sesenta y seis

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Lucía

Después de unas cuantas horas de viaje y unos antojos de mi parte, finalmente llegamos a casa. Fui muy bien recibida por mi suegra y Antonella, quiénes apenas me vieron me abrazaron y preguntaron cómo la habíamos pasado. Por supuesto también me felicitaron por el gran paso que habíamos dado con Paulo y puedo decir que hasta parecían más emocionadas que yo, todavía no podía creerlo.

Paulo y Mariano se encargaron de bajar las valijas que estaban en el baúl del auto mientras yo conversaba con las chicas, me contaban que Martín se había despertado y después de desayunar se durmió de nuevo. Una vez que los chicos metieron todo dentro de la casa, entramos y nos relajamos.

Mi novio me invitó a sentarme en el sillón haciéndome unas señas y yo me senté a su lado pero parecía que eso no era lo que realmente me había dicho puesto que me hizo levantar al instante. Reí al darme cuenta de que quería que me sentará sobre sus piernas y le di el gusto mientras le acariciaba el pelo dulcemente, cualquier persona que no nos conociera diría que recién comenzabamos a salir o que Paulo apenas era un adolescente.

Estuvimos un rato hablando con Mariano y también contandoles a las chicas  cómo había sido nuestra experiencia alejados de todo hasta que un llanto proveniente del piso de arriba nos hizo callar. Seguramente era Martín que se había despertado y Mariano iba a subir pero yo me ofrecí a hacerlo ya que no había estado por casi dos días.

Subí hasta el cuarto de Mariano, dónde me encontré con Martín  sentadito en el medio de la cama y llorando cómo si tuviera la garganta más potente del mundo. Al verme su llanto paró y se quedó mirándome por unos cuantos segundos hasta que reaccionó sonriendome, no hace falta decir que apenas se dio cuenta de quién era estiró sus brazitos para que lo cargará.

Lo levanté de la cama y lo cargué en mis brazos pero cuando voltee para salir del cuarto me encontré con Paulo apoyado en el marco de la puerta, mirándonos con atención.

- ¿Se te perdió algo, lindo? -pregunté haciéndolo reír y negó.

- No quiero que lo alces, te puede hacer mal.

- Paulo..

- Lucía.

- Está bien. -dije haciendo un puchero antes de que Paulo me lo sacará de mis brazos.

Salimos del cuarto de Mariano juntos y lo llevamos hasta el nuestro para darle un baño, a Martín le encantaba el agua así que no seria ningún desafío hacerlo. Paulo comenzó a llenar la bañera con agua caliente y fría mientras yo desvestia al pequeño que jugaba con mi pelo. Cuando finalmente estuvo desnudo lo metimos a la gran bañera y metimos en la misma unos cuantos juguetes de él para que se quedara quieto.

Lavé su pelo ruludito con mucho cuidado mientras su tío jugaba con él y lo hacía reír a carcajadas, contagiandome la risa. Cuando terminé con el pelo seguí con su cuerpecito y le pasé la esponja con jabón por el mismo.

- Martín, no hagas eso. -dije viendo como el pequeño se tocaba el pitulin, haciendo reír a Paulo.

- Te dije que se está conociendo el campeón. -respondió riendo.

- Sos un tarado. -dije negando con la cabeza.

Bañamos a Martín y cuando pudimos sacarlo (porque lloraba cada vez que lo hacíamos) lo cambiamos para después irnos a abajo con el resto de la familia. No habíamos comido nada porque llegamos temprano y Alicia estaba haciendo el almuerzo con la ayuda de Antonella, quién me sorprendió con su ya abultada barriga.

Senté a Martín en su sillita de bebé y le pusimos El Payaso Plim Plim en la televisión para que se distrajera un rato mientras nosotros ayudabamos con la comida. Alicia no quería que  hiciera mucho pero aún así me dijo que podía ayudarle cortando unos tomates y eso fue lo que hice. Casi terminó con unos cuantos dedos menos cuando Paulo me abrazó por detrás y me asustó.

- Casi me quedó sin dedos por tu culpa. -dije suspirando.

- No los necesitas si me tenés a mi.. -susurró en mi oído para después apoyar su frente en mi hombro.

- ¿Entonces vamos a cocinar con tu aparato reproductor? -pregunté con gracia, hablando bajito para que los demás no escucharán.

- Soy muy bueno usándolo.

- Uhm.

- ¿Me lo vas a negar?

- Voy a decir que no solamente para que dejemos de hablar de tu cosa. -respondí haciéndolo reír.

Bastaron unos cuantos minutos para que con las chicas terminaramos de cocinar y tuviéramos nuestro descanso mientras comíamos unas riquísimas empanadas, ni me acordaba cuando había sido la última vez que comi eso. Apenas tuve la oportunidad de comer prácticamente me lancé sobre el plato con empanadas y saque unas cuantas para dejarlas en mi plato más pequeño.

- "Como por dos" -dijo Paulo haciéndome burla y riendo.

- Vos comes por dos siempre y no estás embarazado. -dije haciendo reír a todos en la mesa.

- Te la aplicó hermano. -dijo Mariano riéndose de Paulo.

- Aceptó el bullying, me lo merezco. - dijo Paulo haciéndome reír.

El almuerzo fue normal, Paulo haciendo chistes con Mariano y Martín comiendo mientras miraba sus dibujitos en la televisión, también se ensuciaba hasta las orejas con todo lo que comía. Yo charlaba con Alicia y Antonella de cosas de mujeres, del embarazo, de algo que nos gustaría hacernos en el pelo y ese tipo de cosas.

Después de terminar de comer todos ayudamos a Alicia a limpiar lo que se había ensuciado mientras que Paulo cuidaba de Martín, quién caminaba agarrado de los dedos de su tío y se tambaleaba un poco. Yo los miraba con ternura mientras lavaba los vasos y no pude evitar reír al ver que el pequeño estaba contento.

Cuando terminamos de limpiar todo subimos al piso de arriba y cada uno se dispuso a ir hasta su cuarto para descansar un rato, nos habíamos despertado temprano. Con Paulo nos recostamos en la cama con Martín en el medio y parecía imposible que se quedara quieto, estaba clarísimo que no iba a dormir pero lo estábamos intentando.

Después de haber recibido unas cuantas patadas de su parte, finalmente él se quedó dormido porque ninguno de los dos le dábamos mucha bola y no le quedo otra que hacer lo que esperábamos que hiciera. Estaba quedándome dormida cuando de repente sentí un ruido y a los segundos la risa de Paulo, no entendía que había pasado.

- Sos un asco Paulo, te tiraste un pedo. -dije tapandome la nariz con la mano al sentir el olor.

- Bueno, no aguanté. Estaban fuertes esas empanadas. -dijo todavía riendo.

- Sentí la baranda que dejaste, abrí la ventana por lo menos. -hable para después levantarme de la cama.

Abrí la ventana del balcón y salí para tomar un poco de aire fresco, estaba helado pero era más tolerable que el olor asqueroso que había ahí adentro. Podía escuchar que todavía Paulo se seguía riendo y negué con la cabeza mientras lo miraba desde afuera.

- Dale veni, ya se fue el olor. -me llamó mientras le daba un golpecito a la cama con su mano.

Cómo hacía frío afuera y tenia sueño no me quedó otra opción más que entrar para acostarme con Paulo, quién me hizo puchero cuando me vio entrar de nuevo. Me recoste del otro lado de la cama y Paulo entrelazo nuestras manos para después apoyarlas en la cama, cerquita de dónde estaba durmiendo Martín.

- Sos increíble. -dije riendo y tratando de no hacer mucho ruido.

- Así de pedorro me querés. -dijo mirándome con una sonrisa en la cara.

- Sí y mucho.

- Te amo futura señora Dybala.

- Te amo más pedorro Dybala. -dije haciéndolo reír.

Se sentó en la cama y se estiró un poco para darme un pequeño beso en los labios. Al separarnos él se volvió a recostar y decidimos descansar antes de que el gordo que estaba en el medio se despertará. Los amaba a más no poder.

Papá Soltero {Paulo Dybala} Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt