cincuenta y tres

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Lucía

Dos meses después..

Lo que todos esperamos siempre es que nos busquen, que nos pidan perdón y que mágicamente todo vuelva a ser cómo antes. Pero eso sólo pasaba en las películas y Paulo no había hecho absolutamente nada de eso. Desapareció de todos lados; no lo vi en Instagram, no lo vi en Twitter ni tampoco conectado en Whatsapp.

Antonella había estado viniendo a mi departamento cómo visita para que no me sintiera sola y también de vez en cuando era quién me traía a Martín porque yo no tenía auto ni tampoco quería ir a la casa de Paulo. Solía contarme que mi ex novio últimamente se la pasaba encerrado en su cuarto y que poco a poco volvía a recuperarse de la lesión.

La novia de mi ex cuñado me había propuesto viajar con ella a Argentina y terminé aceptando porque realmente necesitaba un descanso de todo, hasta de los estudios porque empezaba a dudar de lo que quería para mi futuro.

- Vas a tener que hablar con Paulo ¿no? -preguntó Antonella antes de pasarme el mate.

- ¿Para qué? -pregunté mirándola sin entender.

- En la panza tenés un bebé de él, no creo que le guste que te vayas sin avisar.

- Yo no tengo que avisarle nada, o bueno, no quiero hacerlo.

- ¿Todavía te duele? -preguntó mirándome angustiada.

- Mucho, pero no quiero hablar de él ahora.

- Está bien. -dijo sonriendo y abrazandome por los hombros.

Pasamos la tarde juntas cómo casi todos los días mientras Martín se la pasaba paseando por la sala de mi departamento aunque el espacio estaba más reducido que en la casa de Paulo pero al pequeño parecía no importarle, me sacaba todos los adornos y a veces volaban a la mesa dónde estábamos sentadas con Antonella.

Cuando anocheció Antonella nos llevó con ella hasta la casa de Paulo ya que yo tenía que hablar con Alicia sobre el primer añito de Martín y el cumpleaños que le organizariamos con la familia. Al entrar vi que Paulo no estaba en el piso de abajo y me sentí aliviada porque no me sentía lista para verlo después de todo lo que había pasado entre nosotros.

Nos sentamos en los sillones del living y yo dejé a Martin en la alfombra del piso para que jugará con sus muñecos o simplemente gateara. Alicia contaba que quería hacer el cumpleaños en Italia y que si algún familiar no podía asistir por tema de plata ella ayudaría en eso. Todos estábamos de acuerdo con aquella decisión menos Paulo que no estaba en casa pero justamente llegó cuando todo estaba decidido e intenté no mirarlo pero él se acercó para saludarme, dándome un beso en la mejilla y yo me quedé complemente quieta sin hacer nada.

Se sentó a mi lado y se echó para atrás, apoyándose en el respaldo del sillón y mirando a Martín jugar en el piso. Su celular sonó haciendo que  sacará el mismo del bolsillo de su pantalón y al desbloquearlo sonrió de oreja a oreja por lo que supuse que no le importaba en absoluto mi presencia en su casa.

- Entonces el cumpleaños se hace en Italia ¿Estamos de acuerdo? -preguntó Alicia a lo que yo asenti.

- Yo no, en Argentina sería mejor. -opinó Paulo guardando su celular.

- Pero ya nos pusimos de acuerdo hijo. -habló Alicia.

- Pero yo quiero que sea en Argentina. -dijo nuevamente encaprichado.

- Ya tomamos una decisión, respetala. -dije sin mirarlo.

- No, tomaron una decisión cuando yo no estaba.

- Hubieses llegado antes.

Él resopló enojado y se quedó callado sin volver a opinar sobre el tema pero había comenzado a mirar mi vientre que cada vez se notaba más, haciéndome incomodar y me terminé  tapando con mis brazos. Al instante se dio cuenta de que yo había notado su mirada sobre mi y se rascó la nuca con nerviosismo, cómo lo habia hecho la última vez que nos vimos.

Estuvimos debatiendo otras cosas cómo por ejemplo la temática de la fiesta y la decoración que tendría el lugar dónde lo haríamos, todavía no sabíamos si en casa o en algún salón bonito. Martín dormiria con Paulo hoy así que estaba decidida a irme a casa pero Alicia me invitó a cenar y las insistencias de mi ex suegra me habían hecho aceptar.

Cuando la comida estuvo lista yo me senté al lado de Antonella pero por desgracia Paulo se sentó en la silla vacía que estaba a mi lado, por los menos permaneció callado durante la cena y eso me había hecho sentir un poco más tranquila.

Pasaron unos minutos cuando ya todos habíamos terminado de comer y yo había querido ayudar a Alicia a limpiar todo pero ella no me dejó porque no quería que la "visita" hiciera eso, era horrible ya no sentirme cómo en casa. Tenía mis manos en mi vientre cuando Paulo comenzó a mirar el mismo nuevamente y de un momento a otro tenía su mano sobre la mía. Me giré para reclamarle lo que estaba haciendo pero él me miró fijamente a los ojos y les juro que los latidos de mi corazón se aceleraron cómo la primera vez que nos besamos.

Saqué mi mano de mi vientre y levanté mi remera para que él pudiera tener más contacto con el bebé, aunque todos sabíamos que él lo hacía para llamar mi atención.

- ¿De cuanto estás ya? -preguntó Alicia mientras nos miraba.

- Casi cuatro meses. -respondí  sonriendole.

- Lucía ¿Podemos hablar? -preguntó Paulo en susurro y mirándome a los ojos.

- Si..

Me acomodé la ropa después de que Paulo retirará su mano de mi vientre y me levanté de la silla para seguir a mi ex novio hasta el living, dónde Martín jugaba felizmente en la alfombra.

- Me duele no haber podido compartir dos meses de embarazo con vos. -dijo mirándome con los ojos llorosos.

- Paulo, no me vengas a llorar ahora.

- Lucía..

- Me dejaste con la excusa de que nuestro hijo es mucha responsabilidad, andate con una mina que no quedé embarazada de un pelotudo y disfruta. -respondí levantándome del sillón.

Agarré mis cosas que había dejado sobre la mesita ratonera y me despedí de los demás para después salir de la casa, alejandome molesta de Paulo una vez más.

Papá Soltero {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora