Inspiración

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Dedicado a... Tendrás que seguir leyendo.
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Erika

Estoy lista.
Tengo mi taza de té, ropa cómoda, calcetines en los pies en lugar de zapatillas y seleccionada la música para crear el ambiente adecuado para escribir.
Mi principal problema es la que la inspiración ha desaparecido y no parece que tenga intención de volver, así que me encuentro atascada en medio de una gran historia que está gustando a mis seguidores y que no sé como seguir.

Si ellos supieran cuanto de mi tiene esta historia no sé que pensarían.
Pese a que les puse otros nombres a los personajes, Ada, la protagonista, bien podría llamarse Erika.

Suspiro y me enfrento a uno de mis mayores temores. Una hoja en blanco.
Parece absurdo, pero cuando escribir es lo que te da de comer la cosa se vuelve seria.

Mi lista de reproducción es extensa y variada, así que cuando suena Can't help falling in love de Elvis Presley, mi mente viaja hasta hace unas horas.

Me encanta pasar tiempo con Joley. Ella es inocente y una niña feliz y me recuerda muchísimo a mi cuando tenía su edad.
Yo siempre cantaba y bailaba al son de Elvis. Todavía lo hago.

Cierro los ojos y canto bajito. Esta es posiblemente una de mis canciones favoritas.
Mis manos vuelan hacia el teclado y solo me dejo llevar.
Quizá luego no tenga sentido pero mi madre siempre dice que las palabras sinceras salen del corazón.
Mi corazón está en esta historia, más que en cualquier otra, porque lo perdí en cuanto todo ocurrió.
Mi corazón se rompió hace siete años.
Es por eso por lo que mi reacción al padre de Jo es tan extraña.
Sentí mariposas aletear en mi vientre y por un segundo, creí sentir latir mi corazón de nuevo.

Lejos de rendirme, me vestí, me arreglé y perfumé mi cuerpo con la más dulce de las cremas que tenía en mi casa.
Confiaba en que eso fuera suficiente para tentar su cuerpo y con el tiempo, su corazón.

Poco esperaba yo encontrar obstáculos en el camino y enfrentar que el amor de una mujer es algo poderoso y los celos, algo que no podría controlar.
A mis diecisiete años yo creía saberlo todo, pero al lado de ella, yo no era más que una mocosa que quería jugar a un juego que nunca podría ganar.

Adriana tenía todas las cartas a su favor, pero guardaba un as que jamás hubiese podido imaginar.
Se aseguró de ridiculizarme, hacerme sentir inferior y de confesar ante todo el pueblo mis sentimientos hacia Trevor.

Trevor. Mi personaje masculino no tenía nombre aún.
No había sido capaz de elegir uno que fuese de mi agrado y sin más mis dedos teclearon este.

Trevor O'Connell podía llegar a ser alguien importante en mi vida, solo tenía que decidir si tenerle en ella podría acabar con lo que quedó de mi hace siete años.

*****

Tres horas después y solo un par de páginas escritas, decido salir.
Me acercaré a la ciudad a ver si eso despeja mi mente y cuando vuelva puedo al menos escribir un par de capítulos.
No me importa trasnochar si estoy lo bastante inspirada.

Me cambio en un tiempo récord.
Con un vestido suelto que me encanta, unas sandalias y dejando mi pelo suelto, salgo de la casita de la piscina y me acerco hasta el coche de mi tío.

Supongo que en algún momento debería comprarme uno, pero tío Earl está contento dejándome conducir su pequeña reliquia. De todos modos tampoco hago grandes trayectos.

Antes de que pueda poner en marcha el coche, el sonido de varias notificaciones llama mi atención.
Abro la aplicación en la que estoy subiendo la historia y encuentro varios votos y comentarios de una tal MonicaBenitez6.
Parece que la historia la tiene totalmente atrapada.
Me detengo para responder a sus comentarios y algunas dudas acerca de la historia que parece tener.
Me gusta poder hacer esto con las personas que me siguen. Me mantiene centrada y después de todo sin los lectores y todo su apoyo, mi historia solo sería una más del montón.

He encontrado notificaciones de una chica que hace tiempo que me sigue. Siempre vota y comenta y me ha apoyado mucho en esta historia, aunque también suele volverse un poco loca cuando acaba el capítulo y descubre que no actualicé.
Su nombre es Hope.
Esperanza. Creo que es algo a lo que debería aferrarme. La esperanza de recuperar quien era antes de los diecisiete pero con la madurez y las lecciones aprendidas a mis veinticuatro.

Pongo el coche en marcha y me dirijo a la verja de salida.
Saludo a mi tío con la mano y acelero.
Una vez en carretera, bajo las ventanillas y canto con la radio.
No importa la canción, sólo quiero despejar mi mente de todo.

Llego al centro media hora después. Encontrar aparcamiento en este lugar es de locos pero debo haber hecho algo bien porque no di más de una vuelta.

Paseo por las tiendas sin buscar nada específico.
Es solo cuando estoy comiéndome un helado que lo veo.
Me detengo considerando si tirar la tarrina y entrar o esperar a terminármelo y entrar.
Decido no esperar y al volverme para buscar la papelera más cercana, la tarrina choca y se vuelca contra el pecho de alguien.

La voz al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora