9 (Lacras que viven)

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*Nicky*

Estábamos en el auto de camino a la escuela, y Adrien iba al volante pero el silencio era demasiado incómodo como para aguantarlo todo el trayecto a New Sun, que ahora era más largo debido a una avería en la calle principal.

- Me dirás loca, pero soy feliz de que sea lunes. -dije a Adrien que mi miró con las cejas arqueadas.

- Pues...LOCA. ¿Me quieres explicar por qué?

- La semana pasada fue... -no encontraba la palabra.

- ¿Intensa?

- Exacto. Espero olvidar todo lo que ocurrió esa semana. Hubieron muchos cambios en muy poco tiempo como para asimilarlo todo.

Él se limitó a hacer un sonido de asentimiento.

- Y tú? -pregunté.

- Yo qué?

- No lo sé, no querías saber nada de New Sun, y de repente apareces en casa. Y papá decide así... como de la noche a la mañana que vivirás con nosotros en lugar de asignarte una residencia, sin dar explicaciones.

- No quiero hablar de eso.

- No es fácil levantarse un día y de repente tener una familia, una mansión con empleados cuando el día anterior lo único que tenías eran ganas de mandar el mundo a la mierda...

Adrien detuvo el auto con un frenazo violento y me fui hacia delante golpeándome la frente con el salpicadero. Yo y mi puta manía de no usar cinturón de seguridad.

Sus nudillos eran blancos debido a la presión que ejercía al apretar el volante, creo que agradecí que no era Chris, de lo contrario mi auto hubiera sido reducido a añicos. Su mirada estaba fija hacia adelante, y era feroz.

- No querías hablar de eso. Vale. Ya lo capto.

Un aullido inundó mis oídos y bajé corriendo del auto, antes de comenzar una discusión mortal con mi intento de hermano de mentiras.

Seguí el ruido del aullido, probablemente era de un animal herido, porque sonaba como un llanto cargado de dolor. Al doblar la esquina vi a dos chicos, estudiantes normales de New Sun, lanzándole piedras a un perro indefenso. Y la bestia de dentro de mí...quiso salir.

- ¡Basta! ¿no ven que es un pobre perro indefenso?

- Y tú eres la defensora de los animales? -dijo uno con desprecio.

- Puedes verlo de ese modo.

- Pero si no es la hija de la directora? Oh! Una tierna princesita por aquí. -se burló el otro.

- La tierna princesita puede hacer que te tragues los cojones. -gruñí.

Me iba a trasformar pero los chicos dejaron de moverse y el perro también, y una piedra que ya había visto venir y me preparaba para detenerla se quedó pausada en el aire. Y comprendí que Adrien había detenido el tiempo.

- Coge al perro y vámonos! -gruñó de peor humor que antes.

Pero no podía irme sin golpear a esos idiotas, y así lo hice, me ensañé con ellos, los usé como sacos de boxeo en los que descargué todo el estrés de la pasada semana.

En el auto, Adrien tomó la ruta al veterinario y yo traía al perro en mis brazos, estaba sufriendo mucho y las heridas se veían demasiado graves.

- Vas a salvarte amigo, te lo prometo. -le susurraba- solo aguanta un poco, si? Tranquilo. Hagamos un trato, si te salvas me haré cargo de ti. Pero por favor resiste.

- Ni siquiera te entiende. -soltó Adrien.

Yo acariciaba su cabeza, era lo único que no tenía herido. Podía sentir su dolor.

- A veces creo que eres lerdo. Por supuesto que me entiende y yo lo entiendo a él.

- Lo olvidaba, eres la chica Animalia.

- Joder, Adrien! Acelera, está sufriendo. -rogué.

Llegamos al veterinario finalmente, nos recibió un señor mayor regordete y puso al pobre animal en una camilla.

- Tiene daños muy graves. Lo mejor será sacrificarlo. -dijo.

- Mire viejo rechoncho, si usted no lo salva, será usted quien tenga daños muy graves.

Lo amenacé avanzando hacia él pero Adrien me detuvo por la cintura levantándome del suelo y alejándome del dicequeveterinario ese.

- Perdónela, ha estado alterada últimamente. -se disculpó mi hermano.

Salimos al pasillo mientras ese señor hacía "todo lo posible". Más le vale.

- Estás loca? Casi nos metes en un lío. No quiero pensar en lo que hubiera pasado si no llego. -masculla Adrien agarrándome de un brazo.

- Tú me seguiste porque quisiste, yo no te lo pedí. Puedo defenderme sola. -me zafé de su agarre.

- Y qué ibas a hacer? transformarte frente a esos chicos? Cómo ibas a explicarlo luego. -espetó.

- Ah, sí? Y no fue raro que en un segundo estuviéramos allí y al siguiente tanto el perro como nosotros hubiéramos desaparecido? Eso si tiene explicación lógica?

Sabía que tarde o temprano terminaríamos discutiendo.

- Toda esta mierda pasó porque te empeñaste en salvar un maldito perro moribundo!? -gritó.

Yo intenté fingir que no escuché eso, juro que lo intenté, de veras lo hice. Pero antes de ser consciente de mis actos mi mano le había estampado la cara a Adrien. Él me miraba con rabia, tocándose allí donde lo golpeé.

- ¿Qué te hace pensar que somos superiores a los animales? Mucho menos tú. -escupí.

Di media vuelta para salir de allí y volteé en el último momento.

- Y va a salvarse. Hay lacras que viven, por qué un perro inocente no?




Invisible guysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora