Palabras

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No estoy orgulloso de decir que la seguí.
Después de convencer a Susanna de que dejase a Joley venir a pasar un par de días conmigo a cambio de doscientos dólares para que pudiese hacerse ese tratamiento en la piel que quería en el spa, recogí a toda prisa lo necesario y subí con mi princesa al coche.

Acababa de poner su cd favorito cuando vi a Erika conducir la tartana de Earl.
No lo pensé. Solo conduje tras ella mientras Joley cantaba a todo pulmón en el asiento trasero.

De camino manteniendo cierta distancia entre nosotros, pensé en las palabras que había leído de su historia.

Yo no era exactamente un aficionado a la lectura, principalmente por falta de tiempo.
Todo lo que leía eran cuentos infantiles para Joley e informes para mi empresa.

No sabía porque el pequeño trozo de lo que leí me impactó del modo en que lo hizo. Simplemente sus palabras me atraparon. Sentí que en vez de leer, era ella quien me lo contaba. Algo extraño, pero no podría explicarlo de otro modo.

Aprovechando la visita a lo que parecía ser el centro comercial, subí a Joley en un carro para niños en forma de coche de color rosa y ya que mi niña estaba entretenida "conduciendo", yo fui siguiendo a Erika.

Tenía curiosidad.
¿Habría quedado con alguien?
¿Tal vez una amiga?
¿Un chico?
Esa idea no me entusiasmaba.
La imagen de ella con el pelo recogido y vistiendo únicamente una toalla todavía estaba grabada en mis retinas y verla ahora de espaldas con ese vestido estaba haciendo que mi sangre hirviese.

Joley me llama entusiasmada con algo que ha visto así que la atiendo y hablamos sobre ello.
Cuando vuelvo a mirar hacia delante, Erika ya no está.

Giro sobre mi mismo pero no la veo.
Contengo una maldición pese a lo que me cuesta debido a la presencia de mi pequeña.

—¡Papi, hay helados!
Miro hacia donde me señala Joley y mi aliento se atasca cuando encuentro a Erika precisamente lamiendo una cucharilla de helado mientras mira distraída los escaparates.

En tiempo récord me dirijo hacia el puesto de helados, le compro uno a mi hija y la sigo para no volver a perderla.
Estoy empezando a dudar de mi estado mental porque esto no es nada normal en mi.
Yo no hago nada de esto.
Ni con Susanna me puse así.
Nos presentaron, me atrajo físicamente y la invité a cenar.
Un par de citas después acabamos teniendo relaciones en su piso de soltera. Nueve meses después nació Joley.

Por fin se detiene frente a una tienda por lo que es mi oportunidad de hacerme el encontradizo.
No pareceré un acosador si ve a Joley conmigo. Podría invitarla a unirse a nosotros. Conocerla un poco más.
Ella pasa mucho tiempo con mi hija.
Es natural que quiera saber sobre ella.

La veo dudar mientras mira su helado y el escaparate y por fin parece que toma una decisión y se vuelve hacia donde estoy.

*****

Empujo más rápido el carro/coche al ver que ella acaba de tirarle el helado a un hombre.

Llego a su lado justo para verla palidecer.
—Craig...
—Hola hadita.
La veo tensarse, incluso encogerse ante sus palabras, y doy un paso adelante justo para que ella me vea.
Sus ojos empañados por lágrimas que solo hacen que desee golpear algo o a alguien, pienso mientras fulmino con la mirada al soplagaitas que repasa con la mirada a Erika.

—Oh, cariño, por fin habéis llegado.
Parpadeo sorprendido ante Erika, cuando ella se acerca a mi, se pone de puntillas y me besa como si no hubiese un mañana.

La voz al otro ladoWhere stories live. Discover now