* Capítulo 1: Efne.

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Sultana Hurrem.

-Sultana Hurrem.- Sumbüll ingresaba a mis aposentos con ascpecto de cansado.- Un campesino
desea verla.

-Oh, sí.-Miraba mi rostro en el espejo, sin prestarle demasiada atención. -¿Quién es ese hombre?- Pregunté. Quería saber si debía preprarme para una guerra donde me darían millones de balas perdidas. Tal vez sí era importante...

-No dijo su nombre.- Respondió. -Pero quiere tratar con usted temas de suma importancia.

-Está bien, que pase.- De todas maneras, las expectactivas de que sean asuntos delicados eran mínimas.

Al terminar dichas palabras, ingresó a mis aposentos, con el permiso concedio de Sumbüll, un anciano, cuyas prendas estaban destruídas y una barba blanca le colgaba por el mentón. Con él, una niña no tan mayor que mi hija Mariam. Tenía la edad de mi florecilla.

-¿Qué es lo que desea hablar conmigo, señor?

-Sultana Hürrem.- Saludó el hombre.  -Ella es Efne. La dejaron en mi hogar cuando tenía apenas tres años. Mi pequeña dice reconocerla como su madre.-

¿Qué barbaridad presenciaron mis oídos?

-¿Cómo te atreves? Sólo tengo una hija.-La sulltana Mariam.- Grité hecha en furia.

No podía ser cierto. Todo concuerda. El nombre, la edad, el físico. Quizás se trataba de mi florecilla, quizás era ella, quizás era la niña a la cual abandoné, quizás si el anciano llegó a mi lanzándome una bala perdida.

-Sultana, ella jamás me ha mentido. Confío plenamente en ella.- Respondió.No creo que esté mintiendo.

Recordé como mi niña Efne solía contarme predicciones en sus sueños. Todo comenzó desde que era una niña muy pequeña.

Miré fijamente a la niña y su cara de ángel me hizo recordar a mi florecilla. A la niña que tanto amé, amo y amaré por toda una vida.

La niña, Efne, jugueteaba con sus manos, dando la señal de que estaba muy nerviosa y tal vez asustada.

-Su hija estará en el harem del palacio donde le brindaremos muchísima protección.- Anuncié. -Puedes retirarte.

El anciano con cierta furía y pena en su rostro tomó las manos de la dulce niña y luego de unos segundos me dedicó una reverencia para luego marcharse a casa.

-¡Sumbüll!

-¿Sí mi sultana? -Respondío a mi llamado.

-Lleva a Efne al harem.- Ordené. -De ahora en más ella será parte del palacio.

Sumbúll asintió y ambos se retiraron de mis aposentos para comenzar a cumplir mis órdenes.

Esto debía mantenerlo en secreto, como lo mantuve desde siempre. Nadie debía enterarse de que tengo una hija, nadie.

Las flechas del pasado pueden volverse flechas perdidas en tu actualidad. Debemos tomar buenas desiciones y así, no las tendremos.

Debía estar del todo segura acerca de la identidad de la pequeña Efne. Sólo necesitaba hacer una prueba y listo. Todo estaría bien.

Narra : Efne

Por un lado me sentía felíz de ya no ver más a ese odioso campesino que me maltrataba y hacía sentir una esclava, pero por otro lado me sentía terriblemente triste por la actitud de la sultana Hürrem. Estoy segura de que soy su hija y también, de que ella lo está.

Sümbull, mientras me dirigía hacia el harem me explicó como funcionaban las cosas en palacio y como debía comportarme. Una vez que me dejo en manos de una muchacha no muy joven, me preguntó si había entendido todo a la perfección a lo cual respondí que sí. No era muy complicado, creo.

Una vez allí me sentí algo apenada por la mirada de las demás muchachas. Eran intensas y sus ojos flechas.

Sumbüll ordenó que me preparen ya que llegarían los principes. Ojalá no sea nada malo lo que me espere.

-¿Cómo te llamas?-Preguntó una jovén.

-Soy Efne.- Respondí sonríente, esperando hacer amigas.

-¿Cuántos años tienes?-Preguntó otra, una morena y alta.

-Tengo 15. -Respondí con una sonrisa. -En unos días 16.

-Por ser tan joven ya eres muy joven, Efne.- Aseguró una de las muchachas.

-Debes ir al baño, vamos.- Me apuró la encargada del harem, Feralde.

Asentí, como lo debía hacer. No tenía opción, ¿Cierto?

Jamás tuve opciones. Siempre, pero siempre, alguién elegía por mi. Y eso es muy injusto.

Jamás tuve ni tendré la libertad que nos brinda la vida pero que a la vez no quita.

A partir de hoy tendré una vida distinta, pero a la vez muy igual a la anterior.

Cuando vivía con aquel campesino sufría maltratos y abusos de su parte. Me trataba mal, como si fuera algo que no tiene vida. Como si yo no sintiera.
Él era la persona más egoista que conocí en mi corta vida. Al decirle que tuve otra de mis predicciones y que trataba acerca de mi verdadera madre, la sultana Hürrem, él decidió amenazarla para que ella lo salve de su situación económica, pero por suerte no funcionó. La sultana fue más inteligente.

También, hice amigas en el harem. Son Esil y Ariana.

Hoy comienzo mi primer día como esclava de principes, sultanas y el sultán.





La sultana Efne ||Where stories live. Discover now