Capítulo 5.3: Incarnaerie

10 2 2
                                    

Los faerie ya estaban recuperándose del ataque inicial. Pudieron ver cómo de entre los olímpicos salía el poderoso Hércules cargando contra el joven dragón quien seguía flotando en el aire mientras que por el lado de los aesir uno de los guerreros también empezaba a correr con su piel de oso puesta y lanzando un grito estruendoso. Hércules no perdió tiempo y de un enérgico golpe de su porra mandó a volar al guerrero de vuelta a sus líneas, luego dio un prodigioso salto contra Artuk quien por poco fue golpeado.

—¡Ven aquí y pelea como hombre!—gritó Hércules mientras aterrizaba causando grietas en el piso.

—No, ¡tú ven aquí y pelea como un dragón!—gritó Artuk desde lo alto procurando ganar más altura.

—¡He peleado con dragones!—gritó Hércules mientras cogía una roca del suelo y se preparaba para lanzarla.

El grupo de Faeria terminó entonces de reagruparse, preparándose para el contraataque, todos salvo por la faerie reducida a un cuerpo carbonizado.

—Entonces, no estamos bien—dijo Tariss mientras se desempolvaba—. Cayó uno de nosotros...

—De hecho...—empezó a decir Verdania, pero ya no pudo completarlo.

El cuerpo en cuestión se abrió con un violento chorro de agua que empezó a tomar forma humanoide a medida que aumentaba de tamaño. Un ser hecho de agua con los rasgos de la faerie caída se dirigió al dragón a toda velocidad serpenteando por el suelo.

—¡Estás muerto, dragón!—se escuchó el grito mientras el agua que formaba los brazos entraba en ebullición y la parte equivalente al pecho y hombros se solidificaba en hielo con púas a modo de armadura—. ¡Crear esa Piel me tomó mucho tiempo!

Y sin perder tiempo ascendió como una tromba de agua hacia el cielo fallando el impacto contra el joven dragón por muy poco.

—Oh, cierto—dijo Tariss—. Nubia... había olvidado que es una incarnaerie, siempre la veo con su forma de... carne... o piel... En fin, el dragón está muerto.

—Sí, ese dragón está muerto—dijo Verdania.

—Vienen los hombres animales hacia nosotros—dijo el encapuchado mientras aparecía entre ambas.

—Bien—dijeron ambas mientras se ponían en guardia para recibir el ataque de los representantes egipcios.


Por su lado Artuk todavía trataba de mantener su distancia de Hércules quien estaba arrojándole piedras una y otra vez. Sumado al intento de ataque de la incarnaerie que venía se veía en una encrucijada. Por suerte tenía suficiente movilidad y reflejos para que esto no resultara en un problema. No obstante, tan concentrado como estaba no se percató de la llamarada que cayó sobre él del cielo. Apenas ésta se hubo disipado miró hacia arriba donde el djinn rojo que se hacía llamar Ifrit se encontraba flotando con flamas todavía ardiendo en la mano.

—¿En serio?—exclamó sorprendido—. Soy inmune al fuego.

Por toda respuesta Ifrit le lanzó otra llamarada. El dragón se quedó flotando mientras las flamas le ocasionaban nulo daño. Sin embargo al segundo siguiente se abrieron y una gran cimitarra casi lo golpea en el pecho.

—Eres rápido—dijo Ifrit mientras blandía de nuevo su arma—. Veamos cuánto.

Dicho esto empezó a atacarlo con varios golpes seguidos. El joven dragón apenas tenía tiempo de esquivarlos por lo que una de las rocas de Hércules le pegó en un costado. Esto bastó para derribarlo y empezar a caer al suelo, el djinn de inmediato se zambulló para perseguirlo.

Artuk logró reanudar su vuelo tirando una llamarada de su mano contra Hércules, corrigiendo su dirección al mismo tiempo en un giro para luego acelerar lejos del alcance del Ifrit.

Fue en ese momento que aprovechó Nubia, se propulsó con un potente torrente de lo que serían sus piernas y lo alcanzó cuando estaba más cerca del suelo. El golpe que le dio con el agua bastó para desequilibrarlo de nuevo. Intentó volver a alinearse, pero entonces el líquido se congeló y empezó a precipitarse a tierra rodeado por completo de hielo sólido.

Cuando la prisión helada estuvo por impactar contra el suelo una explosión de fuego lo hizo evaporarse, luego una columna gigantesca de fuego brotó de allí y Artuk salió volando a una velocidad prodigiosa dejando una estela ardiente detrás de él.

Tanto Nubia como Ifrit se pusieron a seguir la estela, una desplazándose rápidamente por el suelo como un torrente de agua y el otro como una nube de fuego. Al poco rato llegaron a un desfiladero donde el rastro empezaba a disiparse, mientras buscaban pistas se percataron el uno del otro.

—¡Es mío!—gritó Nubia mientras sus brazos empezaban a hervir—. ¡Apartate djinni!

—Para nada, incarnaerie—dijo Ifrit blandiendo su cimitarra—. Voy a mostrarle quien es el verdadero maestro del fuego.

—Bien—dijo Nubia—. Serás una buena práctica para cuando encuentre el dragón.

Ambos lanzaron sus ataques al mismo tiempo. El Ifrit una ráfaga de fuego seguida de un golpe con su arma y la incarnaerie con un puño gigante de hielo propulsado por un chorro de agua. El choque generó vapor y antes de que el djinn pudiera intentar asestar un golpe, agua lo rodeó por completo, inmovilizándolo. Empezó a arder para evaporarla, pero al mismo tiempo Nubia empezó a congelar el agua. Hubo un momento en el que parecía a punto de entrar en ebullición, pero finalmente quedó congelada por completo. Acto seguido Nubia levantó el bloque de hielo y lo azotó contra el desfiladero. Se hizo pedazos y un cuerpo ennegrecido cayó rodando. La incarnaerie entonces se retiró a un pequeño río cercano.

Al fondo del desfiladero, de entre el cuerpo ahora negro como carbón empezaron a arder pequeñas líneas naranjas, como pequeñas brasas aún vivas. Ifrit se paró y se apoyó como pudo de las rocas.

—Es más fuerte de lo que esperaba—se dijo—. Debo pedir ayuda a mis hermanos...


Por su lado, Nubia se había introducido en el río y empezaba a asimilar algo del agua para reponer la que había empleado. Lucía muy calmada ya y se dejó llevar por la corriente hasta caer por la cascada. Emergió río abajo, aún a la busca de algún rastro del dragón. Su cuerpo ahora tenía una forma completamente humanoide, al punto de que el agua incluso imitaba piernas y hasta ropas. Mientras daba algunos pasos, niebla empezó a formarse a sus espaldas y entonces ella giró con prontitud creando púas de hielo gigantes del agua que formaba sus manos justo a tiempo para encontrarse cara a cara con la pálida figura de la Alta Reina de la Corte Oscura.

—Reina Oscura—dijo mientras parte de sus hombros empezaba a hervir.

—Nubia, la Escarcha Hirviente—dijo la Alta Reina Okszaratar mientras alrededor de sus manos conjuraba energía de color púrpura—. Esto será interesante.

Inter MundosWhere stories live. Discover now