Capítulo 2: Los rezagados

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El participante del grupo de los humanos miraba la escena con calma. Si bien no había visto a un dragón ambarino en mucho tiempo el poder ver a uno nuevamente, en especial a uno que tenía toda la apariencia de ser un Anciano, le había asombrado en demasía, esperaba eso le hiciera parecer genuinamente sorprendido porque no tuvo mucho tiempo de actuar su parte como humano que no debería haber visto uno vivo.

El joven llamado Artuk se retiró junto con el Místico Supremo al exterior a través de la ventana mágica que había creado la cual se disipó apenas ambos estuvieron afuera. Algunos de los humanos restantes se pusieron a debatir lo que habían visto. El participante humano, por su lado, decidió intentar percibir lo que pasaba en el exterior. Sin embargo, pronto se percató que sería imposible hacerlo con la magia tradicional humana. Era más que capaz de intentar penetrar las defensas de ese templo con sus poderes, pero no quería correr el riesgo de levantar sospechas.

Desde hacía un tiempo se había tomado el trabajo de infiltrarse nuevamente en la sociedad humana y lo había logrado a pesar de que los avances en la tecnología hacían más difícil forjar una identidad falsa de la nada. Pero nada que un poco de magia y buena actuación (así como algunos sobornos) no pudieran resolver. Ahora nadie sospechaba que no fuera otro cosa que un humano que había sido invitado al Inter Mundos. Ni siquiera el propio Místico Supremo sospechaba. Sin embargo, sabía que esto sólo era posible porque no había llamado mucho la atención. Esperaba que si todo se iba por la borda al menos fuera luego de que hubiera asegurado un buen lugar en el Inter Mundos.

Sabía que sería cuestión de tiempo antes de que alguien le preguntara su opinión sobre los últimos acontecimientos, así que decidió fingir hacerse el curioso por el grupo más cercano el cual estaba integrado por los enviados de Odín.

Lo primero que uno podía notar en este grupo era al gigante. Tenía al menos unos 7 metros de altura aunque no era fácil de apreciar porque se encontraba sentado en ese momento. Junto a él estaban dos grandes guerreros uno de ellos con una piel de oso cubriéndole todo el torno que estaba afilando su hacha y otro enfundado en una armadura de placas muy gruesas que portaba una gran espada y un escudo. Completando el grupo estaban dos inmensas mujeres: una grande y corpulenta con largo cabello rojo atado en una trenza y otra de largo pelo rubio que portaba una espada también.

El participante de los humanos se acercó a estas dos última quienes estaban más cerca suyo. Su presencia pareció despertar cierta desconfianza en ambas quienes mostraron cierto desagrado en sus rostros. Se acercó lo más calmadamente que pudo y procuró iniciar una conversación de manera casual, pero no tuvo tiempo de ni siquiera soltar una palabra.

—¿Qué buscas?—preguntó la rubia con una mirada fiera apenas estuvo cerca.

—Son valkirias, ¿verdad?—preguntó a su vez el participante humano—. He leído las historias.

—¿Quién quiere saber?—intervino la pelirroja con un tono muy áspero—. ¿No deberías estar con los tuyos?

—Prefiero conocer un poco a los demás participantes—dijo con calma el participante humano mientras alzaba ambas manos—. No tienen que darme detalles que consideren clasificados.

La valkiria pelirroja se puso frente al participante humano, le llevaba al menos una cabeza de altura. No portaba arma alguna, pero con lo corpulenta que era no sería impensable que podría aplastarle el cráneo con sus manos. El participante humano sólo sonrió.

—Vamos, no será mucho—insistió el participante humano manteniendo la sonrisa—. Sólo dime quiénes están participando. Sus nombres serán suficiente.

Inter MundosWhere stories live. Discover now