Vendida a los piratas

Capítulo 16

Bertrand se apoyó en el escritorio y cruzó sus brazos. Lo había hecho enojar bastante ¿en qué me había metido?

-Escucha Anna, yo podría soltar a tu amiga y devolverle la libertad a Anastasia, pero para eso solo tienes que hacer una cosa-.

-Pero Anastasia ya es libre, no necesita tu permiso para serlo-.

-Error, claro que sin mi aprobación ella seguirá siendo lo que es, una esclava. Por si no sabías todo aquel que compra a una mujer, tiene en su poder un documento y en él habla de la libertad de la esclava, solo será libre si el dueño que pagó por ella pone su sello con una firma-.

-Pensé que...

-¿Pensabas que iba a ser así de fácil? Pues claro que no, pero eso se puede resolver si haces lo que te pido-.

-¿Qué quiere de mí?-. Dije exasperada.

-Firmaré ese documento y ella será automáticamente libre si tú firmas este otro documento-. Dijo tendiéndome un sobre.

-¿Para qué es?-.

-Tómalo y léelo tranquilamente, puedo esperar-. Habló sacando de una pequeña caja de madera un cigarro.

El documento hablaba de que al firmar tomaría el lugar de Anastasia, a cambio de su libertad. En otras palabras el gobernador quiere que me convierta en su esclava. Este hombre sí que está enfermo, que ni sueñe que seré de su propiedad, para sumarle todavía no soy una persona libre, ya que le pertenezco a Thomas.

-No firmaré este papel, primero muerta que permanecer con usted por el resto de mi vida-. Dije lanzando los papeles al piso.

-¿Está segura? Le advierto que será culpa suya que a la señorita Mary la encuentren muerta-. Dijo alzando una de sus pobladas cejas.

-Está bien firmaré-. Tiene razón, si no firmo morirá por mi culpa.

-Muy bien, eres una mujer inteligente, sabía que tomarías la mejor opción-.

Habló mientras levantaba los papeles y los colocaba arriba del escritorio, luego me acerco una pluma con un tintero.

-Tome asiento mientras firma-. Me senté como me había dicho y agarré la pluma. La mano me temblaba ¿de verdad iba a firmar? ¿No había otra alternativa? El rose de su mano en la mía hizo que saliera de mis pensamientos.

-Tranquila querida, le prometo que la trataré con delicadeza y me agradecerá tarde o temprano ¿no se da cuenta? Puedo convertirla en la mujer más rica de todo el continente, eres afortunada de que un gobernador tan reconocido como yo se interese en usted-. Dijo mientras me olía el cuello, provocando que se me revolviera el estómago del asco.

-No puedo hacer esto-, Dije levantándome de golpe del sillón. En un cerrar de ojos Bertrand me había empujado arriba del escritorio y comenzó a subirme el vestido.

-No seas tonta, solo debes firmar y serás lo que una mujer desea, además de que salvarás a tu amiga-.

-¿Sabes quiénes son las otras personas que me acompañan? Pues te lo diré, el mismísimo Thomas Tew y su tripulación completa. Y créeme que no le gustará saber lo que me estás haciendo-. Por un momento vi terror en sus ojos, al parecer le tiene pavor. Pero luego solo comenzó a reír como un desquiciado.

-Hoy es mi día de suerte ¿así que tengo bajo mis manos a la puta barata de Tew? Pues lo amenazaré y pediré una suma considerable a cambio de tu vida-. Yo solté una risa ante lo que decía.

-¿Qué es lo que te provoca tanta gracia?-.

-Todo lo que usted dice me da risa ¿Piensa que me tiene atrapada? Lo siento pero está muy equivocado-.