Capítulo 14.

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Las acciones de Grell Sutcliff habían llevado la vida de una multitud de personas a un tremendo jaque que nadie en todo Londres se hubiera imaginado. Con delgados dedos y secretos desvelados quitó la cinta alrededor de los ojos en muchos individuos, la mayoría víctimas de sus creencias, de sus buenas obras.

Nunca hubiera creído yo que formaría parte de ese grupo. Peor, nunca hubiera creído yo estar en el ojo del devastador huracán que acabaría con la vida de gente de bien. Pero, eso es algo para lo que aún faltaba tiempo.

...

Durante días estuve pensando en lo que Grell quería decirme. Frases inconclusas, miradas ansiosas, acciones torpes. Tontamente llegué a pensar que quería dejarme, pero no era así. Su actuar reflejaba que la situación era por mucho más seria que una ruptura.

¿Necesitaba tiempo o que le diera un empujón? No lo sabía. Pero sabía absolutamente que sus intenciones eran buenas. Había una buena razón para que guardara silencio.

Acabamos de poner una nueva alfombra en casa, y al terminar, exhaustos, nos tiramos sobre ella disfrutando de la suavidad que seguramente existirá sólo la primera semana. Estamos sudorosos, el verano llega y la temperatura sube, seguramente pronto tendré que revisar el aire acondicionado para tenerlo listo antes de que muramos deshidratados.

—Es como un trozo de nube. —Dice Grell cuando se acerca a mí para abrazarme. No es por rechazarlo, pero es un hombre de cuerpo caliente y hace que me dé más calor, por lo que hago su brazo hacia otro lado y me muevo unos centímetros.

—No estoy muy seguro sobre el color. —Admito, mirando hacia el techo, ¿Qué dirá la gente que entre a casa? Nada, me contesto, porque nadie nos visita. Es que soy tonto.

— ¿Qué hay de malo?

—Es... —Le miro, con sus ojitos llenos de ilusión, y luego a la alfombra color rosa palo que poco resalta la masculinidad de ambos— Demasiado perfecta para ésta humilde casa. —Invento. Él ríe y se sube sobre mí.

—Cállate. —Ordena, poniendo su índice en mis labios— Esta casa es perfecta, y punto. —Me gusta cuando es así. Se pone serio, frunce el ceño y habla con esa voz de mando que me parece tan adorable.

—Bueno, si tú dices.

—Si yo lo digo es porque es cierto y te callas. —Y para hacerme guardar silencio, presiona sus labios sobre los míos y, de pronto, ese trozo de nube se convierte en el mismo cielo.

Tomamos una refrescante ducha antes de arrastrarlo al auto para ir de paseo. Pregunta malhumorado nuestro destino pero no lo digo durante la media hora de camino. Él prefería no salir, el cambio de clima reseca su piel y es muy especial con ello. En un alto, lo veo ponerse crema en las piernas.

Hubiera querido que no trajera algo tan pequeño, como lo era su short que apenas cubría lo suficiente, porque los hombres libidinosos del mini súper al que fuimos a comprar bebidas se lo comieron con la mirada, pero al mismo tiempo fue entretenido ponerlo nervioso al tocarlo la segunda mitad del trayecto. Dormita pegado a la ventana y procuro no pasar por algún bache que pueda perturbar su descanso, uno que no dura más de diez minutos porque pronto llegamos a la entrada del hogar que en su momento me vio crecer.

Le despierto con besos y pregunta la razón de nuestra visita, "Mi madre" respondo. Hacía días que había regresado del hospital pero no tuve oportunidad de verla por un incidente ocurrido a causa del terrorismo. Él, sonríe. No está muy convencido de verla, y lo entiendo, por razones que solo ella y yo comprendemos partimos del país dejándolo sólo durante nuestra juventud y es un tema que aún no podemos hablar a libertad. Entramos, estoy ansioso de verla y presumir mi mayor logro en la vida, tener el amor de Grell Sutcliff y corresponder de la mejor manera que puedo. Ella nos recibe con los brazos abiertos y nos lleva hacia la biblioteca, aparentemente reubicaba los libros dándole orden alfabético.

Confusión [Grelliam]Where stories live. Discover now