◇Capítulo 11◇

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El crujido de las hojas rompiéndose bajo sus pies lo hacían sentir en paz. Le encantaba el otoño, y para su mala suerte, estaba a punto de acabar. Su vista pasó de copa en copa en los árboles, cuyas hojas eran casi nulas, pero aún así no dejaba de maravillarse con la vista que se permitía en ese instante. La vista era indescriptible, se imaginó unos de los cuadros que le mencionó Ema alguna vez, a la chica le gusta el arte, y sin duda alguna dibujaba bien.

Las calles en ese día miércoles por la mañana, donde no transitaba mucha gente, y solo se veían algunos escolares dirigiéndose a su misma dirección, le daban el lujo de poder pensar en lo que había sucedido ayer en la casa del mayor. Sus pensamientos divagaban en breves fragmentos de tal conmovedora escena, recordando a Sergio bajo suyo, con la respiración agitada y su cabello un poco revuelto. Lo hacia sonreír instantáneamente. Bastián no tenia la mínima idea de como serían las cosas de ahora en adelante, pero era lo que menos le importaba. Él quería ser feliz, y solo dejarse llevar.

A lo lejos vio una cabellera particular y graciosa para su gusto. Recordó que aquél personaje vivía cerca de él, y sin pensarlo aceleró el paso hasta quedar a su lado. Él no se dio vuelta, estaba sumergido en sus pensamientos al parecer, y escuchó un suspiro de parte de él. "Seguramente está enamorado"  pensó, no le agradó mucho ese pensamiento, es obvio de quién lo era, ni siquiera sabía porqué se daba la molestia de pensar el nombre, "Obviamente es Sergio. Lo sabes. Tú lo sabes. Todos los sabemos". Se odiaba en ese momento, no sabia con certeza de estar al lado de su rival, aunque ya se supiera el ganador.

–– ¿En qué piensas? – preguntó.

Lenin dio un brinco por la repentina voz que escuchó, e inmediatamente frunció el ceño al mirar quien era su atacante.

–– Nada que te importe. – contestó con un leve tono de frustración en su voz. No le gustaba estar hablando con él en esos momentos.

Lenin dando terminada la breve conversación, se dispuso a adelantar unos cuantos pasos para no tener que ver su desagradable y extrañamente amigable rostro. Pero una frase lo congeló al instante, e hizo que su corazón palpitara rápidamente, sintiendo que podía estallar, sintiendo tristeza y dolor.

–– Si tiene que ver con mi novio, obvio que me importa.

Su corazón se hizo trizas en ese instante, no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Él novio de Sergio? ¿De su Sergio? Debía ser una maldita broma. Bastian en ese instante no midió el contenido de sus palabras, pero no se podía arriesgar a que se hiciera ilusiones donde no hay esperanzas. Él era buena persona, y le estaba haciendo un favor al muchacho, aunque le haya dicho una leve mentira, porque Sergio no era en realidad su novio, aún. Ayer, después de seguir besándose unos cuantos minutos más, decidieron descansar, y qué mejor que descansar abrazado con la persona que te gusta. El mayor quedó dormido al instante, y Bastian no iba a interrumpir su descanso. Así que decidió irse, y esperar a verlo al otro día.

–– ¿Qué has dicho? – preguntó Lenin levemente afectado. No podía creerlo, y no lo haría hasta escucharlo de la misma boca de Sergio. – Deja de bromear conmigo. No me daré por vencido solo porque hayas ganado esta pelea, – sonrió – no soy un rival tan fácil. – Siguió su camino como si nada hubiera pasado, como si no hubiera escuchado esa maldita mentira, porque por supuesto que lo era.

Bastián dejó que se marchara, pero no lo perdió de vista ni un segundo. Suspiró. Hoy sería un día pesado al parecer. Pero lo valía, todo por él.

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