Capítulo 9: Myortvogo Tsarevne

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El asesino de magos aterrizó sin problemas, el terreno estaba cubierto de nieve, pero estaba preparado para eso. Algo que el Gremio de Asesinos de Magos hacía bien era entrenar a cada uno de los integrantes para las más duras condiciones. Activó el encantamiento en sus ropas para mantener estable su temperatura corporal observó dónde estaba el resto.

A su lado aterrizó la participante con vendas, las cuales plegó a su alrededor apenas estuvo en el suelo. Algo en sus movimientos le pareció interesante. Ya sabía que era una chica, el por qué estaba disfrazando su género escapaba a su entendimiento, pero no era quién para juzgar.

Ambos se observaron con detenimiento por algunos segundos. Podía sentir que ella lo estaba analizando cómo él lo hacía. Quizás ya se había dado cuenta que sabía su secreto o quizás había algo más. No supo qué, porque entonces aterrizó entre ellos el sujeto del paraguas. El asesino no sabía mucho de él y eso que muchos en el Gremio se preciaban de averiguar de la mayoría de los magos antes de entrar en conflicto con ellos.

Había sabido de Ademaro Hausser, un gran mago mental, tenía un alumno muy hábil trabajando en algún lugar en Inglaterra, no sabía cuál en ese momento, estaba en constante movimiento. Pero Hausser ya no era una amenaza, así que podía dejar de lado los planes para eliminarlo.

También sabía de Ginger (o La Druida como muchos le llamaban), una comodín. Algo que muchos asesinos solían evitar era tener que luchar con un comodín. Pero tenía algo listo contra ella en caso fuera completamente necesario enfrentarla. Enfrentamiento que, desde luego, no estaba en sus prioridades. Sin embargo, por lo que podía observar ella seguro sería fácilmente eliminada por algún participante de otro de los mundos. Era impulsiva, salvaje y al parecer bastante fácil de apegarse a quien le caían bien, cualidades fáciles de explotar.

La mencionada Druida entonces aterrizó como un halcón justo delante de todos. Estaba en forma de un halcón con un peculiar patrón de colores. Volvió a tomar apariencia humana, ahora cargando un cayado de madera nudosa.

—Hay un castillo más adelante—dijo ella mientras se sacudía un poco—. Podríamos descansar allí, parece que está por anochecer aquí.

—Estamos muy lejos entonces—dijo el sujeto del paraguas—. Los djinn no nos encontrarán aquí rápidamente. Igual estuvimos cerca de morir, juro que si encuentro a Eller le daré un golpe.

—Al menos nos salvó—dijo la Druida viéndose preocupada—. ¿Creen que esté bien?

Travis Eller, ese era el nombre del peculiar participante de ese Inter Mundos. Tipo muy raro, creía más en la tecnología que en la magia misma. Si bien el asesino no subestimaba la tecnología (de hecho tenía algunos aparatos preparados para emergencias) no podía creer que existiera un místico que se centrara únicamente en ello. Es más, por lo que se sabía de él (lo cual era mucho) parecía que Eller no se había percatado del origen místico de sus poderes, seguía enfocándolos mucho con sus invenciones y eso era bueno y malo. Bueno, porque en cierto modo lo limitaba, malo porque de hecho era capaz de magia muy compleja con ellos. Era también otro comodín y eso no le agradaba para nada. Por suerte, había algo que podía usar.

—¿Te caía bien, verdad?—preguntó el asesino con calma a la Druida.

—Sí, me salvó y... hey, no tengo tu nombre—dijo ella de improviso.

—Puedes llamarme Silente—dijo el asesino, ese era su nombre clave, así que ir por él parecía lo adecuado.

—¿De dónde sacaste el cayado?—preguntó la chica vendada en su voz grave—. No lo tenías antes.

Inter MundosWhere stories live. Discover now