Capítulo 4: Los premios

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Ademaro Hausser se sorprendió poco de la noticia de ausencia de premio en el Inter Mundos. Sabía que no podría haber tanto esfuerzo (y el riesgo de morir) por parte de los competidores sin algún tipo de recompensa. Sin embargo, el resto (los más jóvenes de hecho) se pusieron a murmurar.

No obstante, el joven de ropa victoriana a su lado no pareció desilusionarse, le comentó a un djinn azul de apariencia imponente que tenía al lado con total normalidad.

—La verdad yo tampoco esperaba un premio—decía con evidente entusiasmo—. Ver toda esta concentración de anomalías extradimensionales es bastante recompensa para mí.

—Descuida, no será en vano—dijo el djinn, su voz era extrañamente suave para su tamaño—. Habrá un premio.

—Aún así me parece genial poder ver las capacidades de tu gente—dijo el joven—. Ver a los seres extradimensionales en acción me ayudará a entender cómo pueden distorsionar las leyes de nuestro mundo.

—Sabes que los tuyos son capaces de hacer algo similar a nosotros también, ¿no?—le comentó el djinn.

—No, ustedes tienen un potencial más innato mientras que los humanos requieren de fórmulas y preparación para sólo imitar los efectos que ustedes logran, no somos más que un intento de imitación de su capacidad de distorsión.

Ademaro ya había escuchado de ese joven. Era el único no mago del lugar. Técnicamente era legal que participara pues pertenecía a la Tierra como cualquier otro, pero el hecho de que no fuera un místico propiamente le parecía inapropiado para el Inter Mundos. En especial por el enfoque "científico" que le estaba dando a la magia.

—Asumiré usted es el joven Eller—dijo Ademaro—. El viajero del tiempo...

El joven giró hacia él.

—¿Nos hemos conocido?—preguntó el joven mientras examinaba a Ademaro.

—No, pero escuché de usted—respondió el aludido—. ¿En serio considera la magia de los djinn como una simple anomalía mientras que la de los humanos es una imitación de dicha anomalía?

—Pues lo es—dijo el joven—. Lo que tratamos de hacer es sólo manipular las reglas de la naturaleza para generar efectos que emulan una real distorsión de la realidad.

Ademaro se retiró por un momento su sombrero de copa depositó dentro su bastón en el espacio de bolsillo que tenía dentro y se lo volvió a poner. Luego se fijó en el joven Eller, esperando su reacción.

—Ok, admito eso estuvo bueno—dijo el joven—. ¿Ha hecho una distorsión espacial dentro de su sombrero? ¿Uso la modificación con agujeros de gusano o una especie de puente cuántico?

—No entendía la mitad de lo que has dicho—dijo Ademaro.

El joven soltó una carcajada. El djinn se acercó a ambos.

—Los míos ciertamente somos una invasión a la realidad de este mundo, pero no estamos libres de algunas reglas—admitió—. No podemos mantener una forma física y ni siquiera estar completamente manifestados en su mundo. Por eso eran necesarias las anclas en la antigüedad.

—¿Te refieres a la lámpara de Aladino y esas cosas?—preguntó el joven Eller.

—Sí, eran no sólo formas en las que nos ataban a la esclavitud (algo por lo que algunos de los míos aún guardan rencor) sino que nos permitían quedarnos en su mundo e interactuar con él. Sin ellas no podríamos mantenernos aquí.

—Pero—observó Ademaro—, si no tienen anclas en este momento... ¿Cómo es que están participando en el Inter Mundos?

El djinn pareció darse cuenta de que quizás había hablado de más. Antes de poder replicar algo, sin embargo, el Místico Supremo habló.

Inter MundosWhere stories live. Discover now