Capítulo 15

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Dedicado a Emg0088 💜

Capítulo 2/2 de hoy. Disfrútenlo😏

Maju

*

Al entrar a casa de Leo nos ofrecieron a cada uno una copa de champán.

Yo no era muy amiga de Leo, ni siquiera había hablado con él antes de que me invitara a su fiesta. Creo que nadie de nuestro curso era su amigo, excepto Diego que se sentaba a su lado desde el año pasado y, aunque no lo admitiera, estaba segura de que se copiaba de él en todos los exámenes. A fin de cuentas, Leo era el mejor promedio del curso, pero el más introvertido, tímido y reservado.

Por esa misma razón, me animé a preguntarle porqué haría una fiesta de cumpleaños con gente a la que no trataba y su respuesta me hizo sentir compasión por él. Su madre lo había obligado a celebrar sus dieciocho años, y, como debían invitar a socios y amigos de la familia, le exigió que también invitara a sus amigos. Como Leo no tenía, tuvo que invitarnos a nosotros.

Al principio nadie quiso animarse. Diego fue quien nos insistió a Marina y a mí para ayudarlo, y Marina le insistió a Clara. Ricky decidió ir solo porque estaría Marina, así que convocó también a los chicos del equipo de fútbol. Esto hizo que Fernanda y su grupo se sumaran a la invitación. Así, uno a uno, todos fuimos confirmando.

Aquella mañana Ricky nos había ido a buscar a Marina y a mí. Sí, Ricky. El día anterior, mi terca amiga decidió darle una oportunidad así que él estaba en período de prueba. Cuando llegamos a casa de Leo, ellos no se sorprendieron pero yo sí tuve que contenerme para no delatar mi impresión. Era una mansión de ensueño, con decoración francesa, decenas de cuadros que parecían robados de museos, y ventanas muy amplias que la hacía ver muy iluminada de forma natural.

De todas formas, la fiesta se llevó a cabo en el jardín que parecía sacado de un castillo europeo: con una grama podada y reluciente, con arbustos llenos de flores de todos los colores, y al fondo varios árboles que parecían invitar a un bosque de ensueño. Habían acomodado algunas carpas muy elegantes, algunas con pufs y muebles cómodos, otras con mesas y sillas muy altas. Cerca de una fuente circular que estaba en el medio, se encontraban algunas mesas rectangulares puestas como si fuéramos a tener un banquete.

Eran las seis de la tarde, por lo que no faltaba demasiado para el atardecer y moría por presenciar cómo se veía todo aquel sitio de noche.

Eran apenas las seis de la tarde, así que seguro la parte «movida» comenzaría después de cenar.

Ricky y Marina se apartaron unos minutos para saludar a unos adultos que conocían, amigos de sus padres. Me tocó quedarme sola, y para hacer mi tiempo menos incómodo, saqué mi celular y comencé a jugar Candy Crush mientras me deleitaba con mi champán.

Uno de los camareros se detuvo en mi mesa para retirar mi copa, con una tímida sonrisa y unos ojos azules increíbles.

—¿Cómo te llamas? —le pregunté sin ningún tipo de doble intención.

—Randall, señorita.

—Randall, ¿serías tan amable de traerme dos más de estas? —Señalé la copa que estaba retirando y él asintió, alejándose con diligencia y dejándome de nuevo sola.

Me detuve a observar a las personas que me rodeaban y me di cuenta de que había muchos más adultos que jóvenes. A Leo todavía no lo veía pero, en su lugar, yo habría estado triste y molesta de tener que celebrar mi cumpleaños a la fuerza. Cuando Randall regresó con las dos copas que le había ordenado se sorprendió al darse cuenta de que ambas eran para mí, tal vez me habrá llamado adolescente alcohólica en su cabeza pero me dio igual. Creo que solo había tomado champán una vez y estaba más que deleitada. Era mejor que la sidra que llevaban mis tíos a casa en Navidad.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora