◇ Capítulo 9 ◇

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Bastian estaba molesto, una persona se atrevió a despertarlo con insistentes golpes en la puerta. Suficiente tuvo con quitarse la polera por el calor infernal que hacia en aquella casa, lo cuál no dejó dormir tranquilo al mayor, y como si fuera poco, unos mosquitos lo habían picado en todo su bello cuerpo ¡A él! Quién solo se dedica a matar a cada insecto que cruza por su camino. No tuvo más remedio que levantarse de aquél cómodo sillón, sientiendo como su piel se despegaba, marcando su piel, y dejando marcas rojizas en algunas zonas de su cuerpo.

A paso lento pero seguro, se acercaba a la puerta mientras se rascaba en las partes que los mosquitos se atrevieron a picarle, dejando aun más irritado aquellas zonas.

Finalmente llegó a la puerta, pero dudó en abrirla ¿Por qué debería abrirla? No tenía porqué, nadie sabia que había alguien en la casa, pero igual la abrió, omitiendo que algo le decía que no era muy buena idea abrirla.

Y no se equivocó, estaba él.

Lenín.

-- ¡Hola! – Escuchó decir al contrario. Irritante, pensó Bastian—. Traje lo que me... – vio como la sonrisa que antes traía Lenín cambió radicalmente al ver que el que abrió la puerta no era quién esperaba ver – Pediste... – Bastián solo se dedicó a mirarlo, traía una bolsa, por lo poco que pudo ver era comida ¿Por qué traería comida? No, la verdadera pregunta era: ¿Qué hacia él aquí?. Lenín por su parte, vio al mayor sin polera, con marcas rojizas por su cuerpo y se temió lo peor, pero se limitó a pesar en cosas malas, su gran amor no le haría daño ¿Verdad?.

--¿Qué haces aquí? – dijeron al unísono.

--No, que haces aquí – dijo Bastian frunciendo el ceño, mientras se ponía de una manera imponente en el marco de la puerta mirando fijamente al contrario.

-- El Sergio me pidió que le trajera comida, supongo que para comer los dos. Pero no sabia que estarías tú aquí, creo que se ha olvidado de ti – Iluso ¿En serio este nerd de pacotilla cree que se olvidaría de su mejor amigo?. Bastian estaba a punto de echarse a reír.

-- Es malo mentirse a si mismo, ambos sabemos que eso nunca pasaría.

-- ¿Seguro?.

--Muy seguro.

Se mantuvieron así un instante, mirándose fijamente, ninguno quería romper el contacto visual o eso significaría la derrota, ¿De qué?  Ni yo tengo idea.

-- Te podrías ir por favor, tengo sueño y hambre, pero más sueño que hambre. Quiero volver a dormir – Bastian al no recibir respuesta, estaba por cerrar la puerta –. Bueno, no fue un gusto verte, pero gracias por la comida – en un instante agarró la bolsa que contenía los aperitivos que Lenín traía dejándolo perplejo – Adiós.

--Espera, yo no me iré a ninguna parte.

-- ¿Qué?.

-- No me iré a ninguna parte sin ver al Sergio primero – dijo con un leve tono demandante –. No hasta ver si está bien – con un poco de valentía ingresó a la casa sin previo aviso.

-- ¿Qué te pasa hueón?

--Nada que te importe.

Lenin teniendo un panorama más claro, pudo ver una figura en el sillón, se acercó, era él, su novio -no novio estaba durmiendo, parecía un gato en la séptima fase de sueño. Inconscientemente sonrió.

--Quita esa estúpida sonrisa de tu cara, no te atrevas a sonreír en esta casa.

--¿Quién crees que eres? Ni siquiera es tu casa.

Por segunda vez en menos de cinco minutos se enfrentaban con la mirada, sin percatarse que el dueño de casa se estaba despertando.

Oyeron un maullido. Era un gato.

--Oh, que lindo –Lenín se acercó a acariciarlo.

--Es hembra.

--Que linda. Entonces.

Un silencio lleno de tensión de instaló en el ambiente. La gata estaba feliz por las caricias que le entregaba aquel sujeto extraño, su cabello parecía un nido, quería jugar con ello.

-- Oye ¿Qué haces? – Lenín trataba de zafarse de las garras de aquél felino.

Sergio ya despierto, y un poco cohibido por los gritos de aquel personaje que estaba en su casa, se paró sin hacer ningún ruido. ¿Cuando se había quedado dormido? Ni él mismo lo sabía, ni siquiera sabía donde estaba en ese instante.

Vio a su gata correr a su dirección después de sacar sus garras de la cabellera de ese chico.

--¿Quién eres? – le preguntó, pero después se dio cuenta que había alguien más al lado de aquel sujeto extraño– ¿Quiénes son?.

--¿Me estas hueviando? – Bastian incrédulo continuó – No sé, dímelo tú.

-- ¿Lenín? – se dirigió al que anteriormente acariciaba a su gata – ¿Qué haces... – de pronto Sergio se reincorporó lo más rápido que pudo, se supone que no debía de haberle quedado dormido, pero no pudo evitarlo, estaba realmente cansado de aquel viaje, solo quiso descansar un poco y despertó con esta escena– Mierda – su vista se dirigió al mayor de todos, Bastian tenía una bolsa, era comida, pudo deducir que era el pedido que le había encargado a Lenín.

-- Y bien ¿Por qué está él  aquí y porque dijo algo de comer ustedes dos juntos? Se supone que me ibas a cocinar – dejó la bolsa con comida en la mesa más próxima (en la única que habia), suspiró, inhaló profundamente antes de continuar – A caso se te quemó la comida o qué.

-- Algo así.

--Oye, no lo trates así – lo defendió Lenín –Él me pidió que le llevara comida, dos porciones para ser más exactos, no creí que estuvieras aquí, pensé que – su mirada decayó en Sergio – Comeríamos los dos– Sergio se sentía el ser más inútil de la vida.

-- Ya pero sin llorar – cortó Bastian, no soportaba a ese chico, si dependiera de el, ya lo habría echado de su casa.

-- En realidad – Sergio suspiró – Hice comida, solo me descuidé un segundo y ya se había quemado, mi única solución antes que despertaras fue llamar a Lenín.

--Eso explicaría el leve olor a quemado que hay.

--De verdad eres insoportable - dijo Sergio un poco, pero tal vez un poco molesto.

-- Bueno, estas perdonado - Bastian se acercó al menor - Y tú - se dirigió al de cabellos rizados - Te puedes ir, no eres útil en este momento.

-- ¿Qué?- ambos chicos sorprendidos le regalaron una mirada de confusión, uno por su parte por el descaro que tenia aquel chico por echarlo de una casa que ni siquiera era suya y el otro porque ahora estaba "perdonado".

El de cabellos rizados no tuvo mas opción que irse, sentía que era un cero a la izquierda en ese momento, Sergio se veía realmente afligido, no quería dejarlo solo con ese bastardo, a los ojos de Lenin el era una bestia, en todo los sentidos, cuando llegara a casa lo llamaría para saber si estaba bien.

Por otro lado, en la casa de Sergio, ambos estaban sentados en la mesa, uno en frente del otro con la comida que Lenin había traído,ni siquiera la habían tocado y para rematar ninguno decía nada. El ambiente estaba realmente tenso.






--Eres un imbécil.




† Una Palabra †Where stories live. Discover now