◇ Capítulo 7 ◇

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La salida al cerro ya se ha acabado y como consecuencia los alumnos tienen que volver al autobús y sentarse en el mismo orden en el cuál vinieron al principio. Los alumnos no ponian objeción a la demanda de los profesores ya que se sentían suficientemente cansados como para reclamar por unos simples asientos, o al menos así pensaban la mayoria de estos.

- Profe ¿Me puedo sentar con Daniela? - preguntó Max y al no obtener respuesta de su profesor lo llamó otra vez - Profe, por favor. No quiero sentarme con Lenin.

- Créeme que a mí tampoco me agrada la idea, rosadito - contraatacó Lenin y al decir eso provocó un silencio incomodo en todo el autobús, haciendo que todos sus compañeros los miraran a ellos dos impacientes por ver quien golpea a quién primero, pero por supuesto eso jamás pasó, ya que Max alias la divasa, jamás se rebajaría a su nivel.

— ¿Profe? ¿Me escuchó? – preguntó Max ignorando totalmente el comentario del cabello rizados.

— Lo siento Max pero ya sabes que no – dijo el profesor prestándole un poco de su atención.

— Vaya mierda – gruñeron Max y Lenin al mismo tiempo.

— Otra pareja se ha creado ¿Cómo debería llamarla? ¿MaNin? ¿LeMax? – comentó Aura ganándose miradas de odio por parte de Max y Lenin.

Por otro lado, en el mismo autobús, uno asientos más atrás, mejor dicho al final de este, se encontraban nuestra pareja principal. Bastian se encontraba pensando en lo que hará de cenar al llegar a casa ya que al no traer merienda se estuvo prácticamente muriendo de hambre, a su lado se encuentra Sergio quien estaba sumergido en sus audífonos escuchando a Los Charros de Lumaco hasta que su acompañante de asiento lo interrumpió.

— Sergio ¿Trajiste comida? No traje nada y me estoy muriendo de hambre – el susodicho le quedó mirando un par de segundos para posteriormente sacar unas galletas a medio comer de su mochila y entregarselas – Gracias, amigo.

Una palabra, una palabra bastó para que el corazón del pelinegro se convirtiera en trozos y casi tirara su plan a la borda. Así qué hizo caso omiso a lo último que dijo y puso en marcha el plan.

— Bastian ¿Harás algo hoy al llegar? Mamá no estará en casa – el de cabellos rubios lo miró intrigante ya que el nunca lo invitaba a su casa así que éste pensó que tramaba algo.

— Hm... No lo creo ¿Por qué? – preguntó curioso.

— Sólo quería invitarte pero si no quieres está bien – mintió. Claro que no estaba bien, si el no aceptaba su propuesta su plan prácticamente se hecharia a la borda y lo que tenia pensado hacer que era prácticamente "conquistarlo"  no podría llevarse a cabo. Era todo o nada, y él hacia lo mejor que podía.

— Bueno, no tengo nada que hacer. Es mejor pasar el tiempo contigo ¿No crees? – el menor sintió como unos escalofríos recorrían todo su cuerpo desde su espalda baja hasta su nuca al escuchar esas palabras dichas por el mayor.

— Supongo, pero hay un pequeño problema.

— ¿Cuál? ¿No hay comida? Eso sí seria un problema ya que tengo mucha hambre – respondió incrédulo.

— No, verás – ¿Cómo le diría? No sabia como decirle que cuando estaba "perdido" en el cerro recibió un llamada inesperada –mágicamente había señal en el cerro – de su madre diciendo que fue a visitar a sus abuelos y que sus hermanas habían jugado en su habitación mientras comían manchando la cama con jugo de fresas y chocolate blanco. Vaya que lo enojó cuando escuchó esas palabras de su madre, pero le veía el lado positivo si su madre tenia que ir a visitar a sus abuelos entonces también se llevaría consigo a sus hermanas. Bingo, el plan perfecto para conquistar al mayor.

— ¿Qué pasa?.

— Tendremos que dormir en el camarote de mis hermanas – soltó – No te preocupes mi madre también se las llevó así que no habrá ningún problema.

— Oh... ¿Pero si hay comida, verdad?.

— Sí, Bastian.

Al llegar a casa lo único que Sergio quería hacer era dormir pero si dormía implicaba gastar el tiempo que el destino le dio para conquistar a Bastian. Así que se decidió a preparar un poco de comida antes de que se quedará dormido en el sillón donde estaba sentado.

— ¿Qué quieres comer? – preguntó el pelinegro.

— Hm... Da igual, mientras sea comida dá lo mismo ¿Unos tocomples? – el menor solo asintió.

— ¿Tienes dinero? ¿O cómo pretendes comer?.

— Pensé que ibas a cocinar.

— Yo también pero si quieres comer comida chatarra mejor ve a comprar.

Se sentía suficientemente cansado como para diliar con él, no quería hacer nada, no tenia porqué batallar en algo que lo más probablemente iba a ganar.

— Está bien. Mientras sea algo comestible estaré bien.

Bastian no tuvo otro remedio que dejar a que su peculiar amigo cocinara para él, claro que otras veces ya le había cocinado pero esta vez era distinto, el aura que se encontraba al rededor suyo era ¿Peculiar? Sin más, el mayor se sentó donde anteriormente Sergio estaba sentado y se dispuso a cerrar sus ojos un momento.

Dormir unos minutos no le haría mal ¿Verdad?





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