Capítulo 9: Cita con el dolor

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Meses y meses habían pasado desde la partida de Mel, yo tenía unos cuatro ya de estar saliendo con Marthia.

Desde un principio me pareció una chica extremadamente interesante, tenía ciertas cualidades que me gustaban muchísimo, además de que el hecho de que era extranjera era aún más inquietante, moría de ganas cada día porque me contara cosas sobre su país natal y todo acerca de cómo llegó al nuestro y cómo se sentía en él. Había pasado momentos increíbles a su lado, pequeños viajes, caminatas por bosques y parques, largas noches de risas, en las cuales llegamos a contar historias increíbles que a cada segundo aumentaban nuestra confianza. Mis ilusiones estaban por las nubes, y me atreví a jurar que las suyas también. En su mirada podía encontrar dulzura y tranquilidad, dos de mis características favoritas en una persona. Además de todo lo bueno que tenía, ella amaba el país de Islandia tanto como yo, era una pasión compartida que terminó por unirnos y enamorarnos. Nos comprometimos a, cuando tuviéramos dinero suficiente, viajar directo al lugar, y ahí mismo supe que podría cumplir mi sueño a su lado.

No podía esperar a que llegara el día de verle, moría de ganas por ver esos hermosos ojos y besar esos perfectos labios. Poco faltaba para que yo empezara a creer que esa chica rubia de ojos color miel que había conocido por una pelea con una anciana, sería la mujer que me acompañaría de por vida en salud y enfermedad hasta el fin de mis días.

Al llegar por fin mis vacaciones y como cualquiera podría predecirlo, estaba dispuesto a pasarlas con Marthia. Tenía unas ganas increíbles por visitar Candrade, una isla paradisíaca no muy lejos de mi país, bastaban treinta minutos en bote para llegar a dicho lugar.

Me había levantado el primer día de vacaciones con una energía bárbara, no podía esperar por arribar a aquel hermoso lugar, lleno de hoteles hermosos, palmeras, vistas increíbles, comida deliciosa y gente amable por todas partes, sin duda un paraíso.

Alisté el equipaje en muy poco tiempo, ya que desde días antes me venía preparando. No se me estaba quedando nada ya y me sentía extremadamente feliz porque estaba a punto de irme a un hermoso lugar, con una hermosa mujer que realmente apreciaba. A dos horas de salir hacia el puerto, recibí una repentina llamada de Marthia. De momento todo bien, creí que me consultaría algo acerca de como llegar al puerto u otra información general...


—Alex... Soy Marthia —dijo con un tono preocupante—. Necesito hablarte, pero escúchame muy bien, no quiero que malinterpretes las cosas, y tampoco quiero lastimarte.

—¿Lastimarme? ¿De qué hablas? —pregunté.

—Debo decirte algo muy importante... no podré acompañarte a Candrade.

Es increíble como unas simples palabras pueden destruir tus emociones en un dos por tres.

—Debes saber que en este momento estoy muy feliz al lado de un hombre —continuó, partiendo mi alegría por la mitad, convirtiéndola en tristeza y rencor—. Llevamos saliendo hace tiempo ya, y aunque hemos tenido algunas peleas, hemos reconstruido nuestra relación y me ha pedido que me quede con él para toda la vida en matrimonio —añadió—. Espero que entiendas que, acompañar a otro hombre de vacaciones a una isla lejana no es muy apropiado en una relación. Alex, lamento no haberte dicho antes, la he pasado muy bien cada día que he compartido a tu lado, sin embargo, creo que puedes comprender que amo a alguien más, de verdad y además de esto, no puedes enojarte porq...

No la dejé terminar, y solo colgué el teléfono para evitar desvanecer la poca llama de vida que aún me quedaba en ese momento.

Deshice mi maletín de viaje, partí por la mitad mis boletos de vacaciones, y rompí en llanto, el más amargo de toda mi vida.    

Caminos de Luz y TintaWhere stories live. Discover now