17 (Perdidas)

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Adrien y yo entramos una de las habitaciones del pasillo.

Caminé alrededor de la cama, y deslicé un dedo por el marco de la ventana que daba vista a un viejo cementerio, hice una mueca de asco al ver mi dedo sucio.

- Parece el cuarto de una niña. -susurré.

- Mira esas muñecas. -dijo él, parecía pensativo.

Me volví para mirar las muñecas, todas estaban rotas, les habían sacado los ojos y les faltaban brazos y piernas a la mayoría.

- A lo mejor se rompieron con el tiempo. -sugerí.

- El tiempo no saca ojos, brazos o piernas. La dueña debió tener algún trauma psicológico para hacer esto.

- ¿Eso crees? Deberías haber visto mis muñecas.

Él me dijo algo más, pero no logré entenderlo, estaba demasiado concentrada en las nuevas sensaciones que estaba experimentando.

- ¿Hola? Nicole? -Adrien agitaba su mano delante de mis ojos.

- Perdona? Qué decías?

Tuve que parpadear varias veces para despabilar.

- Qué tienes? Te noto rara.

- Hace días que escucho cosas que no tengo que escuchar y percibo olores que no debería percibir un ser humano. Creo que estoy desarrollando mis... poderes. -expliqué.

- ¿Intentas decir que puedes olfatear, escuchar y esas cosas sin transformarte en perro o lobo o algo así?

- Solo cuando me concentro.

- ¿No será que te estás convirtiendo? -rió.

- Eres un idiota.

Dije y lo empujé al pasar por delante de él.

- Era broma. ¡Qué carácter! Deberías...

Regresé y le tapé la boca.

- Shhh! Hay alguien aquí. -advertí mirando a todos lados de forma cautelosa.

- Seguro es uno de los chicos.

- No huele como uno de los chicos Adrien. -rodé los ojos.

Lo agarré del brazo y lo arrastré hacia un armario de ventanillas inclinadas, nosotros podíamos ver lo que había afuera, pero era imposible que nos vieran dentro.

- Estás loca?

- Shhh! Aquí viene. -susurré tapándole la boca nuevamente.

Aquel armario apenas tenía espacio para nosotros dos, estábamos demasiado cerca, si levantaba un poco la cabeza quedaría a escasos centímetros de sus labios.

Solo la ropa separaba mi cuerpo del suyo.

Comencé a acalorarme.

- Nicole...

Sentí su aliento en mi cuello. Y lo escuché tragar saliva.

- ...esto...es...una idea muy mala...

Y por desgracia para mí supe a qué se refería...

- Piensa en cosas feas, Adrien. Piensa en focas!

Entonces un extraño entró en la habitación en la que estábamos, ambos lo vimos, estaba encapuchado y no le vimos la cara, pero no daba buena espina su apariencia.

El encapuchado inspeccionó la habitación minuciosamente, caminando alrededor como había hecho yo apenas unos segundos atrás y luego sacó un cuchillo que había detrás de una muñeca.

Invisible guysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora