Capítulo 23

68.4K 6.6K 3.7K
                                    

Dedicado a aleirbag_elle ❤️️

Maju

*

En la fiesta de Leo había dejado muy claro que lo mío no era ser ninja. Por ello, no pude soportar más de cinco minutos parada sobre la tapa del inodoro, ocultándome de la familia de Santi.

Mi intención jamás había sido espiarlos. En mi defensa, había llegado al baño primero que ellos. Solo que cuando reconocí la voz de Santi y entendí que hablaba con sus padres, mi vena curiosa me obligó a hacer lo posible por continuar oyéndolos sin que se dieran cuenta. En fin, no era una persona que tomaba buenas decisiones en su vida y mis aptitudes físicas eran un horror, así que terminé cayéndome como una tonta y delatando mi posición.

No tuve otra opción más que afrontar las consecuencias de mis actos, y cuando abrí la puerta, mis ojos buscaron los de Santi, que parecían sorprendidos, trastornados y por sobre todo, molestos. A su lado, sus padres me miraban con severidad e incredulidad. De seguro no esperaban que nadie estuviese escuchando su cálida conversación familiar. Nótese el sarcasmo.

—¿No te enseñaron modales en casa? —inquirió el señor, entornando los ojos y mirándome de arriba abajo.

—Probablemente no —repliqué—, pero me enseñaron que este es el baño de mujeres. Así que no soy yo la que ha cometido una falta.

Dada que esta era la primera vez que interactuaba con los padres del chico que me gustaba, se suponía que debía ser más cordial, más agradable, más dulce. Pero no podía comportarme así tras ser testigo de la forma en la que lo trataban. El hombre intensificó su ceño, sin embargo, sabía que en algo yo tenía razón. Por su parte, la madre de Santi se quedó estática y muda, como había estado durante casi toda la discusión. Me resultaba increíble que no se pusiera del lado de su hijo.

La única persona que me importaba de allí, me sonrió. Las comisuras de sus labios se elevaron, esfumando por pocos segundos la molestia que estaba plasmada en su rostro.

—¿De qué familia eres? —curioseó el señor. A lo mejor se estaría preguntando cómo había entrado al evento o quién me había invitado. Seguro estaba sopesando las probabilidades de que yo le contara a alguien algo sobre lo que había escuchado, desprestigiando su imagen familiar.

—De ninguna que usted conozca. —Caminé en dirección a ellos, conservando mi distancia—. Yo soy María Jesús Méndez.

—Es una de mis compañeras del colegio —acotó Santi, guardando las manos en los bolsillos—, vino de intercambio así que no conoces a su familia.

El hombre me miró de una manera que nadie había hecho en los últimos cinco meses: con prepotencia y por encima del hombro. Abrió la boca para decir algo pero de inmediato Santiago se volteó hacia él y lo miró con amargura. Tras una corta comunicación visual poco agradable y bastante incómoda, los padres de Santi se marcharon de aquel baño.

Fue allí cuando me di cuenta de que mis piernas estaban temblando. No sabía si era por desafiar a los padres del chico que me gustaba, por lo diminuta que ese señor me hizo sentir, o por el terror de haber conocido a sus padres en las peores circunstancias. Quizá todas las anteriores.

—Esa es mi familia —suspiró y se recostó de los lavamanos.

—Puras joyitas —respondí, sarcástica.

Intentó sonreír pero sus ojos habían perdido la chispa y su mirada parecía entristecida. No era para menos después la forma en la que sus padres abordaron el tema de Dominique o el desinterés en algo tan íntimo e importante en la vida de un adolescente: su sexualidad. Darse cuenta de que tus padres ponen primero la crítica de los demás por encima del verdadero significado de familia, le rompería el corazón a cualquier hijo.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora