Una muñeca rota

2.3K 252 20
                                    

Erika

Joley está a salvo.
Respiro aliviada al ver como Trevor la cogió en brazos y entró en la casa.
Mientras nos alejamos en una furgoneta oscura, sé que no volveré a ver a ninguno de los dos.

Derek conduce a mi lado con una sonrisa en los labios.
Todavía me cuesta creer que sea él con el rostro de Craig y sin poder evitarlo pienso en este y en lo bueno que fue siempre conmigo.

Vamos hacia el norte. Realmente no creo que tenga ningún destino fijo. Creo que más bien pretende alejarse todo lo posible.

—Abre la guantera.-— Obedezco y cojo lo que parece ser una caja.—Ábrela.
Una vez más hago lo que dice, y la sangre abandona mi cuerpo cuando veo lo que es.
Un dispositivo con una palanca y una luz intermitente.
Espero que no sea lo que estoy pensando aunque todo dentro de mi me dice que si que lo es.
—Activalo.
Niego con la cabeza una y otra vez. No puedo hacer eso.
—¡Hazlo o te mataré aquí mismo y luego a ellos!
—¡NO LO HARÉ!
Retira una de las manos del volante y lo último que veo antes de perder el conocimiento es su puño y el último sonido, una enorme explosión.
Perdonadme por favor. No os pude proteger.

*****

No se cuanto tiempo pasó ni donde estamos, solo sé que mis manos están atadas al cabecero de una cama, que mi ropa desapareció y que solo dos prendas minúsculas de encaje evitan que esté totalmente desnuda.
Por lo que puedo ver de lo que me rodea, hay una pequeña ventana en la pared de mi izquierda, pero una gruesa cortina impide ver el exterior.
A mi derecha hay una puerta abierta a lo que debe ser un cuarto de baño y justo al lado un armario.
Frente a mi, una puerta doble cerrada.

A medida que la lucidez va regresando, dejo escapar un sollozo al comprender lo ocurrido. Derek mató a Trevor y a Jo.
Una a una las lágrimas descienden por mi rostro mientras los sollozos aumentan y mi corazón de rompe.

*****

La puerta se abre y Derek la cruza llevando consigo una mesa con ruedas y un televisor.
No dice nada. Ni siquiera me mira. Conecta el televisor y lo enciende.
Cambia de canal una y otra vez hasta que llega a un canal de noticias y ahí, frente a mi, está la prueba de que esto no es solo una pesadilla.
La imagen de la casa en la que nos habíamos estado ocultando completamente destrozada ocupa ahora toda la pantalla y a un lado, en la esquina superior derecha, las fotografías de Trevor y Joley.
Las letras en la parte inferior cuentan como uno de los empresarios más conocidos y su hija han muerto debido a una enorme explosión.
—Las causas de la explosión todavía no son claras. Los bomberos siguen intentando apagar el fuego y parece ser que acaban de encontrar un tercer cuerpo en el interior de la casa. Seguiremos informando.
La televisión es apagada, pero la imagen sigue grabada en mis retinas.
Están muertos.
Grito con todas mis fuerzas para evitar que el dolor acabe con mi vida, aunque esta ya no tenga el mayor sentido.
Tiro de las ataduras sin importarme que mis muñecas queden en carne viva.
—Puedes gritar todo lo que quieras. Nadie va a salvarte. Vas a quedarte aquí con nosotros. Con Craig y conmigo.
Su risa me estremece y su toque me repugna.
—Bien, volveré más tarde. No te muevas de donde estás.
Al ver mi expresión otra carcajada sale de sus labios y finalmente me deja sola.

No mucho tiempo después me percato del vaso de agua que hay en una pequeña mesita junto a la cama. Se necesita todo de mi no perder la esperanza para alcanzarlo.
Con las manos es algo imposible, de modo que me ayudo de los pies y luego los acerco tanto a las manos como puedo.
Con mucho esfuerzo logro coger el vaso y acercarlo a mis labios.
Sé que debería racionarme el agua, pero mis planes son otros.
Una vez que no queda ni una sola gota, golpeó el vaso contra el cabecero llenando mis manos y la cama de trozos de cristal.
Mis ojos no se apartan de la puerta y estoy pendiente de cada sonido por si le oigo venir, pero no hay nada.
Con el trozo de cristal más grande trato de cortar la cuerda que envuelve mi mano derecha.
Estoy haciéndolo tan deprisa que inevitablemente acabo con más cortes, pero eso no me detiene.
Cuando finalmente libero esa mano, mi cuerpo está empapado de sudor, pero no pierdo el tiempo. Necesito cortar la otra cuerda.

—¿Erika?
Me vuelvo hacia la puerta y encuentro a Derek mirándome con curiosidad.
—¡No te acerques!
Apunto el trozo de cristal hacia él. Me defenderé hasta mi último aliento.
—¿Pero que has hecho, Erika? ¡Estás sangrando!
Se apresura a mi lado y corta la cuerda que falta con una navaja suiza que saca de su bolsillo.
Ni siquiera mira el trozo de cristal que sigo empuñando.
—¡Tenemos que curarte!¿Quien te he hecho esto?
Es Craig.
Me toma entre sus brazos y me conduce hasta el cuarto de baño, donde enciende el agua y me coloca en la ducha para limpiar mis heridas.
El cristal se clava en la palma de mi mano pero aun así no lo suelto y él tampoco hace ningún movimiento para quitármelo. Es como si pensase que eso me haría estallar. Probablemente está en lo cierto.
Cuando el sudor y la sangre han sido limpiados, me envuelve en una toalla y me sienta en la taza para buscar con que curarme.
Retira algunos trozos de cristal con la ayuda de unas pinzas, luego desinfecta las heridas y las cubre con gasas y vendas para mantenerlas sujetas.

Se pone en pie de nuevo, coge un vaso junto al jabón y lo llena de agua, luego abre el armario y saca una tableta de ibuprofeno.
—Toma uno para el dolor. Te irá bien.
Miro la pastilla que tiene en su palma y la engullo ayudándome con el agua.
No pasa mucho cuando mis ojos empiezan a cerrarse.
Trato de enfocar a Craig, pero sus ojos ya no son bondadosos ni parece preocupado por mi.
Una lenta sonrisa cruza su rostro antes de hablar.
—¿Nunca te enseñaron que no tomes nada que te ofrezca un desconocido?
El trozo de cristal cae del interior de mi mano ya que no tengo fuerzas para sujetarlo.
Ya no tengo fuerzas para nada.
Soy como una muñeca rota.

La voz al otro ladoWhere stories live. Discover now