordiendo con fuerza dejando marcas. 

Así continuo con el resto de la piel expuesta, mordía con fuerza marcándolo a como diera lugar, pero después de las mordidas aparecieron los chupones, marcas de dientes y chupones morados rojizos se apreciaban en la piel blanca. Laito se separo solo para ver como estaba su hermano, la respiración seguía agitada, de su boca salía un pequeño hilo de saliva, su cuello estaba marcado de chupones, en cambio su torso tenia una rara combinación de chupones y mordidas fuertes e intensas, aun inconforme Laito acerco su boca a la de Hinata, con sus manos rodeando su cuello le dijo.

—Pronto nos van a llamar, mi lindo hermanito— dijo con una sonrisa al ver como Hinata estaba haciendo esfuerzo por poder respirar— eres mío, y las marcas lo demuestran— volvió a decir mientras admiraba como la venda roja se humedecía, signo de que el menor estaba llorando por la desesperación. Cuando dejo de moverse, el castaño lo soltó para ver si seguía vivo, y para su suerte estaba vivo, solo cayo en la inconsciencia— la próxima vez, tomare tanto de ti que te harás adicto a mi. Mi hermoso Hinata— susurró para dejar un delicado beso en sus labios entre abiertos, apenas un roce que para el castaño significo no solo la necesidad que tenia por tener contacto con el cuerpo ajeno, sino algo más.... Amor quizás. 

El mayor tenia razón, puesto que ni bien se alejo del cuerpo "dormido" de su hermanito, la voz de Reiji diciendo que debían irse al colegio se hizo presente.


el séptimo SakamakiWhere stories live. Discover now