Después del entrenamiento mi mamá nos espero con pizza casera de almuerzo y casi me como hasta los dedos, estaba riquísimo. No soy gordo pero tengo el alma de uno.
Martín durmió durante todo el almuerzo y Lucía se lo llevo a mi cuarto para dormir un rato con él antes de que ella tuviera que irse, aparte estaba cansadisima. Se había despertado a las cinco de la mañana para ayudarme.
De curioso los espié dormir desde el marco de la puerta y casi me muero al verlos tan pacíficos a los dos, Martín con su boquita abierta y Lucía con sus mejillas coloradas, como casi siempre.
Me asusté cuando mamá apareció atrás mío, tocandome hombro y después riéndose ante mi reacción.
- ¿Espiando?
- Estaba viendo si Tincho dormía.
- Si, y yo nací ayer. -respondió riendo y palmeando mi hombro.
Me había descubierto y seguramente me haría pasar vergüenza con Lucía en algún momento, ya la conocía a mi vieja.
Dejando de lado mis fracasos como espía, baje al living para ver un poco de televisión y revisar mis redes sociales. Antonella me había bloqueado de todos lados, era como si hubiera desaparecido de mi vida.
Estuve toda la tarde echado en el sillón sin hacer nada mientras mi mamá limpiaba la casa y me contaba todo lo que quería hacer cuando estuviéramos en Córdoba.
Por suerte después de las seis de la tarde Lucía se levantó y me saludó con esa cara de dormida que le daba ternura a cualquiera, era como ver a una bebé recién despierta.
- Hay que bañar a Martín. -dijo con la voz ronca una vez que se sentó a mi lado en el sillón.
- ¿Está durmiendo todavía?
- Está en la cocina con tu mamá.
- ¿Lo bañamos? -pregunté mirándola y guardando mi celular en el bolsillo del pantalón.
- Dale.
Nos levantamos del sillón para ir hasta la cocina y sacar al bebote del coche, recién se despertaba y estaba como si nada, yo no se como hacía para estar tan contento. Lucía lo cargó en sus brazos y lo llevó hasta mi cuarto mientras yo iba detrás de ellos.
Entramos al baño de mi cuarto y yo abrí el grifo de la bañera después de ponerle el tapón para dejar que se llenará. Lucía lo desvistio y le saco el pañal que por suerte sólo estaba cargado con pis, Gracias Jesús.
Una vez que se llenó un poco la bañera, Lucía metió la mano para asegurarse de que el agua no estuviera ni muy caliente ni muy fría y metió a Martín despacio. A él le encantaba el agua y se notaba porque en cuanto lo metimos comenzó a mover sus manos desesperadamente, mojandonos mientras reía.
Lucía le lavo el pelo mientras yo lo distraia para que no llorara y él se reía de las muecas que le hacía. A los pocos minutos Lucía comenzó a pasar la esponja con jabón por su pequeño cuerpo mientras él la miraba sin entender lo que hacía.
- ¡Martín, deja de tocarte ahí! -gritó Lucía cuando vio que Tincho se tocaba el pitulin y me miraba divertido.
- Dejalo al pobre, se está conociendo.
- Quién le habrá enseñado eso ¿no? -preguntó irónicamente.
- Eh, yo no me pajeo.
- ¡Paulo! No quiero saber si te pajeas o no.
- ¿Segura? -pregunté acariciando su espalda y haciéndola sonrojar.
El momento fue interrumpido por el agua mojandonos otra vez mientras Martín se carcajeaba solo, no mentía cuando decía que le encantaba el agua. Lucía lo saco de la bañera tapandolo con una toalla mientras él pataleaba porque no quería salir y comenzó a llorar.
- Este no es Dybala, le encanta bañarse. -dijo Lucía divertida.
- Recién me trataste de pajero y ahora de mugriento ¿algo más?
- Si, que capaz que no te gusta bañarte porque sos un gato.
- ¿Cómooo? ¿Vos pensas qué yo soy un gato? -pregunté haciéndome el ofendido.
- Y.. tenés tus antecedentes.
- ¿Quién te contó?
- Nadie pero, ¿Oriana y Ginevra te suenan?
- Ahh pero con esas no pasó nada.
- Oriana parece no saberlo.
- Mal, me contaron que habla de mi como si yo me la hubiera gateado y nada que ver. Encima me dejó de seguir en Instagram la gila.
- Vos te morís por mi follow.
- Dale, pasame tu insta. -dije sacando mi celular del bolsillo mientras veía como ella se llevaba a Martín a mi cuarto.
- No, te vas a reír de mi apellido.
- Si no te llamas "verga" seguro que no.
- A ver, yo me busco.
Le di mi celular para que se siguiera mientras yo jugaba con Martín y él se movía para todos lados en la cama, sus rulitos estaban mojados y me causaban mucha ternura. Lucía me devolvió el celular, volviendo a secar a Martín y yo de chusma me fije en su nombre.
No recibí respuesta alguna, sólo sentí como la toalla que tenía Martín voló hasta darme en la cara, en el ojo para ser más preciso. Tincho no tardó en reír ante lo que había visto y eso provocó que Lucía también riera.
- Se pronuncia Galo igual.
- Seguro, y el mío Daibala. -dije haciéndola reír.
Después de un par de minutos Martín ya estaba dormido en su cuna gracias a Lucía, quién le había dado la leche y lo había hecho dormir antes de que tuviera que irse, ya había pasado mucho tiempo con nosotros.
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Lucía busco sus cosas y se puso el abrigo, siendo observada por mi penetrante mirada. Me gustaba hacerla sonrojar y ella lo hacía cada vez que la miraba o le sonreía.
Estaba dispuesta a salir del cuarto pero antes de que pudiera hacerlo, la tomé del brazo para hacerla girar y la besé cuando la tuve de frente. Pusé mis manos en sus mejillas para besarla dulcemente mientras ella apoyaba sus manos en mi pecho.
No estuvimos mucho tiempo en esa situación porque ella se separó y salió del cuarto apurada. ¿Se habrá enojado? ¿Fue muy atrevido de mi parte?
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Realmente amo escribir esta historia, la mayoría de los capítulos son narrados por Paulo y eso me facilita todo. Me divierto mucho escribiendo y trato de meterle esa cosa argentina en algunos momentos para que no sea aburrido. También aprovechó para agradecer los leidos y los votos, ya que son lo que me motiva a seguir escribiendo (además de sus comentarios ). ❤
