Capítulo 6: Intensificando la Incertidumbre

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Como era de esperarse, no obtuve ninguna información de los oficiales, solo me dijeron que era un caso de carácter confidencial, y que cuando se abriera paso a la prensa, no habría ningún periódico sin el mismo en sus portadas.

¿Caso? ¿Alguien murió? ¿Pasó algo malo?

No iba a tener ninguna respuesta a estas preguntas, así que me veía obligado a debatirlas con mi mente. Caminé hasta mi departamento sin siquiera abrir el paraguas, tenía mucho en que pensar.

4:30 p.m.

Llegué a mi pueblo, empapado por la lluvia, no me detuve tan siquiera un segundo a escampar en algún techo, y al llegar a mi departamento no tenía ganas ni de cambiarme la ropa que regaba agua a chorros, me senté en el sofá y tardé cerca de una hora en apartar la vista de un florero de mi sala de estar, tratando de unir partes para tener siquiera una idea de que podía haber sucedido.

Después de reponerme un poco, me serví una taza de café y usé lo que restaba de tarde para intentar contactar con Mel en todos los medios posibles. Llamé infinitas veces, dejé mensajes de voz en su correo, incluso intenté contactar con ella en su blog de escritura en internet, pero se encontraba inactivo desde hace dos semanas.

No conseguí dormir, por más que intenté, y cuando llegó la madrugada empecé a debatirme en si podría ir o no a mi trabajo en unas pocas horas. Realmente no tenía opción, porque tenía agendada una reunión con la gerencia, en la que se tratarían temas sumamente importantes para la calidad de la revista. Tenía que acudir sí o sí, o las consecuencias serían severas.

No me di ni cuenta en qué momento pasó, pero el primer rayo de sol asomó por mi ventana cuando no había pegado los ojos en toda la noche. Tuve que sustituir el sueño con cafeína, tomar una ducha, y marcharme al trabajo en muy poco tiempo.

—Dios mío, ¿Alex? No te ves muy bien —dijo Tato, preocupado por mi apariencia ojerosa.

—No logré dormir anoche —respondí—. Luego te contaré.

La reunión inició y estuve en completo silencio durante la misma, lo cual extrañó al gerente que siempre valoró mis aportes, y una vez finalizó, el hombre no desaprovechó la oportunidad de averiguar a que se debía la quietud mientras yo me tomaba otra taza de café en la oficina.

—Me hicieron falta sus brillantes ideas, Alexandro —replicó el gerente—. ¿Esta vez no tenía usted nada que ofrecer?

—Le ruego que me disculpe señor —respondí—. Lo que pasa es que me he sentido un poco enfermo últimamente.

No quería decirle la verdadera razón, consideré que no iba a ser tan relevante para él, como para mí.

—Espero verlo más activo en la siguiente, se vienen cosas grandes Alexandro, que tenga un buen día —replicó.

—Igual para usted, señor —respondí mientras el gerente salía de la oficina con otros dos ejecutivos.

Mi día estaba apestando. Toda la mañana me dediqué a pensar en Mel, aún no tenía una idea de que había pasado con esa chica, ¿sería posible que le hubiese pasado algo malo? Me ponía a recordar que, si me hubiera tomado unos minutos para hablar con ella mientras aún podía, tal vez no estaría pasando por esa incertidumbre. Incluso, llegué a imaginar que lo que había pasado tendría un lado positivo, tal vez Mel por fin había conseguido su sueño y había podido superarse, quizá por eso había dejado la tienda... pero ¿por qué "Clausurado"?

De todas maneras, la palabra "Policía" de aquella cinta amarilla en la casa Morton, exterminaba cualquier ilusión que pudiese tener acerca de un escenario feliz y positivo.

Caminos de Luz y TintaWhere stories live. Discover now