cuarenta y dos

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Lucía

Desperté sintiendo el frío de la cama hacer estremecer mi cuerpo y al abrir los ojos me di cuenta de que Paulo no estaba, probablemente se había despertado mucho antes que yo. Vi que eran las diez de la mañana en el pequeño reloj que mi novio tenía en su mesita de luz y con mucha pereza me levanté de la cama desnuda.

Prácticamente corrí hasta el baño porque por más que la calefacción estuviera prendida podía sentir un frío erizar mi piel y al llegar al baño me dispuse a darme una relajante ducha mientras sentía como Paulo andaba en el cuarto, suponía que había entrado para despertarme o algo así.

- Amor ¿estás ahí? -preguntó Paulo después de haberle dado unos golpecitos a la puerta.

- Si, ya salgo. -respondí en un grito para que me escuchara.

Creí que se había ido del cuarto hasta que apareció en el baño asomándose en la ducha y sonriendo maliciosamente, se quitó el pijama que traía puesto y se metió a la ducha conmigo sin siquiera preguntar. Permaneció callado y alejado de mi durante unos pocos minutos, pero se acercó en cuanto yo terminé de lavar mi pelo.

Se encargó de pasar la esponja con jabón por mi cuerpo, haciendo un camino desde mis hombros hasta mi espalda baja e hizo lo mismo al haberme dado vuelta hasta llegar a mi pelvis.

Todo iba bien hasta que dejó la esponja para comenzar a enjuagar mi cuerpo con sus propias manos que solían estar un poco ásperas en ciertas ocasiones pero ésta vez era la excepción, su tacto se sentía tan suave y delicado.

Sus manos poco a poco me quitaron el jabón del cuerpo y yo decidí hacer exactamente lo mismo con él, sólo que todavía no había lavado su pelo así que también tuve que hacer eso. Puse un poco de shampoo en mis manos para después esparcir el mismo por todo su pelo mientras él cerraba sus ojos y sonreía. Masajee su cuero cabelludo, oyendo como su garganta hacia ciertos sonidos de satisfacción y eso me causaba un poco de risa.

- ¿Acondicionador? -pregunté a lo que él asintió con su cabeza antes de hablar.

- Un poco.

Con el acondicionador hice exactamente lo mismo que con el shampoo hasta que su pelo quedó limpio y suave. Seguía el cuerpo así que le puse un poco de jabón líquido a la esponja para después comenzar a moverla delicadamente sobre el pecho de Paulo, quién solamente sonreía como bobo y miraba con atención cada uno de mis movimientos.

Miré sus tatuajes tratando de adivinar lo que significaba cada uno mientras pasaba la esponja sobre los mismos con delicadeza, me encantaban y él lo sabía. En un momento tocó la parte de pasar la esponja por sus partes íntimas y le di la esponja en la mano, haciendolo reír.

- ¿Por qué no?

- Porque no, podes hacerlo vos.

- Cosita linda. -dijo sonriendo para después depositar un pequeño beso en mis labios.

Permanecimos en la ducha hasta que Paulo terminó de lavar su cuerpo y salimos juntos, envolviendo nuestros cuerpos con la toalla después de secarnos un poco. Temblando de frío caminamos hasta el cuarto, dónde buscamos ropa en el armario y nos cambiamos entre risas, él me miraba con intensidad para incomodarme.

Después de habernos cambiado y arreglado, bajamos juntos tomados de la mano por las escaleras para ir hasta la cocina, encontrándonos con Mariano, Antonella y Alicia que cargaba a Martín en brazos. Como siempre, el pequeño al vernos estiro sus manitos para que lo cargaramos y fui yo quién lo hizo. Me senté con él en mis piernas y Paulo tomó asiento a mi lado.

Mi suegra y Antonella estaban tomando mates así que yo también me uni a la ronda mientras mi novio jugaba entretenidamente con Martín, quién comía, o mejor dicho chupaba una galleta. Apenas tenía unos dos dientitos pequeños y eso lo hacía ver aún más tierno cada vez que sonreía.

Había tomado unos cuantos mates cuando de repente un mal estar estomacal encendió unas terribles ganas de querer devolver todo, unas fuertes náuseas invadieron mi cuerpo y dejé a Martín con Alicia para después correr hacia al baño.

Al llegar al baño comencé a devolver lo que había desayunado y sentí como Paulo aparecía en la puerta para después ponerse de cuclillas detrás de mi. Una de sus manos corrió mi pelo hacia atrás y la otra acariciaba mi espalda con dulzura, provocando que mi cuerpo se impulsará hacia delante y nuevamente vomitara.

Estuvimos así unos minutos hasta que me sentí mejor y me levanté del piso para cepillar mis dientes en el lavamanos del baño. Paulo seguía ahí y su presencia me incomodaba un poco.

- ¿Estás mejor? -preguntó mientras se paraba detrás de mi para abrazarme y dejar un beso en mi hombro.

- Si, ya estoy mejor.

No quise darle mucha importancia a lo que había pasado así que salí del baño con rapidez antes de que mi novio comenzará a molestar nuevamente con cierto temita que lo tenía ilusionado.

Llegamos a la cocina y yo era el centro de atención, las miradas caían sobre mi con curiosidad de saber que había pasado. No dije nada y comencé a jugar con Martín que ahora estaba en su coche, moviendo con alegría su sonajero.

- ¿Qué pasó Lu? -preguntó Alicia mientras le pasaba el mate a Antonella.

- Ya todos sabemos que pasó. -respondió Paulo sin dejarme hablar.

- ¿De qué me perdí? -preguntó Antonella sin entender.

- Parece ser que Paulo le llenó de humo la cocina a Lucía. -respondió Mariano haciendo reír a todos menos a mi.

Todos pensaban en eso y yo tenía miedo, apenas cumpliría los veinte años y tenía mucho por vivir. Estudiaba pero no trabajaba, mis padres me mandaban unos cuantos pesitos al mes para que pudiera manejarme hasta que tuviera una profesión.

- Lucía no parece estar muy feliz. -dijo Alicia confundida.

- No creo que sea un bebé, puede ser lo de anoche. -respondí acariciando mi estómago.

- No seas.. -dijo Paulo.

- Amor, no empieces.

- Pobre Paulo, está ilusionado y Lucía no quiere parir a un tarado como él. -habló Mariano haciéndome reír.

- ¿Qué decís pajero? -dijo Paulo mirándolo serio y dándole un manotazo en la cabeza.

- ¡La boca, Paulo! -lo retó mi suegra.

- Perdón ma.

Estuvimos en la cocina desayunando juntos un rato más y por suerte no habíamos vuelto a hablar sobre aquel tema que tanto me preocupaba. No quería que Paulo se ilusionara y después termine siendo otra la razón de mi malestar. Aunque si tenía razón de que últimamente estaba comiendo demasiado y había engordado un poco.

Más tarde me iría a comprar una prueba de embarazo y comprobar si estaba embarazada o no, me sacaría las dudas y los miedos.

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Espero que wattpad no me cague con el capítulo de nuevo, disfrutenlo nenassss ❤

Papá Soltero {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now