cincuenta y siete

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Paulo

Desperté sintiendo un cuerpo sobre mi pecho y no necesitaba abrir los ojos para saber de quién se trataba, volver a dormir de esa forma era lo único que había querido hacer desde hace dos meses. Miré a Lucía dormir en mi pecho, examiné cada parte de su rostro y me sentí tan afortunado de volver a tenerla.

Pensé en lo estúpido que había sido al dejarla, al pensar que nuestro hijo era demasiada responsabilidad y por haber creído en las mentiras de los demás. Nuestra pequeña separación me había hecho darme cuenta de que ella no me veía cómo el gran Paulo Dybala que tiene su talento que lo hace exitoso y que tiene un montón de lujos, Lucía me amaba a ciegas.

Lucía no me amaba por el éxito o la fama que yo podía tener, ella nunca me dejaba pagarle sus cosas y aunque yo a veces me volviera insistente, ella terminaba ganando. Y yo la amaba sabiendo que ella no era cómo Antonella o cómo Martina.

Muchas veces me dejé llevar por los comentarios de la gente, de mis fanáticos o de algunas personas de mi familia. Y yo fui un tonto por haberme creído el cuento de que ella había quedado embarazada con la intención de quedarse con todo lo mío.

Con Martina no tenía nada serio, era lo que había buscado después de escuchar a Lucía gritarme que me buscará alguien así y quería demostrarle que no me importaba, cosa que no era cierta. Lloré por ella muchas noches, Mariano me consoló más de una vez y Antonella trataba de ayudarme a recuperarla pero ella no me perdonaba tan fácil.

No tenía idea de cómo haría para alejarme de Martina sin lastimarla, aunque se veía que ella no era alguien tan sensible cómo Lucía y tenía un ego demasiado alto, creo que le molestaría más el hecho de que la dejará por alguien más. Me daba bastante miedo de que me dejará sin huevos.

- Buenos días. -murmuró Lucía moviéndose en la cama y bostezando.

- Buenos días hermosa.

- ¿En que pensabas tanto? Me daba risa cómo mirabas la pared embobado. -dijo riendo.

- En vos ¿en que voy a estar pensando?

Lucía me sonrió para después sentarse en la cama y besar mis labios dulcemente, recordandome que eso era lo que no quería volver a perder otra vez. Pusé mis manos en su cintura y la levanté con fuerza para sentarla sobre mis piernas, haciéndola reír.

- ¿Tenés la ecografía de nuestro bebé? -pregunté mientras rozaba la punta de nuestras narices.

- Si, esperame.

Se levantó de la cama completamente desnuda y yo evite mirarla mucho para no emocionarme tan temprano, así que mientras ella buscaba la ecografía yo miraba las notificaciones de mi celular. Tenía varios mensajes de mi mamá preguntándome dónde estaba y dónde había dormido, me sentí un poco mal por no haberle avisado así que le respondí.

Lucía volvió sonriendo con una cajita en sus manos y se sentó a mi lado, pasandome la misma. Besé sus labios una vez más y abrí la caja, encontrandome con unas pequeñas fotos de nuestro bebé. Fue imposible no emocionarme al ver aquello y unas cuantas lágrimas cayeron por mis cara, me sentía un mal padre por no haber estado en su primera ecografía.

En la caja también había un chupete de color azul que supongo que dejaba bien en claro que nuestro bebé sería un varón y el próximo Dybala en las canchas.

- No lo puedo creer, siempre pensé que sería nena. -dije secandome las lágrimas y Lucía me miró con dulzura.

- Yo siempre pensé en que sería varón, ahora Martín tiene con quién jugar a la pelota. -dijo sonriendo.

Al instante dejé la caja sobre la mesita de luz y tumbé a Lucía en la cama, comenzado a dejarle cientos de besos en la cara y haciéndola sonreír de oreja a oreja. Mis manos fueron malvadas y le hicieron cosquillas, provocando que ella se retorciera en la cama mientras no paraba carcajear.

Dejé varios besos en su cuello y poco a poco baje hasta su vientre, dónde dejé besos hasta el cansancio mientras Lucía me acariciaba el pelo dulcemente. Estuvimos recostados en la cama un rato más hasta que fueron pasadas las diez de la mañana y nos bañamos juntos, disfrutando del agua caliente relajar nuestros cuerpos.

Yo no podía creer lo hermosa que se veía embarazada, la panza la hacía ver mucho más tierna de lo que ya era y hasta me hacía desear verla así siempre. Ojalá la vida nos dejé tener muchos más hijos en un futuro, obviamente yo también tenía que dejar de ser tan estúpido y no dejarla ir.

Me quedé a desayunar con ella pero después me fui para dejarla estudiar ya que había interrumpido su hora de estudio cuando llegué desprevenidamente a su casa. Cuando llegué a mi hogar todos notaron mi felicidad y mamá me sonrió, sabiendo lo que había pasado.

- Esa cara de felicidad seguro es porque la pusiste anoche. -dijo Mariano riendo.

- No es eso, estoy re feliz loco -hablé sentandome en el sillón y sonriendo al pensar en Lucía.

- El amoooor. -cantó Antonella sentándose a mi lado.

- ¿Te contó? -pregunté mirándola.

- Obviamente, me alegro mucho por ustedes.

- Gracias.

- No la cagues pendejo. -habló nuevamente Mariano.

- No me dejes cagarla, pegame una piña si se me llega a pasar por la cabeza dejar a Lucía otra vez.

- Listo, anotado.

Ahora solamente me faltaba sacarme un asunto de encima; Martina. No quería verla y aunque no daba dejarla  por teléfono, eso fue lo que hice y resultó mucho más fácil de lo que creía. Recibí unos cuantos "te vas a arrepentir" por parte de ella pero sabía perfectamente que eso no iba a pasar.

Papá Soltero {Paulo Dybala} Место, где живут истории. Откройте их для себя