Capítulo 18

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Esto no es un simulacro. Repito, no es un simulacro. He vuelto🙉.

Capítulo dedicado a TuflandeCoco porque no sé si es una coincidencia que el user sea como Santi bb. Pero si no es coincidencia, déjame decirte que te amo😂❤️️

Maju

*

—¿Y te gustó? —curioseó Marina.

—Más de lo que me gustaría admitir.

—Pero... ¿sí querías hacerlo? —preguntó Clara.

—Sí —contesté, un poco avergonzada al recordar las cosas que Santi y yo habíamos hecho en casa de Leo—. Fue muy raro. En un momento estaba bien, y al otro me sentía actriz porno y quería hacerlo todo.

Ambas se rieron y Marina se encogió de hombros.

—Las hormonas pueden llegar a ser peligrosas.

—¿Y siguen siendo amigos? —curioseó Clara.

Suspiré. Desde lo sucedido me había planteado la misma pregunta y, aunque me habría gustado asumir que no éramos «solo amigos», no quería adelantarme demasiado y actuar como si fuéramos algo más. ¿Acaso tendría que preguntárselo a él? Porque vaya que esa sería una conversación incómoda. Además, había visto en demasiadas comedias románticas que el sexo —en mi caso, el sexo oral— no hace que dos personas empiecen una relación. Tal vez él ni siquiera lo quería.

En ningún momento Santi y yo hablamos de exclusividad —debí haberle preguntando por Pauli en casa de Leo y tantear a ver si era posible que dejara de verla—, pero yo sí que había abordado a Matías por teléfono ese domingo. Le expliqué todo lo sucedido en la fiesta de sus amigos y él, fúrico, me dijo que tomaría acciones en contra de Ernesto. No mencionamos nada sobre vernos de nuevo; él, más allá de estar molesto por permitir que me sucediera algo tan terrible, se sentía avergonzado y «entendía si yo no quería verlo otra vez». Al menos la excusa la había puesto él solito, sin necesidad de que yo tuviera que explicarle que ya me gustaba otra persona.

Por otro lado, sentía que sacarle el tema de Pauli a Santi después de lo de la fiesta de Leo me haría quedar como una celosa que quería controlarlo. Ni siquiera podía preguntarle directamente qué éramos porque solo podría generar dos reacciones: o que pensara que yo quería algo serio y se echara para atrás, rompiéndome las ilusiones; o que se sintiera presionado y aceptara en consecuencia.

No deseaba nada de eso.

—Hazme una pregunta más sencilla —dije, sin muchos ánimos.

—Deberías plantearle cómo te sientes —comentó Marina.

—Va a quedar como una desesperada —intervino Clara—. Si ya sabemos que él está interesado en ella, no falta demasiado para que le pida tener algo más formal.

—¿Y qué hará? ¿Enviarle una carta de amor y llamar a sus padres para pedirle la mano? Hoy en día el sexo no es garantía de nada. Si a Maju le gusta él, pues que vaya y se lo diga. Lo peor que puede pasar es que Santi no quiera nada más allá y, créeme, es mejor que le sea honesto ahora, a que le rompa el corazón después.

—No digo que no tengas razón —hablé, poniéndome de pie. Estábamos sentadas en la grama del jardín del colegio—. Pero ¿no has considerado tener un poco de empatía? No todas tenemos los mismos ovarios que tú.

Sabía que ella tenía razón pero a veces me hacía sentir un poco vulnerable su forma tan franca de soltar las cosas o el tono con el que lo hacía, como si yo fuera una nena de cinco años que no sabía reaccionar ante las situaciones. Sí sabía lo que debía hacer —o al menos tenía una idea—; mi problema era que los nervios me consumían y no quería que Santi me rechazara.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora