noventa y siete

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Lucía

Paulo se había ido a Barcelona hace unos cuantos días, pero yo todavía no podía cumplirle con ir porque tenía que hacer unas cosas en Italia y una de ellas era estar en el nacimiento del bebé de Antonella.

Estaba en mi casa cuando su bolsa se rompió y pasó por la misma situación que yo hace apenas un mes, quedándose completamente helada. Fue mi suegra quién nos hizo reaccionar y cuando caí en lo que estaba pasando, me comencé a reír al darme cuenta de que ella siempre era la que nos organizaba la salida al hospital.

Llamé a Mariano a su celular porque no estaba en su departamento y caí le da un infarto cuando me escuchó.

- Mariano.. -dije apenas respondió.

- ¿Qué pasa, Lucía? Es raro que me llames. -dijo haciéndome reír.

- Si, es que Antonella está por tener a la bebé y..

- ¿Quéeeee? ¿Están en tu casa? -preguntó  eufórico.

- Si si.

- Ahí voy, esperenme. -murmuró antes de colgar.

Me quedé con el teléfono en la oreja y reí al recordar la voz de emocionado que tenía Mariano, parecía como si le contará que su equipo favorito ganó la Champions.

Cuando dejé el teléfono sobre la mesita ratonera del living y me di la vuelta, vi que Alicia estaba limpiando el piso (un poco asqueroso, no voy a mentir) y Antonella estaba con su celular en mano, escribiendo a la velocidad de una estrella fugaz. Al parecer estaba contándole a su familia lo que estaba pasando.

Cuando la vi por primera vez no me imaginé que terminaría teniendo una hija con Mariano y casi siendo mi mejor amiga. Me había molestado un poco los primeros días de mi relación con Paulo e incluso antes también, pero eso cambió cuando se convirtió en su cuñada y era algo de lo que yo estaba eternamente agradecida. Me gustaba tener en la mi vida como amiga, siempre y cuando respetará mi relación con Paulo.

Cuando Mariano llegó al departamento bajó con Antonella y Alicia, y yo tuve que quedarme porque no podía ir con Valentino a lugares donde posiblemente hay  peste. De todas formas le pedí a mi suegra que cualquier cosa que pasará me avisará, a lo que ella dijo que lo haría.

Me quedé sola en casa con Valentino, quién dormía plácidamente en su coche y yo aproveché ese momento de paz para poder agarrar mi celular, entrando a Instagram. Aparecieron algunas fotos de Paulo con sus compañeros de selección, pero una foto me llamó la atención y me frené para leer bien lo que decía.

"Confirmado; Paulo Dybala y Oriana Sabatini se vieron en Puerto Madero, salieron juntos en un auto y fueron vistos por varias personas que estaban en esa zona."

Si algo había aprendido de salir con una persona reconocida mundialmente, era que no tenía que creer los chimes y/o rumores que podían aparecer en Internet. Por lo que tratando de ser lo más calmada del mundo lo llamé a su celular y después de unos cuantos segundos él contestó.

- Mi amor. -dijo desde el otro lado del teléfono.

- ¿Cómo estás? -pregunté con normalidad.

- Bien bien ¿Y vos? -respondió contento.

- No muy bien.

- ¿Qué pasó? ¿Le pasó algo a Valentino? -preguntó acelerado.

- No..

- ¿Entonces?

- ¿Es verdad? -pregunté sin tantas vueltas.

- ¿Que cosa? -preguntó sin entender.

- Que vos y Oriana se vieron un día antes de irte a Barcelona. -pregunté esperando su respuesta.

El silencio se hizo presente en la llamada y segundos después respondió con seguridad:

- Si, pero..

- ¿Me estás diciendo que cuando dijiste que no podíamos vernos estabas con ella? -pregunté con cierta rabia.

- Pero fue por..

No quise escuchar más, ya tenía la respuesta sobre mis dudas y colgué la llamada. Me mordi los labios para no soltar las lágrimas que tenía en los ojos y respiré lo más profundo que pude, viendo a Valentino dormir en su coche. Segundos después el celular volvió a sonar, indiciando que "Amor" me estaba llamando y tiré el mismo al sillón, dejando que sonará.

Fue en ese momento en el que mi cabeza comenzó a maquinear, pensando en lo que ella tenía y lo que yo no. Podía ser que ella era bronceada y delgada, no tenía hijos y si un buen físico. Tenía fama, tenía talento y era alguien del entorno de Paulo.

Me sentí tan estúpida, me sentí tan ilusa por pensar en que él querría  toda la vida a una chica como yo. Las lágrimas comenzaron a caer sin poder controlarlas y mi hijo se despertó, por lo que comencé a mover el coche mientras sentía como mi corazón estaba completamente roto.

¿Por que le había dado tantas oportunidades? Él siempre iba a ser igual, él no iba a cambiar por mi.

Papá Soltero {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora