Capítulo 15.

72 5 4
                                    

Trueno los huesos de mis dedos al momento de esperar por noticias en esta horrible sala en blanco y negro que jamás creí volver a visitar. Una gota de sudor baja por mi frente. Estoy tembloroso y asustado. Volteo tan pronto como una puerta se abre y reconozco al ministro de una ciudad cercana atravesar el pasillo sin notarme. Era un fantasma. Paso una mano por mi cabello y hago algunas respiraciones para calmar a mi alocado corazón, no lo podía creer.

Cierro los ojos con fuerza y pongo las manos sobre mi rostro, era imposible. No había forma. ¿Cómo demonios Grell iba a amenazarse a él mismo cuando era el primero en querer tener una relación conmigo? Algo estaba mal.

Estoy todo sudoroso y tenso, me levanto cuando escucho mi nombre, seis horas después, y sigo al agente hasta un nuevo lugar que me permitía ver a Grell a través de una ventana. Pongo mis manos sobre el cristal y trato de captar su atención, pero es imposible. Seguramente era uno de esos que sólo dejaban ver en una dirección. Dejo de intentarlo, pero apoyo mi frente en el mismo maldiciendo en un susurro.

– ¿Qué ha sucedido? –Pregunto al fin sin ver a Grell que se mantiene quieto al otro lado del vidrio. No esperaba ni una pizca de empatía pero sí quería respuestas.

–Confesó todo. –Respondió, dando dos pasos hacia el frente para acompañarme. Miro hacia dentro, Grell estaba sentado bebiendo de una botella de agua purificada. Sus manos estaban atadas con esposas que parecían desprender un color azul metálico, encantadas de alguna manera para que no pudiera romperlas.

– ¿Qué dijo?

–Estuvo ayudando a su padre por lo menos los últimos tres meses. Probablemente más. Según las evidencias, lo ocultó en una casa en Manchester pero ya no está ahí. Puede salir hoy mismo y sin ninguna sanción si nos dice la nueva ubicación o si aporta información de importancia, pero ha dicho que no sabe más. Quizá quiera hablar si va usted.

Respiro agitado. Aprieto con fuerza los puños. Asiento y el agente llama por radio al guardia encargado de la puerta para que la desbloquee. Nos miramos a los ojos una vez entro. ¿Qué debía sentir? ¿Algo como preocupación? ¿Odio? ¿Felicidad? ¿Tristeza? ¿Traición? ¿Cómo mierda podía juntar todo eso y no explotar? Llego hasta la silla sin que mis piernas flaqueen, cosa que agradezco. Continuamos mirándonos. ¿Qué había en esos ojos? Nada. Por primera vez, no podía ver nada a través de esos ojos preciosos. ¿Qué tanto me ocultaba? Debía hacer bien las preguntas.

– ¿Por qué? –Inicio, tan neutro como pude. Grell se toma su tiempo para responder, analiza el rostro de su nuevo entrevistador.

–Por ti. –Y sonríe. No era posible que en aquel momento decidiera usar esa sonrisa tan especial que sólo usaba conmigo. Podía traer al momento cada recuerdo que tenía de Grell utilizándola, para coquetear, para convencerme, para darme la bienvenida, los buenos días. Cada maldito recuerdo fue arruinado por ésta ocasión.

– ¿Sabes lo mucho que me has jodido? –Froto ansioso mis manos debajo de la mesa. Mis nudillos hormigueaban buscando algo para golpear que no fuera Grell. No por ahora.

–Estoy consciente de ello, por supuesto. –Admite mientras asiente, él mantenía una calma que me causaba una sensación opuesta. De aquella manera no podía saber si estaba siendo honesto o me estaba mintiendo como a un estúpido.

– ¿Entonces? ¿Por qué lo hiciste si sabías lo mucho que me ibas a lastimar? –De nuevo, Grell se toma su tiempo para contestar. Quizá estaba buscando las palabras correctas. Quizá estaba inventando una mentira o quizá simplemente amaba ver la agonía en mis ojos.

–Alguien ha estado envenenándote desde hace siglos. Si yo no intervenía, si yo no hacía esto, morirías sin saber lo que yo sé. –Acomoda sus gafas rotas sobre el puente de su nariz. Hasta ahora tuve la oportunidad de recorrer el rostro del más delgado y darme cuenta de que su captura fue todo menos pacífica. Los hematomas comenzaban a verse por la luz clara y cegadora.

– ¿Y qué es lo que sabes? –Alcanzo la botella antes de que Grell vuelva a tomarla y pueda alargar el encuentro con sus distracciones. Insisto haciendo la pregunta de nuevo. Grell ríe. Para él todo era un juego, ¿No? Necesitaba presionarlo.

–He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame decirle que le admiro y le amo apasionadamente. Me gusta en contra de mi voluntad, de mi buen juicio y de mi forma de ser.

– ¿Qué?

–Piensa en mí, William, porque si no lo haces y tardas demasiado habrás perdido más de lo que puedes imaginar.

– ¿De qué mierda hablas Grell? ¿Estás jodidamente jugando? Estoy aquí para saber la puta verdad, no para lidiar con los delirios de un imbécil que me engañó cuidando de mi estúpido padre, ¿Recuerdas todo lo que nos hizo? ¿Recuerdas todas las mierdas que te conté? La mitad de mis desgracias son su culpa y tú vienes a joderme ahora con adivinanzas para defender a un maniaco suelto que nos puede matar en cualquier momento. ¿Qué demonios, Grell? –No podía estar más sentado. Había demasiado dentro de mi cuerpo como mantenerme quieto. Necesitaba moverme. Me pongo de pie, rodeo la mesa y levanto a Grell, tomándolo del cuello de la camisa antes de acorralarlo contra la pared.

Grell ríe de nuevo, teniendo aun así algo de posibilidades para devolver las agresiones sin utilizar sus inmovilizadas manos, elige dejarse hacer por mí. Exhala fuerte cuando recibe un golpe en el estómago que en automático le saca el aire.

– ¿Dónde está, Grell? –Pregunto, mis labios están cercanos a la oreja de él.

– ¿Te has preguntado quién me delató? –Grell cuestiona, apoyando su frente en mi hombro. Inhala profundo intentando recuperar el oxígeno perdido.

– ¡Contesta mi jodida pregunta! –Exijo, maldiciendo por los aires a dios y al hombre que tenía enfrente. Presiono su cuello firmemente.

–Contesta tú a la mía. ¿Quién me delató?

– ¿Cómo mierda voy a saber?

–Exacto. Si descubres quién lo hizo, entonces tendrás las herramientas que necesitas para entender el resto. Escucha, William:... –Me acerca como puede, atrayéndome con la tela de la ropa– Por favor haz lo que pido sin contar nada. Por mí, por ti. Y si las cosas salen bien, tú y yo estaremos bebiendo cócteles frente al mar en alguna isla paradisíaca la próxima semana. Si no resulta, esperaré tu visita en donde sea que me vayan a encerrar. –Susurra. Supongo que era por las cámaras y micrófonos distribuidos en la habitación 2x2.

–Grell... –En un hilo de voz.

–Estaré esperando por ti en Liverpool, te dejaré la dirección en un mensaje. –Concluye, dándome un beso que no correspondo, en los labios.

– ¿Cómo pretendes que te crea? ¿Piensas que me pondré a jugar contigo al gato y al ratón mientras la gente corre peligro? Si sabes tanto, ¿Por qué no resuelves toda la jodida mierda que se ha armado? –Ataco con una pregunta tras pregunta, en crisis.

–Cariño, Cariño, ¿Quién más que tú, que tiene todo en sus manos sin saberlo, puede solucionar las cosas mejor? –Pregunta con una sonrisa sincera. Dudo de sus palabras, Grell me besa. Entonces asiento– Es mejor que te vayas. No estaré mucho tiempo aquí.

–Te amo.

–Es muy pronto para decirlo, William. Quizá no me ames una vez se acabe esto.

–No me importa una mierda si dices la verdad o si el mundo se acaba mañana. Yo te seguiré amando como imbécil. –Me lamento pegando mi frente a la ajena. Era tan cierto que me sentía un mal hijo. Pondría a Grell antes que a cualquier cosa en el mundo.

–Entonces ve y demuéstrale al mundo lo mucho que me amas. Haz lo que te he dicho. –Grell dice con voz melosa. Como si fuera tan fácil.

–No me voy a despedir.

–Ni yo tampoco. –Tenían miedo de que fuera la última vez que pudiéramos vernos, pero no despedirnos era como invitar al destino a darnos la dicha de volvernos a encontrar en el futuro. Estaban jugando a la ruleta rusa con la suerte a un lado. Ninguno tenía una idea cierta de lo que podría suceder después aun cuando Grell prometía que pronto todo se sabría.

–Ni miraré hacia atrás. –Yo digo, como advertencia, cerrando mis ojos cuando comienzo a darle pausados y cortos besos en los labios cerezos.

–No lo hagas. –Seguramente estaría llorando, su respuesta fue temblorosa.

–Ve pensando en la playa que quieres visitar.

Confusión [Grelliam]Where stories live. Discover now