Capítulo 7: La gran familia griega

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Hércules estaba aún muy lejos. Tanto el djinn como el dragón e incluso la misma ninfa de agua se habían alejado más rápido de lo que él había podido seguirles con la vista antes de recuperarse del último golpe. Estaba intentando seguir los posibles rastros, pero estaba algo confundido por la dirección a seguir. En lo que intentaba decidirse recibió un ataque del aesir que había golpeado en su intento de atacar al dragón. El golpe dio de lleno en la piel del león. Hércules se dio vuelta con una sonrisa y respondió con un porrazo. Nuevamente el einherjar salió volando, pero esta vez su compañero con la armadura de escamas portando la espada y escudo llegó a auxiliarlo. Lo ayudó a ponerse en pie y ambos asintieron antes de apuntar sus armas al olímpico.

—Yo, Fahall, el berserker—dijo el de la piel de oso.

—Y yo Erik, el ejecutor—dijo el de la espada y el escudo.

Ambos empezaron a cargar contra el héroe a toda velocidad.

—¡Vamos a eliminarte!—exclamaron ambos a la vez antes de lanzar un poderoso grito.

Hércules sólo sonrió mientras se preparaba para el ataque y alistaba su porra.


Perseo, por su parte, estaba terminando de examinar las cosas que llevaba en el morral que le había dado Atenea en su tiempo de héroe. Ya había usado el orbe de Hefaistos para salvarse del fuego del dragón. Algo que en verdad no hubiera querido usar tan pronto en el torneo.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora?—preguntó una de las gorgonas, tenía escamas que se alternaban entre verde esmeralda y púrpura, ojos de un celeste claro y usaba una armadura de cuero ligera.

—¿Quizás podríamos ayudar a Hércules?—señaló la otra, ella tenía escamas entre azules y amarillas también con ojos de celeste claro y vestía una pechera de metal.

—Creo que estará bien—dijo Perseo mientras revolvía entre el contenido de su bolsa.

Hubo un estruendo a lo lejos y luego la tierra vibró un poco.

—¿Estás seguro de que estará bien?—preguntó la gorgona de escamas azules mientras agudizaba la vista—. Parece que todos los nórdicos están que se lanzan contra él y... oh, espera... ya se libró de dos de ellos. El resto corre. Ahora se giran, creo que era una trampa. No, espera, ya derribó al gigante. Ahora le dice algo a las dos mujeres. Oh, wow, una de ellas acaba de golpearlo muy fuerte...

—Espera, ¿una mujer acaba de golpear a Hércules?—dijo Perseo finalmente desviando la vista de su morral—. ¿Cómo lo tomó?

—Está respondiendo, la otra parece estar curando al resto.

—Bueno, entonces es momento de ir a ayudar a mi hermano—dijo Perseo mientras extraía una espada de su morral y luego alzaba el vuelo con unas sandalias con alas en los talones—. ¡Quédense aquí y dennos fuego de cobertura!

—Como digas—respondió la gorgona verde esmeralda y violeta mientras manifestaba entre sus manos un arco largo con varios grabados de serpientes.

Su compañera hizo lo propio manifestando un arco de color blanco con grabados de plantas, entre las que predominaban hojas de vid.

—¿Hacemos conteo de quién acierta más?—preguntó la primera gorgona.

—¿Por qué no?—respondió la otra mientras alistaba su arco con una flecha que apareció de la nada en su mano libre.

Hércules no había tenido problema con los einherjar, aunque de hecho tampoco subestimaba su fuerza, habían sido muy hábiles, eso era cierto, sólo que él lo era más aparte de mucho más fuerte. El resto entonces había empezado a retirarse. Los persiguió. El gigante entonces había girado y ese sí le dio una prueba de fuerza, prueba que lamentablemente acabó muy rápido. Quizás ir con todo contra el gigante no fue la mejor idea si quería prolongar el combate. Al final, sólo quedaban las dos valkirias.

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