Capítulo 4

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De a poco me fui adentrando en la isla hasta perder de vista al barco. Me sorprendió el hecho de que mirara por donde mirara solo veía al lugar repleto de hombres y ¿Dónde estaban las mujeres o los niños? Era muy raro. El ambiente se tornaba cada vez más sofocante, ya que era impresionante la cantidad de movimiento de personas. Algunos llevaban grandes cofres, y otros solo documentos. Antes de reunir información, debía de investigar más a fondo este extraño sitio. Daba la sensación de algo siniestro.

Pasando cerca de lo que sería un bar, me detuve y decidí entrar, capaz podría averiguar algo. El lugar apestaba a sudor y alcohol, había varios hombres sentados en unas mesas redondas, algunos fumando y otros solo apostando. Todos se me quedaron viendo al poner un pie dentro, ignorando sus grotescas miradas, fui directo hacia el señor que se encontraba detrás de la mesada. Desde mi punto de vista, esta persona debería saber si estaba pasando algo raro por estas zonas, ya que recibía a varios navegantes y estaba continuamente escuchando sus conversaciones.

-Disculpe buen hombre-Dije casi susurrándole. Por lo que el mismo dejó de servir el vino, para acercarse a mí. -¿Quieres algo de beber?-.Me preguntó de mala manera. –No vine a beber-. Luego de escuchar mi respuesta, volvió a su labor. – ¡Espere! ¿Usted no ha notado algo raro en el transcurso del día?-. Dije casi alzando la voz.
-Sh niño, no hables tan fuerte. Si te llegaran a oír, créeme que no saldrás ileso-. Mientras, él miraba de reojo hacia donde estaban los demás hombres.
-Lo siento, pero quería averiguar que pasa en esta isla. Además ¿Por qué no hay mujeres y niños?-. Cuando estaba por contestarme, uno de los que estaban en el bar escuchó lo que decía.

-Oye muchacho, tu voz es demasiado molesta y además haces muchas preguntas. Por lo que veo no eres de por aquí-. Se me pasó por la mente salir corriendo, pero me di vuelta y le respondí.
-Solo estoy un poco desorientado-. Me tembló la voz. -¿Viniste tú solo, o acompañado?-.No me gustó para nada esa pregunta. Por supuesto que no iba a rebelarles que venía en un buque de la marina.- Sólo, pero ya debo irme-. Dije apresurando mis pasos para llegar a la puerta, pero una pierna se puso en mi camino haciéndome caer. Mientras estaba desplomada en el suelo, todos comenzaron a reír. Haciendo que me enojara y les echara una mirada desafiante.
-Ho miren señores, el hombrecito se ha enfurecido-. Lo dijo con un tono burlón. -Escucha, es muy malo de tu parte querer marcharte cuando estábamos siendo amables contigo. Solo queríamos charlar-. Se notaba como les encantaban tomarme el pelo. Sin decirles nada, me levanté y sacudí el polvo de mis ropas. Di media vuelta para salir de allí, pero dos de ellos que estaban sentados se pararon y me bloquearon el paso.

-¡No es joda niño!-. Dijo enojado un gordo barbudo arrecostado contra la pared. Por un lado sentía pánico porque no sabía que podrían hacerme y no quería que saliera a la luz que era una mujer. Pero siendo como era, orgullosa, no podía dejar que me insultaran y se burlaran de mí. Así que no me iba a quedar callada.
-¿Qué palabra no entienden bolas de grasas? No me pienso a quedar aquí soportando esta peste de bar-. Les había insultado y veo que no les gustó para nada. Un silencio recorrió el lugar y todos habían quedado con los ojos bien abiertos.
-Debiste haberte quedado callado niño bonito-. Dijo mientras sacaba de su cintura una gran espada ¿Qué podía hacer yo? Mi padre se había olvidado de darme la mía. Antes de que comenzara a acercarse a mí, le dije.    –No es justo que usted esté armado y yo desarmado-. Un viejo que estaba bebiendo, sacó su espada y la deslizó por el suelo de madera hasta llegar a mí. Esta era la oportunidad de demostrar que tan hábil me había vuelto.

El gordo abalanzó su espada hacia el lado derecho de mi cuerpo. Yo como era rápida, me moví esquivándolo. Eso hizo que quedara en ridículo por lo que todos comenzaron a reírse de él.

Vendida a los piratasWhere stories live. Discover now